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RESURRECCIÓN DE JESÚS


Enviado por   •  22 de Noviembre de 2013  •  4.628 Palabras (19 Páginas)  •  224 Visitas

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TESIS 14. LA RESURRECCIÓN DE JESÚS.

1. Importancia de la resurrección en la composición y estructura de los testi-monios neotestamentarios y en la variedad de sus expresiones lingüísticas.

Los evangelios se escriben a la luz de la pascua.Lo que está al final de ellos es el comienzo.

1.1. El lenguaje de la resurrección.

Es polisémico. Nos interesa indicar es que el fenómeno de la resurrección de Jesús supera la experiencia ordinaria y las posibilidades del lenguaje. Nos encon-tramos ante lo que R. Schnackenburg llama una “barrera del lenguaje” . No sólo se trata de una realidad-límite inexpresable conceptualmente, sino de una reali-dad-límite de tipo escatológico: la experiencia de lo escatológico en la historia ante la que todo lenguaje fracasa.

De aquí podemos extraer dos consecuencias complementarias:

1) que ningún lenguaje puede expresar unívocamente la resurrección de Jesús; y al mismo tiempo.

2) la necesidad de una pluralidad de lenguajes para tratar de expresar lo mejor posible lo que le ocurrió a Jesús y el contenido de la experiencia pascual.

Por eso no sorprende que los autores del NT recurrieran al lenguaje religioso y simbólico que les ofrecía el AT para tratar de expresar el mensaje de la resurrec-ción de Jesús.

a) Lo que no quiere decir “resucitar”

El NT no presenta la resurrección de Jesús ni como la vuelta de un ca-dáver a la vida (milagros de resurrección), ni como la marcha al cielo de un ser arrebatado espectacularmente del mundo (Elías, Henoc). La presenta como la acción escatológica de Dios por la que lo último irrumpe en la his-toria y en la que se empieza a manifestar la autentica realidad de Jesús.

b) ¿De qué estamos hablando?

Dado que nos resulta directamente inaccesible la realidad de la resu-rrección, por cuanto que se trata de un acontecimiento escatológico del que no podemos tener una referencia empírica, sólo podemos hablar de ella de forma inadecuada por aproximación, mediante imágenes y comparaciones, haciendo uso de los recursos del lenguaje simbólico. Como decía Rahner, sobre la resurrección de Jesús sólo podemos hablar en un “lenguaje para-dójico”. El mismo término “resurrección” es ya una metáfora a la que no se puede otorgar vigencia absoluta y universal. Ya W. Marxsen, uno de los au-tores de obligada referencia sobre el tema, consideraba la palabra “resu-rrección” una interpretación de lo acontecido a Jesús. Según él, como ve-remos, el término “resurrección” es ya fruto de la reflexión teológica y está limitado culturalmente. Desde la antropología dualista griega, por ejemplo, no habría sido posible hablar de resurrección. Habría resultado incompren-sible porque se trata de un concepto basado en la antropología unitaria ju-día. Prueba de ello es la reacción de los atenienses al discurso de Pablo en el Areópago (cf. Hch 17,32).

c) Una pluralidad de lenguajes.

- Resurrección (1 Cor 15,4; Hch 3, 15).

Es el más abundante y el que acabó imponiéndose sobre los demás. Sus expresiones características son: “Jesús ha sido resucitado”, “elevado por Dios de entre los muertos”. “Resurrección” (ανάστασις) significa “hacer levantarse”, “levantarse”, “despertar del sueño”, resultando una buena me-táfora para aludir a una realidad que se escapa al ser humano pues el bi-nomio dormir-despertar es un símbolo de morir-resucitar. Este lenguaje de resurrección en cuanto expresa un cambio radical, tiene la ventaja de ha-cernos mirar hacia atrás y nos remite a la vida histórica de Jesús y a su cruz como punto de referencia de lo que, a la vez, se mantiene y se supera con la resurrección: “el Resucitado no es otro que el Crucificado”.

- Exaltación-Glorificación (Flp 2, 9; Jn 12, 28).

Tiene como expresiones típicas: “Jesús ha sido exaltado”, “está sen-tado a la diestra del Padre”, “vendrá a juzgar al final de los tiempos”. Este lenguaje tiene la ventaja de recordar algo específico del Dios bíblico: trasto-car la realidad, abajar al poderoso, ensalzar al oprimido.

- Vida (Rm 14, 9; 1 Pe 3, 18).

Tiene como expresiones propias: “Jesús vive”, “ha sido vivificado”. Este lenguaje tiene la ventaja de expresar que la muerte y toda negatividad no tienen la última palabra sobre la historia. Jesús no sólo está vivo, sino que es el Viviente: “vive para siempre” (Hb 7,24).

El lenguaje empleado para describir el acontecimiento de la resurrección, con toda su limitación, es el único acceso que tenemos para comprender su contenido. Hoy empleamos prácticamente sólo uno de los lenguajes posi-bles, el de resurrección, pero no hay que perder de vista los demás. Y ade-más es necesario situar el lenguaje de resurrección en la tradición en la que surge para que ayude a explicar lo acaecido a Jesús.

1.2. Tradiciones neotestamentarias.

a) Kerygma pascual.

- Confesiones de fe (cf. 1 Cor 15, 3b-5).

Hoy existe un acuerdo general en que los textos más antiguos sobre la resurrección de Jesús se encuentran en fórmulas breves y fijas. Son ma-teriales originariamente independientes (por su terminología y por su forma) que se han trasmitido a través de otros escritos, pero que son anteriores a Pablo. En concreto la fórmula (con diversas variantes): “Dios ha resucitado a Jesús de entre los muertos” es considerada como el núcleo más antigüo de la tradición de la Resurrección (p.e. Rm 4,24; Rm 8,11ab; 2Cor 4,14; cf. también Rm 1,3; Rm 10,9; Hch 2,32).

En todas ellas se proclama el hecho de la resurrección de Jesús y Dios aparece como sujeto de las afirmaciones. Pero, por sí solas, no clarifican qué entendían los que las formularon al confesar que Dios había “resucitado” a Jesús: ¿nueva vida (resurrección) o vuelta a la vida mortal (revivificación)? Prueba de ello es que muchos de los malentendidos a propósito de la resurrección de Jesús se han debido a no haber caído en la cuenta de lo que se quería decir con ese término.

Entre los documentos de la tradición kerygmática hay también testi-monios de apariciones: unas citan testigos (cf. 1Cor

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