La Solidaridad
pacmila6 de Mayo de 2012
4.332 Palabras (18 Páginas)894 Visitas
INDICE
Introducción ………………………………………………………………………… 3
¿Qué es la solidaridad? …………………………………………………………… 4
La avaricia el defecto y la abnegación el exceso de la solidaridad ………….. 4
La solidaridad y la conciencia ética ……………………………………………….5
La solidaridad a través del tiempo …………………………………………………7
La solidaridad como un desafío para la educación ……………………………... 8
Propuesta para trabajar el valor de la solidaridad en el aula ……………………8
¿Qué es el aprendizaje-servicio? ……………………………………………………9
El aprendizaje + servicio para desarrollar el valor de la solidaridad en el aula …10
¿Cómo concretar el Aprendizaje + Servicio en la escuela? ………………………11
Comentarios de dos compañeras del curso ……………………………………….12
Conclusiones ………………………………………………………………………….14
Bibliografía ……………………………………………………………………………. 15
Introducción
Los valores son aquellos conceptos que pueden ser puestos en práctica para poder vivir mejor, tanto en forma íntima, personal, familiar, grupal y social. Son actitudes que determinan el comportamiento de los seres humanos, coherentes con aquello que consideran correcto y, además, dan forma a su manera de ser y de sentir. Los valores se enseñan, se aprenden en la vida cotidiana, a través de la repetición y el hábito, transformando así el valor en una forma de actuar permanente del hombre.
El valor de la solidaridad se produce como consecuencia de la adhesión a valores comunes, que lleva a compartir creencias relacionadas con los aspectos fundamentales de los planteamientos políticos, económicos y jurídicos de los grupos sociales. Denota un alto grado de integración y estabilidad interna de las colectividades. Es la adhesión ilimitada y total a una causa, situación o circunstancia, que implica asumir y compartir por ella beneficios y riesgos.
Tomando en cuenta lo anterior, el presente informe tiene como objetivo general, analizar el valor ético de la solidaridad a lo largo de la historia, y la vigencia que tiene actualmente en los distintos espacios públicos.
Los objetivos específicos de la investigación son los siguientes:
Identificar una virtud o un valor y su contrario en la historia de la ética.
Establecer cómo esta virtud o valor elegido aparece dentro del alma ética o de la conciencia ética
Analizar el origen y desarrollo histórico del valor de la solidaridad, a través del planteamiento filosófico.
Analizar el concepto de la solidaridad de acuerdo a las características que la constituyen.
Analizar la vigencia del valor de la solidaridad en el ámbito educativo: propuesta que han surgido en la actualidad, respecto a cómo trabajar el tema de la solidaridad en el aula.
¿Qué se entiende por solidaridad?
A lo largo del tiempo, la solidaridad se ha constituido como el valor que ha acompañado el desarrollo de toda la humanidad, debido a la necesidad del hombre de relacionarse con otras personas. Aunque en un comienzo dichas relaciones amicales estaban vinculadas con actividades como la seguridad y la caza, gracias al desarrollo del lenguaje y la representación, el hombre fue dando significado a este valor como una relación entre dos personas, la que se sustentaba principalmente por el afecto y la mutua colaboración.
El término solidaridad es un sustantivo abstracto, formado a partir del adjetivo solidario derivado de la expresión latina in solidum, con el que se nombra un tipo especial de obligaciones jurídicas (Moratalla, s.f: 1) De lo anterior, se desprende que el concepto de solidaridad se ve constituido por su naturaleza social, es decir, este valor siempre está referido a una relación social, se establece y fundamenta dentro de este espacio. Como plantea Arias (2003), la solidaridad se configura generalmente como un hábito, es decir, como una expectativa de comportamiento. “Las normas nunca son suficientes para abarcar toda la acción humana. En este sentido, la solidaridad como virtud se refiere a la actitud humana que es capaz de ser solidaria en toda situación, a pesar de ser ésta nueva o imprevista” (Arias, 2003 : p. 1). Esta actitud se refiere más que al el correcto aprendizaje de principios, a la aplicación de éstos, y a la experiencia de ver actos solidarios y ejecutarlos, para de esta forma poder estar preparados para nuevas situaciones.
