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Historia De La Iglesia Catolica


Enviado por   •  30 de Septiembre de 2013  •  11.468 Palabras (46 Páginas)  •  1.369 Visitas

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LA HISTORIA VERDADERA DE LA IGLESIA

R.P. Pedro Herrasti, S. M.

ARQUIDIOCESIS PRIMADA DE MÉXICO

NIHIL OBSTAT 24 de mayo de 1999 Pbro. José Luis Guerrero Rosado Censor Eclesiástico

IMPRIMATUR 25 de mayo de 1999 Pbro. Guillermo Moreno Bravo vicario General

Introducción

Los católicos vivimos intimidades, acobardados, debido a una sucia campaña, muy bien orquestada desde hace siglos, por una supuesta "historia negra" de la Iglesia. Lamentablemente los católicos ignorantes, incautos o miedosos, no hemos aprendido y aún no sabemos reaccionar valientemente ante las agresiones de los enemigos de la Iglesia.

Ya es hora, dice el Cardenal Giacomo Biffi, "de que nos demos cuenta del montón de opiniones arbitrarias, de deformaciones sustanciales y de auténticas mentiras que pesan sobre la historia de la Iglesia".

Desde los años de la escuela Primaria, debido al Texto único impuesto en México por el gobierno, nos han asustado con el "oscurantismo" de la Edad Media, con la terrible Inquisición española, (sin mencionar, evidentemente las inquisiciones protestantes), la conquista de América a la que acusan de genocidio, el sonado caso de Galileo, la guerra Cristera, etc.

El alumno promedio, no dado, corno buen mexicano, a investigar, a estudiar, a leer, se queda con esa negativa impresión sufriendo interiormente el choque entre su fe católica y la vergüenza de seco.

Es por eso que la Sociedad EVC, apoyando la campaña del semanario DESDE LA FE, publica un muy breve resumen de la auténtica historia de la Iglesia que muchos católicos ignoran.

Para empezar:

Cuando tratamos temas históricos, es necesario, antes que nada, ser ecuánimes e intransigentes en la búsqueda de la verdad: saber llamar al pan, pan y al vino, vino, cosa que puede costar mucho trabajo cuando los hechos no nos favorecen. No por nada el único problema con el que se enfrentó la Secretaría de Educación Pública para editar los nuevos textos únicos y gratuitos, fue el del terreno histórico en el que han manipulado la verdad a su antojo por décadas enteras.

La Iglesia Católica tiene que reconocer, como dice irónicamente el Cardenal Biffi, que "hay obispos que son asnos", pero también sabe ver que Dios, "con materia defectuosa y pobre, se las ha arreglado para modelar en cada época, una obra maestra, resplandeciente de verdad absoluta y belleza sobrehumana".

Ese prodigio se llama Iglesia Católica, nuestra Iglesia.

Una mirada de Fe.

Antes que nada, al analizar una realidad tan compleja como es la Iglesia, debemos acercarnos como creyentes: de otra manera no comprenderemos el porqué de muchas cosas, como por ejemplo la posición de la Iglesia ante el martirio, o ante hechos no comprobabas por la ciencia en un laboratorio como es la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía. Los católicos podemos darnos el lujo, por la Fe, de conocer más de lo que la ciencia pueda demostrar.

La Fe nos permitirá aceptar hechos deshonrosos sin perder la serenidad, sabiendo que por encima de todos los errores humanos de los católicos, está Dios haciendo su historia en la humanidad.

La Iglesia es Una en el tiempo.

Es muy interesante cómo los enemigos de la Iglesia, la acusan de supuestos errores del pasado. A nadie se le ocurriría culpar al Presidente actual del asesinato de Francisco I. Madero. Al tratar así a la Iglesia, sin quererlo ellos, están reconociendo su maravillosa identidad a través de los siglos: la tratan casi como a una persona, responsable de sus hechos pasados. Su acusación se convierte paradójicamente en un reconocimiento de la unidad, de la permanencia y de la vida eterna de la Iglesia.

La Verdad debe ser completa.

La mínima honestidad intelectual nos obliga a aceptar toda verdad comprobada, aunque fuera adversa, pero también a rechazar la manipulación de medias verdades.

Por ejemplo, se quiere restar credibilidad a la Iglesia con argumentos como la frivolidad del Papa Borgia, Alejandro VI, que tuvo hijos, pero se omite que fue un Papa excelente durante su pontificado y que el haber tenido descendencia acto reprobable personal, no de la Iglesia ocurrió muchos años antes de ser el Vicario de Cristo.

Un testimonio valedero.

Leo Moulin, historiador francés, ateo y exmasón afirma sin ambages: "Tras un balance de veinte siglos de cristianismo, las luces prevalecen ampliamente sobre las tinieblas".

LOS PRIMEROS SIGLOS.

Recordemos antes que nada, que en tiempos de Jesucristo, el Imperio Romano dominaba absolutamente toda la cuenca del Mar Mediterráneo, desde España, hasta Marruecos, abarcando desde la lejana Inglaterra, Francia, Italia, los Balcanes, Grecia, la actual Turquía, Líbano, comprendiendo por supuesto el actual Israel o Palestina, Egipto, Libia y Argelia. Hablaban del Mediterráneo como del "Mare Nostrum". Era "su" mar. Este hecho, en cierta manera facilitó la difusión del Evangelio ya que los Apóstoles y los primeros cristianos pudieron trasladarse fácilmente por todo el imperio.

Algo humanamente incomprensible.

En los primeros trescientos años, los cristianos, un puñado de hombres ignorantes y sin importancia, en medio de cruentas persecuciones, pudieron cristianizar todo el mundo entonces conocido, cuna de tantas culturas y civilizaciones. ¿Cómo pudieron evangelizar todo el Imperio Romano, la cultura grecoromana, cambiar la estructura imperial y marginar las religiones tradicionales? ¿Qué estrategia desplegaron, qué capacidad de atracción tenían? ¿Cómo pudieron conquistar tantas almas cínicas y desengañadas, corrompidas con toda clase de excesos y vicios?

La respuesta no es simple: por un lado el mensaje mismo del Evangelio, mensaje de caridad, de paz, de trascendencia eterna, vino a dar cumplimiento a las aspiraciones de los mejores hombres. El testimonio heroico de los mártires con su sangre derramada por Cristo, impactó fuertemente a muchos. Pero en la base de todo estuvo, como lo está ahora mismo, la acción del Espíritu Santo, que suscitó hombres de la talla de San Justino, Ignacio de Antioquía, Irineo Ambrosio, Jerónimo, Hilario de Poitiers, Agustín y tantos otros, que supieron comunicarle al hombre culto y al ignorante la esperanza cristiana y decirle también como debían comportarse en el mundo pagano, transformando

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