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LA FAMILIA SEGÚN EL PAPA FRANCISCO

Regina Morales MourraEnsayo10 de Agosto de 2015

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Encuentro Matrimonial Mundial[pic 1]

LA FAMILIA SEGÚN EL PAPA FRANCISCO  

  1. ORACION.  Por el matrimonio anfitrión. (3 min.)

  1. CANCION: La Oración por la Familia. (P. Zezinho) (5 min.) 

https://www.youtube.com/watch?v=RFbuRz0bYXQ

  1. REGLAS DE COMUNIDAD (3 min.)

  1. OBJETIVO: Motivar a los parejas a vivir en familia los valores de la oración, la conservación de la fe y la propagación del Evangelio con su testimonio de vida diario, y además el valor de la alegría.

 

  1. LECTURA DE VATICANO II,  Lumen Gentium 35 (Textual, un esposo)

“…es de gran valor aquel estado de vida que esta santificado por un especial sacramento, a saber, el estado de vida matrimonial y familiar. Allí se da un ejercicio y una hermosa escuela para el apostolado de los laicos donde la religión cristiana penetra toda la institución de la vida y la transforma cada día más.  Allí los cónyuges tienen su propia vocación:  ser el uno para el otro y para sus hijos testigos de la fe y del amor de Cristo.  La familia cristiana proclama muy alto tanto las presentes virtudes del Reino de Dios como la esperanza de la vida bienaventurada.  Y así, con su ejemplo y testimonio, acusa al mundo de pecado e ilumina a los que buscan la verdad.”

  1. REFLEXION PERSONAL.

El matrimonio que predica la charla pide que escriban en los cuadernos la reflexión de siguientes pregunta:

¿Qué me dice esta lectura  y a qué me llama?  (3 min)

(No hay diálogo ni compartir abierto)

 

  1. CONTENIDO

  1. La Familia Ora

A.- LECTURA BIBLICA: Lucas 18,9-14 (Se lee dos veces directamente de La Biblia, una vez cada esposo)

Se reparte el Volante de la Homilía del Papa Francisco.

B. Reflexión del Papa Francisco sobre esta lectura (Leer textualmente, un esposo):

Lo que leeremos a continuación es la Homilía del Santo Padre Francisco en la Santa Misa de Clausura de la Peregrinación de las Familias del Mundo a Roma en el Año de la Fe. Domingo 27 de octubre de 2013:

El texto del Evangelio “pone en evidencia dos modos de orar, uno falso – el del fariseo – y el otro auténtico – el del publicano. El fariseo encarna una actitud que no manifiesta la acción de gracias a Dios por sus beneficios y su misericordia, sino más bien la satisfacción de sí. El fariseo se siente justo, se siente en orden, se pavonea de esto y juzga a los demás desde lo alto de su pedestal. El publicano, por el contrario, no utiliza muchas palabras. Su oración es humilde, sobria, imbuida por la conciencia de su propia indignidad, de su propia miseria: este hombre en verdad se reconoce necesitado del perdón de Dios, de la misericordia de Dios. La del publicano es la oración del pobre, es la oración que agrada a Dios que, como dice (Si 35,16) «sube hasta las nubes», mientras que la del fariseo está marcada por el peso de la vanidad.

A la luz de esta Palabra, quisiera preguntarles a ustedes, queridas familias: ¿Rezan alguna vez en familia? Algunos sí, lo sé. Pero muchos me dicen: Pero ¿cómo se hace? Se hace como el publicano, es claro: humildemente, delante de Dios. Cada uno con humildad se deja ver del Señor y le pide su bondad, que venga a nosotros. Pero, en familia, ¿cómo se hace? Porque parece que la oración sea algo personal, y además nunca se encuentra el momento oportuno, tranquilo, en familia… Sí, es verdad, pero es también cuestión de humildad, de reconocer que tenemos necesidad de Dios, como el publicano. Y todas las familias tenemos necesidad de Dios: todos, todos. Necesidad de su ayuda, de su fuerza, de su bendición, de su misericordia, de su perdón. Y se requiere sencillez. Para rezar en familia se necesita sencillez. Rezar juntos el “Padrenuestro”, alrededor de la mesa, no es algo extraordinario: es fácil. Y rezar juntos el Rosario, en familia, es muy bello, da mucha fuerza. Y rezar también el uno por el otro: el marido por la esposa, la esposa por el marido, los dos por los hijos, los hijos por los padres, por los abuelos… Rezar el uno por el otro. Esto es rezar en familia, y esto hace fuerte la familia: la oración”.*

C. COMPARTIR DEL MATRIMONIO QUE COMPARTE LA CHARLA (E y E)

Compartan cómo rezan en familia y cómo con humildad todos juntos se muestran  al Señor y le piden su bondad su misecordia, para que Él se instale en su hogar y su familia crezca en amor. Como se expresan en familia la necesidad de Su ayuda, de Su fuerza, de Su bendición, de Su misericordia y de Su perdón. Cómo rezan el Padre Nuestro y el Santo Rosario en familia. Como en la familia rezan los unos por los otros, por los hijos y los demás miembros de la familia (padres, suegros, abuelos y amigos), etc.  

