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Hora Santa.


Enviado por   •  25 de Agosto de 2014  •  1.049 Palabras (5 Páginas)  •  437 Visitas

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“La casa estaba construida sobre roca”

ADORACIÓN.-

Lector: Jesús Sacramentado, nos acercamos a ti en esta Hora Santa para construir nuestra vida sobre la roca firme de tu amor. Tenemos sed de ti, Jesús Sacramentado, de encontrarnos contigo, de dejarnos guiar por ti en este momento de oración. Jesús Sacramentado, danos el don de construir nuestra vida sobre la roca firme de tu amor. Jesús amigo, contigo cada día es una bella oportunidad para hacer crecer nuestro amor por ti y por los demás. Ayúdanos a darte un “sí” en cada momento de nuestra vida, viviendo con la consciencia de que nos creaste para ser santos y que la santidad no es sino una respuesta de amor, en cada momento del día, en lo pequeño y en lo grande. Jesús Sacramentado, ayúdanos a abrirte nuestro corazón para escuchar tu Palabra y así podamos cumplir la voluntad de Dios Padre y ser colaboradores en la extensión del Reino entre nosotros.

Oración en silencio. Música.

ESCUCHAR.-

Lector: del Evangelio según san Mateo 7, 21-29.

“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: ‘No todo el que me diga: ¡Señor, Señor!, entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumpla la voluntad de mi Padre, que está en los cielos. Aquel día muchos me dirán: ¡Señor, Señor!, ¿no hemos hablado y arrojado demonios en tu nombre y no hemos hecho, en tu nombre, muchos milagros? Entonces yo les diré en su cara: Nunca los he conocido. Aléjense de mí, ustedes, los que han hecho el mal. El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica, se parece a un hombre prudente, que edificó su casa sobre roca. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos y dieron contra aquella casa; pero no se cayó, porque estaba construida sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica, se parece a un hombre imprudente, que edificó su casa sobre arena. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos, dieron contra aquella casa y la arrasaron completamente’. Cuando Jesús terminó de hablar, la gente quedó asombrada de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas”.

Palabra del Señor.

Lector: Se dicen tantas palabras bonitas en este mundo. Tú lo sabes, Señor Jesús. Todos los días, desde hace siglos, muchos claman a ti, te dicen “Señor, Señor”, enseñan, aconsejan o regañan en tu nombre; afirman realizar milagros, también en tu nombre, curar enfermedades o sacar demonios, todo en tu nombre. Pero ninguno entrará en el Reino sino cumple la voluntad del Padre que está en el cielo, si con sus palabras y sus obras no busca realizar el proyecto de Dios. ¡Qué difícil resulta a veces concentrarnos en las cosas de Dios y no en las nuestras! ¡Qué difícil es presentar proyectos en tu nombre que no son sino planes personales disfrazados! ¡Qué cómodo es pedirte favores en beneficio propio y a la vez hacer caso omiso de tus enseñanzas! Así somos, Señor Jesús: prontos para suplicarte “Señor, Señor” y lentos para cumplir la voluntad del Padre celestial; apurados para buscar tu intercesión pero perezosos para cambiar nuestra manera de vivir. Pensamos ser muy amigos tuyos, pero de hecho vivimos alejados de ti. Lo aceptamos y lo confesamos: a veces también nosotros nos merecemos tu veredicto: “Nunca los he conocido. Aléjense de mí”.

Señor Jesús, tú eres nuestro Maestro, nos enseñas con autoridad, tu palabra vale mucho para nosotros, es como la roca

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