Esto hace referencia a tener un criterio formado sobre lo que significa ser solidario. Este criterio sólo puede formarse a través de la práctica constante de este valor, que se da en diferentes contextos sociales (como la familia, el colegio, el trabajo, etc.) en donde las personas deben compartir con otros, dado que la solidaridad es un hecho social.
La avaricia el defecto y la abnegación el exceso de la solidaridad.
Aristóteles en pensamiento ético, plantea que existen cinco virtudes dianoeticas primordiales, dentro de esas cinco está la más importante que es la prudencia “la cual permite elegir entre un exceso y un defecto, cuyo término medio es el justo medio o mesote. Es aquí en este justo medio, el cual se alcanza mediante una deliberación prudente, la virtud” . En este sentido, Aristóteles plantea que los valores y/o virtudes éticas poseen un defecto y un exceso.
En el caso del valor ético de la solidaridad, el defecto sería la avaricia, la cual se entiende como una inclinación o deseo desordenado de placeres o de posesiones. Esta, se considera un pecado capital, y dentro de las sociedades de todas las épocas ha sido demostrada como un vicio. Por lo tanto, la avaricia sería el defecto o la falta de la solidaridad en el actuar cotidiano de las personas o frente a situaciones concretas.
Por otra parte, se puede indicar que el exceso de la solidaridad sería la abnegación extrema. El término abnegación, según la definición que entrega la RAE, se trata del sacrificio que alguien hace de su voluntad, de sus afectos o intereses. Considerando lo anterior, se puede considerar a la abnegación como un exceso de la solidaridad, en el momento en que el ser humano realiza sacrificios que ponen en peligro su propio bienestar, salud y hasta la vida.
La solidaridad y la conciencia ética
Para que los valores éticos sean parte del actuar cotidiano del ser humano, necesita que este sea practicado constantemente en distintas instancias, para que, a través del tiempo y de la repetición, el valor se transforme en un habito que acompaña al hombre en su actuar a diario. Dentro del actuar del hombre, existe un elemento que es crucial, este es la conciencia ética. Esta consiste, principalmente, en tener realmente claro cual es la forma de proceder ante cualquier situación que se nos presente en cualquier ámbito de nuestras vidas. La conciencia ética, por lo tanto, guía nuestro actuar para que este se realice de forma correcta, siguiendo las normas de convivencia establecidas por la vida en sociedad.
Por otra parte, es importante señalar que al momento en que el ser humano actúa, puede reflejar su forma de ser y, dentro de esto, los valores éticos que se destacan en él. Como se dijo anteriormente, los valores son formas de actuar que se enseñan y aprenden a través del hábito y la repetición, por tanto, es a través de la praxis (práctica) que el ser humano empieza a interiorizar valores que lo van a caracterizar como persona al momento de actuar en cualquier ámbito de su vida en sociedad. Luego, será la conciencia ética, esa voz de la conciencia, la que le indicará al ser humano como actuar de forma correcta en una situación determinada, y serán los valores que ha aprendido a través del tiempo en los cuales se basará para seguir lo que la voz de la conciencia le indica.
Un ejemplo de lo anterior, se presenta en el modelo ético de Aristóteles, en el cual se indica que, “la ética es una costumbre, un hábito; y como tal, debe practicarse diariamente para conseguirla” .
Con respecto al valor ético de la solidaridad podemos indicar que, como en todos los otros valores que el hombre desarrolla e interioriza, este cumple un rol fundamental en la conciencia u alma ética. A través de la solidaridad, el hombre podrá demostrar que su conciencia y alma ética le indican la necesidad de actuar ayudando a los demás, demostrando que reconoce a otro como una persona con dignidad, que merece respeto y amor. Es decir, a través del actuar solidario, el hombre reconoce ser una persona ética, que actúa de forma correcta y siguiendo lo que le dicta su conciencia ética.
Por último, es importante destacar que los valores si bien son enseñables, no se imponen, es decir, si una persona ayuda a otra de forma obligada, no está actuando guiada por el valor ético de la solidaridad sino más bien, se guía por la compasión o por la obligación de hacer un bien. Por lo tanto, la formula de la solidaridad se concibe como: “tener compasión y a la vez empatía más el reconocimiento
...