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La Resurreccion


Enviado por   •  19 de Abril de 2014  •  619 Palabras (3 Páginas)  •  204 Visitas

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¿SABE qué tienen en común el marinero que navega por el océano, el excursionista que atraviesa el desierto y el aviador que vuela entre las nubes? Que todos ellos se verán en graves problemas si no disponen de algún aparato para orientarse. No tiene por qué ser muy moderno; basta con una sencilla brújula.

2 En esencia, una brújula es un círculo con una aguja imantada que apunta al norte. Pero si funciona como debe, puede salvarnos la vida, y más si contamos con un mapa fiel. Pues bien, Jehová nos ha hecho un regalo que se parece a la brújula (Santiago 1:17). Nos referimos a la conciencia. Sin ella, estaríamos completamente perdidos. Cuando la usamos bien, nos ayuda a hallar nuestro rumbo en la vida y a no salirnos del camino correcto. Como vemos, es un regalo muy valioso. Por ello, conviene examinar qué es la conciencia y cómo funciona, y luego analizar los siguientes puntos: 1) cómo educamos la conciencia; 2) por qué debemos tomar en cuenta las conciencias ajenas, y 3) qué beneficios obtenemos al mantener una buena conciencia.

"Cuando acercamos nuestra mano al fuego recibimos una señal de alerta. De inmediato nuestros receptores sensorios nos ponen sobre aviso del peligro y alejamos la mano del fuego. ¿Pero que hay si hubiéramos desarrollado un fuerte callo en la mano? En ese caso sus sentidos estarían bloqueados; debido al tejido encallecido, la zona en peligro se haría insensible y no respondería (1 Tim. 4:2)."

si nosotros no tenemos cuidado nuestra conciencia podría quedar cauterisada como si fuera hierro de marcar asi como cuando se marca a las reses con un hierro al rojo vivo su piel se quema y se forma una cicatriz,del mismo modo queda la conciencia de mchos muerta ya no sienten mas dolor por eso cada ves que hacen algo malo;no les avisa ni les produce remordimiento alguno culpabilidad o vergüenza esas personas an perdido el sentimiento de culpa y por eso ya no les preocupa

10 Si obramos mal, la conciencia puede acusarnos e incluso mortificarnos. Así le sucedió a un joven que se descarrió de “los senderos [...] de la justicia” cuando apenas comenzaba a andar por ellos. Se hizo adicto a la pornografía y a la marihuana. En las reuniones tenía remordimientos, y en la predicación se sentía hipócrita. Por eso, abandonó por completo las actividades cristianas. “Poco me imaginaba —explica él— que la conciencia iba a seguir pidiéndome cuenta de mis actos. Aun así, me comporté como un necio durante cuatro años.” Luego comenzó a plantearse la idea de regresar a la verdad. Aunque pensaba que Jehová no iba a querer escucharlo, le oró de todos modos y le pidió perdón. No habían pasado ni diez minutos cuando su madre fue a visitarlo y lo animó a volver a las reuniones. Hizo caso del consejo y le pidió a un anciano ayuda para estudiar la Biblia. Con el tiempo se bautizó, y hoy da gracias a Jehová por haberle salvado la vida.

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