2.- La Familia Conserva la Fe. Leer textualmente (un esposo):

A.- “El apóstol Pablo, al final de su vida, hace un balance fundamental, y dice: «He conservado la fe» (2 Tm 4,7) ¿Cómo la conservó? No en una caja fuerte. No la escondió bajo tierra, como aquel siervo un poco perezoso. San Pablo compara su vida con una batalla y con una carrera. Ha conservado la fe porque no se ha limitado a defenderla, sino que la ha anunciado, irradiado, la ha llevado lejos. Se ha opuesto decididamente a quienes querían conservar, «embalsamar» el mensaje de Cristo dentro de los confines de Palestina. Por esto ha hecho opciones valientes, ha ido a territorios hostiles, ha aceptado el reto de los alejados, de culturas diversas, ha hablado francamente, sin miedo. San Pablo ha conservado la fe porque, así como la había recibido, la ha dado, yendo a las periferias, sin atrincherarse en actitudes defensivas.

También aquí, podemos preguntar: ¿De qué manera, en familia, conservamos nosotros la fe? ¿La tenemos para nosotros, en nuestra familia, como un bien privado, como una cuenta bancaria, o sabemos compartirla con el testimonio, con la acogida, con la apertura hacia los demás? Todos sabemos que las familias, especialmente las más jóvenes, van con frecuencia «a la carrera», muy ocupadas; pero ¿han pensado alguna vez que esta «carrera» puede ser también la carrera de la fe? Las familias cristianas son familias misioneras…Son misioneras también en la vida de cada día, haciendo las cosas de todos los días, poniendo en todo la sal y la levadura de la fe. Conservar la fe en familia y poner la sal y la levadura de la fe en las cosas de todos los días”.*

B. COMPARTIR DEL MATRIMONIO QUE COMPARTE LA CHARLA(E y E)

Compartan cómo su familia manifiesta que conserva su fe: compartiéndola con su testimonio de amor, apoyando las actividades de su parroquia, en su trabajo, con la acogida en su hogar a sus familiares, hospedando a sacerdotes y parejas que vienen a participar en actividades eclesiales en la ciudad y  con la acogida de las parejas de su comunidad; siendo una familia misionera, con su testimonio,  en la vida de cada día, haciendo con amor las cosas sencillas de todos los días.

3.- La Familia Vive la Alegría. Leer textualmente (un esposo):

A.- “En el Salmo 33,3 se encuentra esta expresión: «Los humildes lo escuchen y se alegren». Todo este Salmo es un himno al Señor, fuente de alegría y de paz. Y ¿cuál es el motivo de esta alegría? Es éste: El Señor está cerca, escucha el grito de los humildes y los libra del mal. Lo escribía también San Pablo: «Alegraos siempre… el Señor está cerca» (Flp 4,4-5). Me gustaría hacer una pregunta hoy. Pero que cada uno la lleve en el corazón a su casa, ¡eh! Como una tarea a realizar. Y responda personalmente: ¿Hay alegría en tu casa? ¿Hay alegría en tu familia? Den ustedes la respuesta.

Queridas familias, ustedes lo saben bien: la verdadera alegría que se disfruta en familia no es algo superficial, no viene de las cosas, de las circunstancias favorables… la verdadera alegría viene de la armonía profunda entre las personas, que todos experimentan en su corazón y que nos hace sentir la belleza de estar juntos, de sostenerse mutuamente en el camino de la vida. En el fondo de este sentimiento de alegría profunda está la presencia de Dios, la presencia de Dios en la familia, está su amor acogedor, misericordioso, respetuoso hacia todos. Y sobre todo, un amor paciente: la paciencia es una virtud de Dios y nos enseña, en familia, a tener este amor paciente, el uno por el otro. Tener paciencia entre nosotros. Amor paciente. Sólo Dios sabe crear la armonía de las diferencias. Si falta el amor de Dios, también la familia pierde la armonía, prevalecen los individualismos, y se apaga la alegría. Por el contrario, la familia que vive la alegría de la fe la comunica espontáneamente, es sal de la tierra y luz del mundo, es levadura para toda la sociedad. Queridas familias, vivan siempre con fe y simplicidad, como la Sagrada Familia de Nazaret.”*

B. COMPARTIR DEL MATRIMONIO QUE COMPARTE LA CHARLA (E y E)

Compartan como después del FDS luchan por construir, hacer crecer y mantener un ambiente de paz, armonía y alegría en su hogar, apoyándose mutuamente, reduciendo las críticas de los unos a los otros y entre los hijos. Aumentado la presencia de Dios en la familia, mediante evitar las actitudes egoístas, las caras paradas, los modales bruscos y los comportamientos odiosos,  buscando que todos  en la familia se agraden unos a los otros y se traten con respeto y paciencia, para que los hijos se sientan amados y valorados. Yendo todos juntos como familia a hacer ejercicio físico, a la misa dominical a visitar los familiares y a las familias de los amigos. También tomando los alimentos y orando todos juntos como familia y  enseñándole a sus hijos valores humanos y virtudes, tales como ayudar a los menesterosos.

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