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La Unicidad


Enviado por   •  17 de Diciembre de 2014  •  2.089 Palabras (9 Páginas)  •  212 Visitas

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LA HORA EN LA QUE NO PENSÁIS

Por el Rev. Yilmer Ramírez

Por tanto, también voso-tros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis. (Mateo 24:44)

Durante todo el día, por nuestra mente deben de pasar muchos pensamientos, preocupaciones, ansiedades, angustias y en mi mente estoy pensando como hago para salir de todas estas cosas que me apesadumbran y me desconciertan para seguir avanzando en esta vida que Dios me regalo.

En mi mente se anidan pensamientos como el trabajo, el negocio, el mes que viene, fiestas, que viene el fin de semana y ya está llegando el pago de mí semana, o quincena, de mis compromisos personales etc.

Pero en todos estos y muchos pensamientos adheridos en mi mente y pensar diario, lo meno que hago es pensar en ese día glorioso, majestuoso, bienaventurado, anhelado, esperado, prometido. La venida del Señor Jesucristo.

El Señor Jesucristo dijo que tenemos que estar “preparados” y “velar” y yo creo que en estos últimos días nosotros los creyentes, los que tenemos que estar pensando en el pronto regreso de nuestro amado salvador, lo menos que estamos haciendo es esperándolo. Porque estamos muy ocupados en los bienes terrenales, en los negocios que la polilla destruye y los ladrones hurtan.

Otros son amadores de sí mismo, en vez de ser amadores de Dios. Y como yo soy amador de sí mismo, trato de agradarme es a mí mismo, amarme a mí mismo, cuidar mi apariencia física, me encierro en mi vida llena de vanidad. Cuido mi cuerpo, mi juventud. Y la Biblia dice Porque: Toda carne es como hierba, Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; Mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y ésta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada. Y no amo la venida de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.

Toda carne es como hierba

Toda gloria del hombre es como la flor de la hierba

La hierba se seca

Y la flor se cae.

En otras palabras, toda carne se seca y toda gloria del hombre se cae. Pero la palabra de Dios permanece para siempre. Y si esa palabra vive o abunda dentro de mi entonces tengo algo viviendo dentro de mi corazón que permanece para siempre.

Si mi carne se seca y mi gloria terrenal se cae, quedo frustrado, desilusionado, triste, meditabundo en lo que me paso. Mi vida pronto pasa y dejo de existir en este mundo y lo que yo era en mi juventud ya no queda nada. Por esa razón tengo que tener algo que permanezca para siempre. La Biblia dice: que cielo y tierra pasaran más mis palabras no pasaran. Yo puedo pasar humanamente, mi carne se puede secar, mi vigor me puede abandonar, mi gloria se puede caer y marchitar, pero la palabra que tengo morando dentro de mí no caerá, no se marchitara, no dejara de ser, no dejara de existir. Porque esa palabra permanecerá para siempre y nunca dejara de ser. Y si hago la voluntad de Dios permanezco para siempre.

Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes. (Mateo 24:50)

Este siervo pensó en su mente y corazón y dijo: Mi Señor tarda en venir. Y su Señor llego en el día que el siervo no lo esperaba, y en la hora que no sabía. Este siervo representa a cada uno de nosotros los creyentes. Muchas veces ha pasado por nuestras mentes este mismo pensamiento. Mi Señor tarda en venir todavía. Me voy a tomar unas vacaciones, me voy a tomar unos descansos, me voy a emborrachar, me voy a comer algarrobas, me voy a comer un plato de lentejas, voy a comer viandas de pecado.

Este pensamiento es de nosotros Mi Señor tarda en venir. Pero miremos el pensamiento de Dios. Porque la Biblia dice: mis pensamientos no son vuestros pensamientos ni vuestros caminos mis caminos. Más, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es 9 como mil años, y mil años como un día. El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quema-das. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elemen-tos, siendo quemados, se fundirán! Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz. (2ª Pedro 3:8:-14)

Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos

de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre. (Lucas 21:32)

El Señor nos esta advirtiendo acerca de su advenimiento. Cuando dice: Mirad por vosotros mismos, y que su venida será de repente. Esta no es la hora de embriagarse con los placeres de este mundo ni apegarse a la materia de esta tierra.

Hay muchos que están más preocupados en hacer tesoros aquí en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, que hacer tesoros en el cielo.

Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé

en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos. Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos.

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