Jugando Con Mariposas

JUGANDO CON MARIPOSAS.-

090814.

En la misma calle de siempre, la cual he recorrido durante toda mi vida, allí están las casas de mis vecinos y de otras familias que hemos caminado por las aceras y en tiempo de lluvias, hemos buscado las orillas más altas para evitar mojarnos los zapatos, y llegar a las casas, secos.

De veras que amo estas calles de asfalto y bordes rotos, y que ahora son parte de mí y de mis sueños, pues, parecía que recorríamos de un lado a otro estas calles y podíamos correr rodeados por sendas mariposas que revoloteaban tranquilas y que se dejaban tocar y acariciar con las manos y nuestros pies, mientras el viento le impregnaba un acento mayúsculo a esta escena, allí estaban también mis amigos de la infancia, aquellos que crecimos juntos y como cada uno fue tomando su camino, y formando su familia, y abrazando a sus hijos.

Ahora son las mariposas quienes nos llevan al encuentro de nuestros recuerdos y nuestras sospechas, han llegado más personas, apenas si nos conocemos pues pasan centenares de gentes que no conocemos, son de tez blanca o morena, bajos o altos, mujeres jóvenes o más maduras cargando niños, o llevando entre sus manos bolsas de plástico del “súper”, mirando desde la puerta de mi casa, un mundo de personas camina despacio o de prisa, siempre cuidándose las espaldas de los innumerables automóviles que también exigen su paso a toda costa primero que las personas, son varios taxis que se apresuran para “hacer base” y cargar pasaje lo más pronto posible, pues es la mejor hora del día en que las amas de casa viene a hacer sus compras y buscan con frenesí un “libre” o uno que hace base.

Las mariposas se dejan admirar, como en cámara lenta, vuelan a ras de tierra en mi calle de asfalto carcomido y con baches por todos lados, embellecen uno a uno los vehículos que están varados porque es sábado y “hoy no circulan”, son carros en su mayoría viejos y olvidados por sus dueños porque se hicieron viejos, el sol les quemo la pintura, y la lluvia los lleno de óxido, y sus llantas perdieron el aire, y enflaquecieron y se vencieron tocando casi a ras el suelo.

¿De dónde vinieron todas estas mariposas, no creo que sean las de Michoacán que se les conoce como las mariposas monarcas, porque sus colores son más defeños, no creo haberlas visto antes de este día, la gente pasa por mi calle y deambula sumida en sus pensamientos, y con el palmo de su mano se las quita del rostro, pues algunos hasta les tienen miedo, pues no saben que son mariposas, pues en esta ciudad no es común ver bellas mariposas.

Pero en mi atmosfera personal todavía, me asombro de ver su belleza, son mariposas traídas por los fuertes vientos del antiguo lago de Texcoco, pero si casi está seco, o rodeado de casas y de más casas, pero por doquiera se oye un fuerte rumor de que su presencia aquí en la capital presagia muerte y desolación, aunque no creo que sea para tanto pues los niños dejaron por un rato el uso del celular, y dejaron de enviar “whats apps” a sus amigos, o los sorprendieron enviándoles fotografías de estas mariposas azules, con vivos naranjas, y vetas rojizas, y chispas de morado y rosa.

Las casas de mis amigos se han llenado de mariposas, al principio trajeron gran asombro, pero ahora anidaron en los closets y viejos armarios y roperos donde hay un sin número de cosas, nosotros acostumbramos guardar todo en el viejo ropero, y que mejor lugar para nuestras visitas aladas que los mismos roperos, si es el mejor lugar para nuestras “visitas”, las mariposas no son violentas, no, sino simplemente, revolotean al sonido de la voz de los niños de mi calle, de un momento a otro los automovilistas se bajaron de sus vehículos, porque sus hijos querían agarrar a las mariposas y ver que se siente, las mariposas se dejan querer, la alegría

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