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Biblia La Alianza


Enviado por   •  7 de Mayo de 2014  •  1.161 Palabras (5 Páginas)  •  293 Visitas

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La alianza

Después de muchos años de peregrinación por el desierto, los israelitas llegaron al monte Sinaí, allí Dios se manifestó en toda su gloria y majestad ante Moisés y su pueblo para darle su ley y pactar con ellos una alianza.

Dios pide a su pueblo ante todo una cosa: que sea un pueblo santo y profundamente religioso. Si le es fiel con su culto de adoración y con sus obras, entonces Él les asegura la salvación.

Dios llamó a Moisés a la cumbre del monte y le habló así: “Di esto a los hijos de Israel: Vosotros habéis visto lo que he hecho a Egipto y cómo os he traído a Mí. Ahora, si oís mi voz y guardáis mi Alianza, vosotros seréis mi pueblo entre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra, pero vosotros seréis para Mí un reino de sacerdotes y una Nación Santa”.

Por su parte el pueblo de Israel lo acepto obedeciéndole y convirtiéndose en un pueblo santo.

Entonces volvió a subir Moisés con su hermano Arón a lo alto del monte Sinaí. En medio de truenos y relámpagos y un fuerte sonido de trompetas, Dios con gran majestad entregó su santa Ley en unas tablas de piedra.

La ley

LA LEY DE DIOS ES como una estrella que guía al hombre-peregrino en su camino. La importancia de la ley de Dios no disminuye con los siglos, por el contrario cuanto más se complica la vida con las encontradas opiniones de los humanos, tanto mayor es la necesidad que tiene el hombre de una guía con autoridad clara, como son los mandamientos de Dios.

La ley de Dios es la luz que ilumina la mente y caldea el corazón. Así lo comprendían aquellos que buscaban encontrar un sentido superior a sus vidas: "Tu ley es mi consuelo... Cómo quiero yo tu ley! Ella es mi meditación de todo el día... Por tus mandamientos me hiciste más sabio que mis enemigos... Para el que ama tu ley es todo paz, no conoce tropiezo" - escribían los antiguos justos profetas, el rey David y otros (Sal. 18:1, 77, 97-98, 165).

Los mandamientos de Dios son comparables con las leyes de la naturaleza: ambos tienen por fuente al creador y se completan naturalmente, porque éstas regulan la naturaleza inanimada mientras que los primeros configuran la base moral del alma humana. La diferencia entre ambos consiste en que la materia obedece incondicionalmente a las leyes físicas, mientras que el hombre goza de libre albedrío para obedecer o no a las leyes morales. Al conceder al hombre la posibilidad de elegir libremente, Dios manifiesta su gran misericordia y esta libertad es la que permite que el hombre crezca espiritualmente y se perfeccione, inclusive que llegue a asemejarse a Dios. Sin embargo, este albedrío implica en el hombre la responsabilidad de sus actos.

La transgresión consciente de los mandamientos de Dios conduce a la degradación espiritual y física, a la esclavitud, a los padecimientos y finalmente a la catástrofe. Por ejemplo, antes que Dios hubiera creado el mundo visible, tuvo lugar una tragedia en el mundo angélico cuando el orgulloso Lucifer se reveló contra el Creador y formó con otros ángeles su propio reino que resultó ser el sitio de las tinieblas y del horror, llamado infierno. Ya durante la existencia de la humanidad, otra tragedia se produjo cuando nuestros ancestros, Adán y Eva, inflingieron el mandamiento de Dios. En consecuencia, el germen del pecado de la desobediencia se transmitió a sus descendientes y la vida de los hombres se llenó de delitos, sufrimientos y desgracias. Dentro de las catástrofes de menor envergadura hay que incluir el Diluvio Universal que fue un castigo para los contemporáneos de Noé; la destrucción de Sodoma y Gomorra; la aniquilación del reino de Israel primero, luego el de Judea en tiempos de Nabucodonosor, y nuevamente en

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