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El principio del libre albedrío


Enviado por   •  8 de Agosto de 2012  •  Informes  •  544 Palabras (3 Páginas)  •  518 Visitas

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Libre Albedrío

Uno se puede preguntar: ¿cómo es posible que Dios permitió que mal material fuese incluido en el Nuevo Testamento?

La respuesta es la siguiente: uno de los principios más importantes del trabajo de Dios acerca de nuestra educación, es darnos suficiente libre albedrío, es decir, el derecho de escoger el propio camino en la vida. ¿Quieres venir a Mí? ¡Ven! ¡Toma Mi mano, Yo te ayudaré! ¿Quieres ir en la dirección opuesta? Bien, puedes ir, pero intenta encontrarme de todas maneras. Yo constantemente estaré recordándote acerca de Mí.

A lo que el hombre aspira con su mente y con la conciencia es una indicación importante para Dios sobre cómo ayudar a esta persona. A causa de aplicar este principio, Dios permite la inclusión de información que tienta en los libros Sagrados que describen el Verdadero Camino.

Nosotros podemos considerar todo esto como lecciones de psicología dadas por nuestro Maestro Más Alto. Estas lecciones incluyen pruebas frecuentes sobre nuestro avance espiritual, sobre los niveles de nuestro desarrollo intelectual y ético.

Respecto a lo antedicho, es apropiado dar unas citas del Nuevo Testamento. De la primera Epístola de Pablo a los Corintios (6:12): «Todo me está permitido, pero no todo es para mi bien (…)».

Lo mismo fue dicho por Jesús: «Ay del mundo por los tropiezos, pero es necesario que tales cosas vengan (…)» (Mateo 18:7).

El principio del libre albedrío implica que los resultados de cada fase del proceso educativo, son acumulados periódicamente en lugar de «castigar» o «premiar» por cada decisión tomada por la persona. Para ilustrarlo Jesús narró una parábola sobre un sembrador (Mateo 13:24-30):

Un hombre sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras los hombres dormían, su enemigo vino y sembró la cizaña entre el trigo y se fue. Cuando la hierba brotó y produjo grano, apareció también la cizaña. Vinieron entonces los siervos del padre de la familia y le dijeron: «¿Señor, no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Entonces, de dónde ha venido la cizaña?» Él les dijo: «Un enemigo ha hecho esto». Y los siervos le dijeron: «¿Quieres que vayamos y la arranquemos?» Pero él dijo: «No, no sea que al arrancar la cizaña arranquen también el trigo. Dejen crecer conjuntamente lo uno y lo otro hasta la siega. Y en el tiempo de la siega yo diré a los segadores: «Recojan primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla, luego recojan el trigo en mi granero». En esta parábola «las semillas» son la verdadera o falsa información. Gracias a ésta el campo puede dar buena «cosecha», así como «cizaña». Pero cada hombre tiene el tiempo necesario, hasta la «siega», para escoger, a través de la búsqueda personal y sus decisiones lo que quiere llegar a ser: «trigo» o «cizaña».

Cuando

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