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Bautismo

nellybecerra1 de Mayo de 2013

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el Bautismo es sencillo: ser incorporados a la Iglesia como miembros de Cristo, eliminando en nosotros la huella del pecado

Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios

El Bautismo como sacramento

El Bautismo es un sacramento ya que nos proporciona un encuentro con espiritual con Dios, osea que no lo vemos ni lo tocamos pero si lo sentimos en nuestro corazón, aunque no estemos concientes de ello. En la aplicación del Bautismo se utilizan los diferentes signos.

El agua: como elemento purificador. Así como el agua nos quita el sucio de las manos tambien nos quita el sucio del alma.

El aceite o crisma: nos suaviza la piel y el alma para hacernos defensores de la fe en Dios y su gracia.

El cirio: la luz simboliza la claridad que Cristo nos proporciona para que veamos por donde caminamos y no andemos perdidos entre tinieblas, oscuridad y frío. Además de que nos indica que nuestro corazón debe tener una llama de amor y paz siempre prendida, buscando iluminar a quienes nos rodean.

Vestimenta blanca: Cuando vamos a una fiesta queremos estar limpios y arreglados, pues que mejor fiesta que el Bautismo para vestir de blanco, no solo por fuera sino por dentro también, ya que la blancura es un símbolo de pureza y paz.

El agua

Uno de los signos principales del bautismo es la agua. La agua es fuente de vida, que fecunda, regenera, purifica. La agua del bautismo simboliza la vida de Dios. Ser bautizado significa ser sumergido en Cristo, y participar, ya desde ahora, de su vida.

El celebrante vierte tres veces agua sobre la cabeza de la persona que es presentada o pide el bautismo. Al mismo tiempo el celebrante dice: "Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo". Este gesto y estas palabras son el núcleo central, el corazón del sacramento, el signo principal de la apertura al don de Dios.

El aceite del Crisma

El párroco marca la cabeza del bautizado con el aceite del Crisma. Es un aceite mezclado con bálsamo consagrado por el obispo el Jueves Santo, con el cual son bautizadas todas las personas del obispado. Este rito consagra al bautizado como hijo de Dios.

En la antigüedad eran ungidos con aceite los reyes, profetas y sacerdotes. Así el bautizado es rey (reinar quiere decir amar, servir), profeta (ser testimonio de Dios entre el pueblo cristiano) y sacerdote (presenta a Dios toda su vida). Además, el aceite simboliza la fuerza, la suavidad y la belleza del Espíritu que impregnará al nuevo cristiano.

La luz

El cirio, encendido en el cirio pascual, que es portado por los adultos, recuerda la noche pascual y todo el misterio de Cristo, que muerto y resucitado es luz para nuestras vidas. Una luz que ha de brillar en nuestra sociedad.

Agua. Baño

El agua del Bautismo debe ser agua natural y limpia, para manifestar la verdad del signo y hasta por razones de higiene, dice el Ritual en la Introducción.

El bautismo no es el agua, sino el baño del agua, que toma sentido en la fe, como acción regeneradora de Jesucristo. En el fondo, el que realiza la renovación y la regeneración es el Espíritu de Jesús Resucitado. El agua es el símbolo, el signo eficaz de este misterio de vida y de gracia que Dios nos comunica en el Bautismo.

«Oh Dios, que realizas en tus sacramentos obras admirables con tu poder invisible, y de diversos modos te has servido de tu criatura el agua par significar la gracia del Bautismo... Que esta agua reciba, por el Espíritu Santo, la gracia de tu Unigénito, para que el hombre, creado a tu imagen y limpio en el Bautismo, muera al hombre viejo, y renazca, como niño, a nueva vida por el agua y el Espíritu Santo» (Bendición del agua).

El agua sacia la sed, limpia y purifica. Se ha convertido en el signo de la pureza interior del hombre. Para los israelitas lavarse las manos antes de comer o de rezar, no era sólo cuestión de higiene, sino sobre todo de purificación moral. En el Bautismo, este aspecto purificador del agua, aunque no es el más importante, está presente como signo del perdón del pecado original, en el que todos nacemos. «Dios todopoderoso,.. te pedimos que este niño, lavado del pecado original, sea templo tuyo, y que el Espíritu Santo habite en él» (Oración de exorcismo).

Jesús es el Agua viva que apaga la sed. «El que beba de esta agua no volverá a tener sed». «El que crea en mí no tendrá nunca sed». En el Bautismo los creyentes renacen del agua y del Espíritu. El agua es símbolo de fertilidad, de fecundidad, de vida. Es el tesoro más preciado, sin el agua la tierra sería un planeta muerto

Luz. Vela encendida en el cirio pascual.

