Catecismo
Alecross24 de Abril de 2013
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Una de las claves del Catecismo de la Iglesia Católica y de su Compendio es su estructura, compuesta por cuatro partes en este orden: el Credo, los sacramentos, la moral y la oración. El Catecismo toma esta estructura del Catecismo Romano o Catecismo de Trento (s. XVI) y la presenta de un modo nuevo, acorde con las necesidades actuales.
Un díptico pedagógico: los dones de Dios y nuestra respuesta
Esas cuatro partes pueden verse como en un díptico que presenta el contenido del Catecismo en dos mitades: lo que Dios nos da, nuestra respuesta. En una conferencia pronunciada en Estados Unidos en 1993, Christoph Schönborn –secretario de la comisión redactora del Catecismo– asumía estas palabras de Pedro Rodríguez, autor de la edición crítica del Catecismo Romano o Catecismo de Trento: “La opción es evidente: el Catecismo Romano, antes de presentar al cristiano lo que ha de hacer, quiere declararle quién y cómo es él (…). De hecho, el orden doctrinal del Catecismo de Trento no tiene cuatro partes, sino que se presenta como un díptico magnífico tomado de la tradición: por un lado, los misterios de la fe en Dios uno y trino, tal como es profesada (Credo) y celebrada (sacramentos); por otro lado, la vida cristiana según la fe –fe que obra por la caridad– expresada en un estilo cristiano de vida (decálogo) y en una oración filial (Padre Nuestro)”.
De esta manera, la articulación entre las cuatro partes del Catecismo de la Iglesia Católica se puede resumir diciendo ante todo que la fe cristiana incluye los sacramentos (los “sacramentos de la fe”: cfr. Compendio, n. 228). Sólo con esos dones de Dios, que nos dan una participación de la vida trinitaria a través de la gracia, podemos “luego” vivir una vida coherente a nuestra comunión con Dios. La vida cristiana, presidida por la caridad, es un fruto de los sacramentos que se manifiesta también en el diálogo con Dios: la oración.
Dicho brevemente, la primera mitad del Catecismo presenta las obras de Dios para nosotros (la fe y los sacramentos) y la segunda, nuestra respuesta a sus dones (la vida cristiana y la oración). Con la terminología de Santo Tomás de Aquino, se diría: la Iglesia es communio sanctorum, lo cual significa ante todo la comunión de las “cosas santas” que Él nos da; y también significa la “comunión de los santos”, de aquellos que participan de las “cosas santas”, aunque sea sólo incoativamente, aquí en la tierra.
El Catecismo declara su estructura
Pues bien, el Catecismo de la Iglesia Católica muestra una profunda “autocomprensión” de su estructura, concebida como articulación de la exposición de la fe (vid. nn. 737-741). La primera parte del Catecismo (el Credo) culmina exponiendo que la misión de Cristo (Verbo encarnado) y del Espíritu Santo (en Pentecostés) están al servicio de la comunión de los cristianos con Dios Padre, que es la Iglesia. La segunda parte muestra cómo por medio de los sacramentos, Cristo comunica su Espíritu a los miembros de su Cuerpo místico. La tercera parte se ocupa del fruto de los sacramentos, que es la vida nueva (parte moral). Finalmente, la cuarta parte se centra en una consecuencia fundamental de esa vida nueva: el diálogo con Dios en la oración.
Respecto al Compendio del Catecismo, puede observarse que refleja esa misma “autocomprensión” de la estructura cuatripartita en los nn. 144-146.
La finalidad del Catecismo: el "conocimiento amoroso de Dios" y de Jesucristo
Con esta estructura el Catecismo se propone como finalidad el “conocimiento amoroso” del Dios único y de su enviado Jesucristo, en la línea de lo que ya señalaba el Catecismo Romano: “Toda la finalidad de la doctrina y de la enseñanza debe ser puesta en
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