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El vía Сrucis de la virgen Dolorosa


Enviado por   •  8 de Diciembre de 2014  •  Trabajos  •  2.288 Palabras (10 Páginas)  •  200 Visitas

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EL VÍA CRUCIS DE LA VIRGEN DOLOROSA ( EL DÍA 25 DE MARZO HASTA EL DÍA 30 DE MARZO)

En la Pasión y Crucifixión hay dos personajes que pagaron con sus propias vidas el precio de nuestra redención: Cristo, nuestro Salvador y redentor, que con su sangre preciosa, lavó nuestros pecados y nos abrió la puerta del Cielo.

Y María, la Madre dolorosa, la corredentora, que por su amor inmenso hacia Jesús, padece la agonía de su hijo, y así consumida de dolor, inmersa en el cáliz de la sangre redentora de su Hijo, comparte plenamente el sacrificio salvífico de Jesús. …y todo por amor a nosotros!

El Camino del Calvario, no solo fue recorrido por Cristo. La Vía dolorosa es también el camino que María recorre, acompañando y consolando a su Hijo. Su campana y su consuelo son silentes y escondidos, desde un rincón de la calle, Ella camina presenciando todo el dolor de su hijo. María desde su lugar, vive la pasión de su amado Hijo dándole la fuerza y la gracia de su amor.

Primera Estación: “Jesús condenado a Muerte”

Oh Madre Dolorosa… ¿qué sintió tu corazón cuando escuchaste la sentencia de muerte que imponían a tu adorado hijo? Tu que le diste vida, que lo llevaste en tus entrañas, que le amamantaste, que lo viste crecer, caminar, hablar … y ahora serias testigo de su muerte. !Qué dolor Madre para ti verlo recorrer el camino pedregoso y estrecho que lo llevaría hacia su crucifixión! María, Madre del injustamente condenado, se que tu hubieras querido tomar el lugar de Jesús, pero sabias que era el momento de su martirio. Y todo lo guardaste silenciosamente en tu corazón… ¡Todo lo hiciste porque confiabas en el amor del Padre!

Segunda Estación: “Jesús carga con su Cruz”

Oh Madre Dolorosa…tu que has sentido el gran dolor de ver a tu hijo con una corona de espinas enterrada en su tierna cabeza; tu que le has visto su cuerpo todo latigado, sangrando, y su carne toda llagada… Ahora tienes que ver como, sin ninguna consideración, en esa piel tan herida y adolorida, le colocan una cruz. Tu, Madre, sientes en tu corazón, el peso apremiante de ese madero que colocan sobre los hombros de tu amado Hijo. Y tu María, sin poder tomar su Cruz aunque eso era lo que tu corazón deseaba hacer. Y todo lo guardaste silenciosamente en tu corazón… ¡Todo lo hiciste porque confiabas en el amor del Padre!

Tercera Estación: “Jesús cae por primera vez”

Oh Madre Dolorosa… tu que viviste para cuidar a tu hijo, ¡qué duro fue para ti verlo ahí indefenso! María, todo tu ser reaccionó y quisiste ir a recoger a Jesús, acariciarle, mitigarle su dolor, igual que cuando niño se caía y tu le limpiabas, le curabas. Pero, no podías hacerlo, debías solo orar y pedirle al Padre Celestial, que le diera las fuerzas necesarias para continuar…Y todo lo guardaste silenciosamente en tu corazón… ¡Todo lo hiciste porque confiabas en el amor del Padre!

Cuarta Estación: “Jesús se encuentra con su Madre”

Oh Madre Dolorosa… tu corazón no aguanta más el deseo de darle un poco de cariño a tu hijo. Entonces, te adentras entre la multitud gritando el nombre que tantas veces llamabas para que fuera a comer, a estudiar: “¡Jesús, Jesús, Mi hijo…!” y por fin logras llegar a donde está tu hijo Jesús. Tus ojos llenos de lágrimas y angustia …sus ojos llenos de dolor, soledad, mendigando de los hombres un poco de amor… En ese momento tomaste fuerzas del amor que le tienes y con tu mirada silenciosa pero mucho más elocuentes que las palabras, le dices: “Adelante hijo, hay un propósito para todo este dolor… la salvación de los hombres, de aquellos a quienes quieres devolverles el poder ser hijos de Tu Padre Celestial. Y regresas, Madre, silenciosa a tu lugar, escondida entre la muchedumbre, guardando todo esto en tu corazón… ¡Todo lo hiciste porque confiabas en el amor del Padre!

Quinta Estación: “Simón Cirineo ayuda a Jesús a llevar la Cruz”

Oh Madre Dolorosa… qué alivio sentiste cuando viste que un hombre va ayudar a tu pobre y destrozado hijo, a cargar con esa cruz tan pesada. No sabes quien es ese hombre, sabes que no lo hace por amor o por compasión pues le están obligando a llevar la cruz de tu hijo. Pero lo único que sabes es que jamás olvidarás el rostro de aquel hombre que alivió el dolor de tu hijo… oras y pides a Dios que mientras carga la cruz, la sangre de Jesús, que corre por el madero, toque su corazón y le haga comprender cuánto amor se revela en esa cruz, cuánta misericordia se manifiesta en ese evento del cual el está siendo participe. Y tu, Madre recordarás por siempre el rostro del aquel extraño que desde ese momento se convirtió para ti en un hijo. Y todo lo guardaste silenciosamente en tu corazón… ¡Todo lo hiciste porque confiabas en el amor del Padre!

Sexta Estación: “Verónica limpia el rostro de Jesús”

Oh Madre Dolorosa, has estado orando y suplicando al Padre que mueva el corazón de alguien para que generosamente corra al auxilio de tu hijo. Deseabas que fuera una mujer, para que con su delicadeza maternal, aliviara tanta aspereza y brusquedad que ha recibido Jesús. Y cuando vez a la Verónica acercarse a limpiar el rostro todo desfigurado de tu hijo, sientes que tu corazón va a estallar. Ves como su velo blanco y limpio se posa sobre el rostro sangriento y sudado de tu amado Jesús… Y tu sabes Madre, que ante una acción tan amorosa, tu hijo va a dejar una huella de su presencia… El rostro de tu hijo, grabado en un velo blanco… así como está grabado en tu Inmaculado Corazón. Y todo lo guardaste silenciosamente en tu corazón… ¡Todo lo hiciste porque confiabas en el amor del Padre!

Séptima Estación: “Jesús cae por segunda vez”

Oh Madre Dolorosa… sientes que con Jesús tu también vas a caer… Tratas de ir a socorrerlo, pero un soldado te detuvo. Tu corazón parece que va a desfallecer, puedes imaginarte el dolor que debe sentir tu hijo Jesús al caer y volver a caer sobre las piedras, rasgándose las rodillas y abriéndosele más las llagas de los azotes. Madre, ¿qué sentías, qué deseabas…? Solo si pudieras llegar hacia donde estaba tu amado hijo, y le dieras un poco de agua, un poco de ternura… Madre tu querías darle todo con tal de aliviar su sufrimiento y su fatiga… Y todo lo guardaste silenciosamente en tu corazón… ¡Todo lo hiciste porque confiabas en el amor del Padre!

Octava Estación: “Las mujeres de Jerusalén lloran por Jesús”

Oh Madre

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