En nuestra civilización de la luz artificial, la luz de unas velas, aunque no hicieran falta para ver, y aunque sólo fueran de adorno, puede significar muy expresivamente la fiesta, la atención, el respeto, la oración, la presencia de lo invisible, la felicidad, el paso a una nueva existencia iluminada por Cristo.

En la Vigilia pascual celebramos con el simbolismo de la luz la resurrección de Cristo y nuestro paso de las tinieblas del pecado a la vida en Cristo. En la celebración del Bautismo durante todo el año se enciende el cirio pascual como recuerdo gráfico de que al ser bautizados participamos en la Pascua del Señor.

El padre o el padrino enciende la vela en el cirio pascual, que le muestra al neófito, mientras el celebrante dice: «Recibid la luz de Cristo. A vosotros, padres y padrinos, se os confía acrecentar esta luz. Que vuestro hijo, iluminado por Cristo, camine siempre como hijo de la luz. Y perseverando en la fe, pueda salir con todos los santos al encuentro del Señor» (Bautismo de niños). «Has sido transformado en luz de Cristo. Camina siempre como hijo de la luz, a fin de que perseveres en la fe y puedas salir al encuentro del Señor cuando venga con todos los santos en la gloria celeste» (Bautismo de adultos).

En los primeros siglos se hablaba del Bautismo como de una «Iluminación». La vida nueva que el Espíritu dio a Cristo en la Resurrección (cirio pascual) se transmite ahora a cada uno de los bautizados (cirio personal).

En la Vigilia pascual todos los años encendemos nuestro cirio en el cirio pascual, que lo mantendremos encendido durante la renovación de las promesas de nuestro Bautismo y la profesión de fe. «Por el misterio pascual hemos sido sepultados con Cristo en el Bautismo, para que vivamos una vida nueva» (Monición para la renovación de las promesas bautismales

Crisma. Crismación.

El crisma es un ungüento aromático, mezcla de aceite y bálsamo oloroso, con el que se unge o se da masaje.

En el Antiguo Testamento se empleaba la unción para expresar la fuerza que Dios comunicaba a las personas que empezaban una misión para su pueblo: los reyes, como David, los sacerdotes, como Aarón, los profetas, como Eliseo El auténtico Ungido es Jesús de Nazaret. El ha recibido la misión de Mesías, y por eso recibe la unción del Espíritu Santo. Después, los creyentes en Cristo recibimos también la unción del Espíritu.

El crisma lo consagra el Obispo rodeado de su presbiterio en la Misa crismal. «Te pedimos, Señor, que te dignas santificar con tu bendición este óleo y que, con la cooperación de Cristo, tu Hijo, de cuyo nombre le viene a este óleo el nombre de crisma, infundas en él la fuerza del Espíritu Santo con la que ungiste a sacerdotes, reyes, profetas y mártires y hagas que este crisma sea sacramento de la plenitud de la vida cristiana para todos los que van a ser renovados por el baño espiritual del bautismo. Haz que los consagrados por esta unción, libres del pecado en que nacieron, y convertidos en templo de tu divina presencia, exhalen el perfume de una vida santa; que, fieles al sentido de la unción, vivan según su condición de reyes, sacerdotes y profetas, y que este óleo sea para cuantos renazcan del agua y del Espíritu Santo, crisma de salvación y les haga partícipes de la vida eterna y herederos de la gloria celestial.

En la celebración del Bautismo, después de la inmersión o efusión del agua, el celebrante unge con el crisma la coronilla del bautizado, significando su incorporación al sacerdocio de Cristo. «Dios todopoderoso,... te consagre con el crisma de la salvación para que entres a formar parte de su pueblo y seas para siempre miembro de Cristo, sacer- dote, profeta y rey».

El sacramento de la Confirmación se confiere mediante la unción del crisma en la frente, que se hace con la imposición de la mano, y mediante las palabras «Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo». En Oriente este sacramento se llama «Crismación».

Pan y Vino. «Este es mi Cuerpo». «Esta es mi sangre

La Iglesia, siguiendo el ejemplo de Cristo, ha usado siempre, para celebrar el banquete del Señor, el pan y el vino mezclado con agua. El pan para la celebración de la Eucaristía debe ser de trigo, según la tradición de toda la Iglesia; ázimo, según la tradición de la Iglesia latina. El vino natural y puro, sin mezclas de sustancias extrañas.

«En el corazón de la celebración de la Eucaristía se encuentran el pan y el vino que, por las palabras de Cristo y por la invocación del Espíritu Santo, se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Fiel a la orden del Señor, la Iglesia continúa haciendo memoria de él, hasta su retorno glorioso, lo que él hizo la víspera de su pasión: «Tomó pan...», «tomó el cáliz lleno de vino...». Al convertirse misteriosamente en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, los signos del pan

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