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Cuando el canto deja de ser una alabanza


Enviado por   •  27 de Octubre de 2023  •  Ensayos  •  689 Palabras (3 Páginas)  •  35 Visitas

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CUANDO EL CANTO DEJA DE SER UNA ALABANZA

El día que solicité información para ingresar a la Escuela de Música Sacra, me entregaron un volante que trae una frase tomada del libro Confesiones de San Agustín, que dice: “…la música litúrgica…embellece y adorna las voces del sacerdote…o del pueblo…que alaba al Altísimo”. En base a esta idea, en mi mente se quedó la inquietud del propósito que se busca al aprender a cantar música sacra. Este propósito sería: “que el canto sea una forma de alabanza a Dios”.  Y si el canto debe convertirse en adoración (o alabanza), ¿qué condiciones debe haber, para que una pieza cantada se convierta precisamente en una alabanza? De este cuestionamiento surgió la pregunta de si es el canto lo que me va a llevar a Dios, o si es el tener a Dios lo que me va a permitir entonar un canto de adoración.

La respuesta que encontraba era la siguiente: cantar no necesariamente me va a llevar a Dios. Han existido piezas en el medio de la música popular, como la que interpreta el grupo Boney M, que es tomada del Salmo 137. Fue muy popular en la década de los setentas, e incluso ochentas, del siglo pasado. Era la época de la música disco, y era común que la gente se emocionara y bailara al escucharla. La letra fue tomada de las Escrituras, y fue llevada a los medios masivos de comunicación teniendo una gran aceptación entre los oyentes. Era un canto muy emotivo, pero no necesariamente era una alabanza. Lo mismo puede pasar cuando se canta cualquier otra pieza, aunque la letra esté tomada de las Escrituras. Puede ser muy emotiva la interpretación, incluso al punto de las lágrimas, pero no necesariamente una alabanza. Hay que recordar que se pueden utilizar las Escrituras como un medio de manipulación. La misma Biblia prevé esta situación, en el pasaje donde se habla de los lobos que tienen piel de ovejas. Se muestran hermosos por fuera (pero sólo por fuera).

Entonces no son los cantos en sí mismos los que nos garantizan convertirnos en adoradores al cantar. Lo que sí nos garantiza que las piezas se interpreten como una forma de alabanza, es tener a Dios con nosotros. Tarea poco sencilla, si tomamos en cuenta que fuimos creados con una característica: somos perfectibles. Es decir, nuestro desarrollo es algo que no termina. Lo que significa que estaremos fallando una y otra vez, hasta que la lección quede bien aprendida. Una de las cosas que limitan muchísimo al ser humano en su camino de fe, tiene que ver con la cultura en la que crece (o con las costumbres que aprende mientras va creciendo). Aprender a usar la boca es algo fundamental, y difícilmente se toma en cuenta. Si con la boca podemos cantar y alabar, con la boca también podemos maldecir y destruir. Dice La Biblia en la carta de Santiago en el capítulo tres, que la lengua es como una pequeña flama, capaz de incendiar todo un bosque.

Este es uno de los grandes retos, prácticamente en cualquier cultura: “aprender a no destruir”. Porque cuando destruyes, no hay cabida para Dios, y por lo tanto no hay forma de que nuestro canto se convierta en alabanza. Si algo aleja al ser humano de Dios, es el destruir a otros seres. Recordemos que en las Escrituras se cita la idea de que el que dice querer a Dios pero destruye al prójimo (y no tiene que ser con un arma, pues se puede destruir hasta con la mirada), es un mentiroso. Y el canto de un mentiroso no puede transformarse en alabanza. Debemos tomar en cuenta que quien agrede a otra persona, lo primero que hace es destruirse a sí mismo, porque está yendo en contra de su naturaleza (el ser humano no fue creado para eso). El hombre fue creado para construir, para crecer, para trascender. El hombre que construye tiene a Dios, y el que tiene a Dios puede transformar unas notas musicales en alabanza y adoración. Recibe mis mejores deseos en esta aventura que estamos iniciando: convertirnos en adoradores a través del canto.

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