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Esencia Y Consecuencia Del Pecado


Enviado por   •  13 de Junio de 2013  •  6.088 Palabras (25 Páginas)  •  266 Visitas

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Introducción:

Dios es infinitamente bueno y todas sus obras son buenas. Sin embargo, nadie escapa a la experiencia del sufrimiento, de los males de la naturaleza –que aparecen como ligados a los límites propios de las criaturas-, y sobre todo a la cuestión del mal moral. ¿De donde viene el mal? "Quaerebam unde malum et non erat exitus" ("Buscaba el origen del mal y no encontraba solución") dice S. Agustín (conf.7, 7.11), y su propia búsqueda dolorosa solo encontrara salida en su conversión al Dios vivo. Porque "el misterio de la iniquidad" (2 TS 2,7) solo se esclarece a la luz del "Misterio de la Piedad" (1 Tm 3,16). La revelación del amor divino en Cristo ha manifestado a la vez la extensión del mal y la sobreabundancia de la Gracia (cf Rm 5,20). Debemos, por tanto, examinar la cuestión del origen del mal fijando la mirada de nuestra fe en el que es su único vencedor (cf Lc 11, 21-22; Jn 16. 11; 1 Jn 3,8).

El cielo es el conjunto de todos los bienes sin mezcla de mal alguno. En el cielo los buenos viven con Dios eternamente felices. Este es el único sitio donde se puede ser del todo feliz. La felicidad del cielo es difícil que la comprendamos con nuestra mentalidad terrena. Incluso en este mundo la mayor felicidad es el amor. No precisamente el amor lujuria, sino el amor espiritual. Debido al mal presente en el mundo y a la libertad humana convertida casi ya en libertinaje, es que el mundo esta lleno de los males humanos.

El hombre debe de recurrir a la felicidad humana sin esperar del otro nada….

Muchas veces tratamos de comprender el porqué de las desgracias humanas y cual es la intención de Dios sobre ellas. No entendemos el significado del odio y todos los malos sentimientos, debido a que el hombre busca la felicidad.

El siguiente trabajo nos tratara de explicar la existencia de estos sobre el hombre, la definición de tentación y el mal sobre el mundo.

Hay que tomar en cuenta las enseñanzas de Dios a través de la Sagrada Biblia, y la opinión de la Iglesia Católica a través del Catecismo de la Iglesia Católica.

El grito humano de esperanza, que aunque a veces no se refleja en el hombre, es aquel que llama a un mundo de armonía y paz sin sentimiento de culpa, y sin odio y rencor; sin embargo el mundo actual refleja todo lo contrario. Actualmente el mundo refleja una envidia por el prójimo, un mundo en el que reina el placer y la satisfacción personal, un mundo en el que los valores la moral y la ética van de segunda mano.

Esta es la realidad del mundo frente al mal que cada vez prolifera más y sigue haciéndolo, disminuyendo, a la vez que el mal aumenta, los que defienden a la bondad y disminuyendo también los seguidores de Cristo.

*Y líbranos del mal: (Oración del Padre Nuestro –Catecismo Pág. 620- )

La última petición a nuestro Padre está también contenida en la oración de Jesús: "No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno" (Jn 17, 15). Esta petición concierne a cada uno individualmente, pero siempre quien ora es el "nosotros", en comunión con toda la Iglesia y para la salvación de toda la familia humana. La Oración del Señor no cesa de abrirnos a las dimensiones de la Economía de la salvación. Nuestra interdependencia en el drama del pecado y de la muerte se vuelve solidaridad en el Cuerpo de Cristo, en "comunión con los santos" (cf RP 16).

En esta petición, el mal no es una abstracción, sino que designa una persona, Satanás, el Maligno, el ángel que se opone a Dios. El "diablo" ("dia-bolos") es aquél que "se atraviesa" en el designio de Dios y su obra de salvación cumplida en Cristo.

"Homicida desde el principio, mentiroso y padre de la mentira" (Jn 8, 44), "Satanás, el seductor del mundo entero" (Ap 12, 9), es aquel por medio del cual el pecado y la muerte entraron en el mundo y, por cuya definitiva derrota, toda la creación entera será "liberada del pecado y de la muerte" (MR, Plegaria Eucarística IV). "Sabemos que todo el que ha nacido de Dios no peca, sino que el Engendrado de Dios le guarda y el Maligno no llega a tocarle. Sabemos que somos de Dios y que el mundo entero yace en poder del Maligno" (1 Jn 5, 18-19):

El Señor que ha borrado vuestro pecado y perdonado vuestras faltas también os protege y os guarda contra las astucias del diablo que os combate para que el enemigo, que tiene la costumbre de engendrar la falta, no os sorprenda. Quien confía en Dios, no tema al demonio. "Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? (Rm 8, 31) (S. Ambrosio, sacr. 5, 30).

La victoria sobre el "príncipe de este mundo" (Jn 14, 30) se adquirió de una vez por todas en la hora en que Jesús se entregó libremente a la muerte para darnos su vida. Es el juicio de este mundo, y el príncipe de este mundo ha sido "echado abajo" (Jn 12, 31; Ap 12, 11). "El se lanza en persecución de la Mujer" (cf Ap 12, 13-16), pero no consigue alcanzarla: la nueva Eva, "llena de gracia" del Espíritu Santo es liberada del pecado y de la corrupción de la muerte (Concepción Inmaculada y Asunción de la santísima Madre de Dios, María siempre virgen). "Entonces despechado contra la mujer, se fue a hacer la guerra al resto de sus hijos" (Ap 12, 17). Por eso, el Espíritu y la Iglesia oran: "Ven, Señor Jesús" (Ap 22, 17.20), ya que su venida nos librará del Maligno.

Al pedir ser liberados del Maligno, oramos igualmente para ser liberados de todos lo males presentes de los que él es autor o instigador. En esta última petición, la Iglesia presenta al Padre todas las desdichas del mundo. Con la liberación de todos los males que abruman a la humanidad, implora el don precioso de la paz y la gracia de la espera perseverante en el retorno de Cristo. Orando así, anticipa en la humildad de la fe la recapitulación de todos y de todo en Aquel que "tiene las llaves de la muerte y del Hades" (Ap 1, 18), "el Dueño de Todo, Aquel que es, que era y que ha de venir" (Ap 1, 8; cf Ap 1, 4):

Líbranos de todos los males Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.

¿Qué es una tentación?

- Es aquella falsa propuesta que el diablo nos hace para satisfacer una necesidad o un deseo, que sin embargo tiene como verdadero significado el perder la gracia.

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