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La Gracia Soberana


Enviado por   •  1 de Abril de 2013  •  Tesis  •  7.094 Palabras (29 Páginas)  •  319 Visitas

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La Gracia Soberana

por D.L. Moody, 1891

LA GRACIA SOBERANA

SU FUENTE, SU NATURALEZA,

Y SUS EFECTOS

POR

D. L. MOODY

“POR GRACIA SOIS SALVOS”. Efesios ii. 8.

CON CUATRO “DIÁLOGOS DEL EVANGELIO”.

Traducción al español de Adolfo Ricardo Ybarra y Julio José Ybarra

© Copyright 2000 Adolfo Ricardo Ybarra y Julio José Ybarra

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CONTENIDO

Nota Introductoria

Capítulo I: La fuente de la gracia

Capítulo II: Salvado solamente por la gracia

Capítulo III: Poseyendo y “haciendo obrar hacia afuera”

Capítulo IV: Gracia abundante para el primero de los pecadores

Capítulo V: La ley y la gracia

Capítulo VI: Gracia para vivir

Capítulo VII: Gracia para servir

Capítulo VIII: “Un repicar de las campanas del evangelio”

Diálogo I: Que es ser un hijo de Dios

Diálogo II: Como volverse un hijo de Dios

Diálogo III: Que es ser convertido

Diálogo IV: Salvación

NOTA INTRODUCTORIA.

EN el ejercicio de su llamado de lo alto, el fiel embajador de Cristo no debe tener ningún escrúpulo para declarar todo el consejo de Dios, “trazando bien la palabra de verdad”, a todas las clases de oyentes. Él debe advertir al hombre abiertamente malo que si persiste en sus malos caminos, los juicios justos de Dios le darán alcance inevitablemente; él debe desenmascarar al hipócrita; él no debe pronunciar ninguna protesta dubitativa contra los caminos torcidos y desviados del egoísta y el oportunista. Pero si él entra en el Espíritu de su Maestro, ninguna parte de su trabajo público será más acorde o deleitable que la proclamación de la plena, gratuita, y SOBERANA GRACIA de Dios, manifestada hacia los hombres pecadores en el regalo de Su Hijo Eterno, para ser el Salvador del mundo.

Ha sido mi feliz privilegio en los años pasados decir abiertamente, como mejor pude, esta maravillosa historia de la gracia redentora. Las siguientes páginas registran las direcciones que yo he dado en los diversos aspectos de este gran asunto. Oro a Dios que en su forma impresa ellas puedan servir para ahondar en la mente del lector el aprecio de esta gracia, a la vez tan infinita como tan inmerecida.

El capítulo titulado “Un Repicar de las Campanas del Evangelio”, aunque no surge estrictamente del tema general, está en perfecta armonía con él; cada nota repicada está destinada a hacer resonar la invitación de gracia para “Venir” al Dios de toda gracia y ser bendecidos. Los Diálogos que forman la última parte del libro fueron oídos con mucho interés y provecho en algunas de las reuniones de Londres; yo pienso que la lectura de ellos será útil quitando muchos de los estorbos que impiden a los buscadores ansiosos aceptar sin retraso la salvación que Dios en Su gracia ha provisto a los pecadores hijos de los hombres.

D.L. Moody

CAPÍTULO 1.

LA FUENTE DE LA GRACIA.

HAY algunas palabras con las que nosotros hemos estado bastante familiarizados desde nuestra infancia, y probablemente hay pocas palabras en el idioma inglés que se usen tan a menudo como esta palabra: “GRACIA”. Muchos de ustedes en su mesa dicen “gracia” tres veces por día. Usted raramente va a una iglesia sin oír mencionar la palabra. Usted raramente lee cualquier parte del Nuevo Testamento, sobre todo las Epístolas, sin encontrar la palabra.

Probablemente no haya una palabra en el lenguaje tan poco entendida. Hay muchos que han recibido la gracia de Dios en su corazón, pero que, si fuesen interrogados acerca de lo que la palabra significa serían turbados, desconcertados, e incapaces de decirlo. Yo experimenté la gracia de Dios una buena cantidad de años antes de que realmente supiera el verdadero significado de la palabra.

Ahora bien, la gracia significa misericordia inmerecida, favor inmerecido. Si los hombres se dieran cuenta de este hecho, ellos no estarían hablando sobre su propio mérito cuando nosotros les pedimos que vengan a Cristo. Cuando la verdad de que Cristo vino a salvar al indigno amanezca en ellos, entonces aceptarán la salvación. Pedro llama a Dios “el Dios de toda gracia” (1 Pedro 5:10).

Los hombres hablan sobre gracia, pero, por lo general, saben muy poco sobre ella. Cuando un hombre de negocios va a uno de sus banqueros para pedir prestado unos cientos de dólares por sesenta o noventa días; si él está bien capacitado para pagar, el banquero le prestará quizás el dinero si puede conseguir que otro hombre responsable firme el pagaré junto con él. Ellos dan lo que llaman tres días de gracia después de que han expirado los sesenta o noventa días; pero ellos harán pagar al que tomó prestado el interés que daría el dinero durante estos tres días, y si él no devuelve el capital y los intereses en el momento fijado, ellos venderán sus bienes; le sacarán quizás de su casa, y tomarán hasta el último mueble de su posesión. Eso no es gracia en absoluto; pero eso ilustra claramente la idea que

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