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Porque creo en Dios. Рor Сornelio Van Тil


Enviado por   •  13 de Julio de 2014  •  Tutoriales  •  7.686 Palabras (31 Páginas)  •  150 Visitas

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PORQUE CREO EN DIOS

Por CORNELIO VAN TIL

Traductor: Ediberto García

Corrector: Oscar Arocha

Usted ha notado, estoy seguro, que científicos y filósofos en días recientes han hablado mucho sobre religión y sobre Dios. Científicos como el Dr. Santiago Jeans y el señor Arturo Eddington han admitido que puede haber algo de contenido en las aseveraciones de hombres que dicen haber tenido una experiencia de Dios. El filósofo, doctor C. E. M. Joad, escribe que lo "imponente del mal" lo ha compelido a reconsiderar el argumento sobre la existencia de Dios.

¿En ocasiones se ha preguntado también si la muerte lo termina todo? ¿Recuerda usted, quizás, cómo Sócrates, el gran filósofo griego, luchó con ese problema el día antes de beber la copa de cicuta? ¿Se pregunta si habrá algo en lo absoluto en la idea de un juicio después de la muerte? ¿Estoy yo absolutamente seguro, se pregunta, que no hay Dios? ¿Cómo sé yo que no hay Dios?

Para abreviar, como persona inteligente y con sentido de responsabilidad, de vez en cuando ha cuestionado el motivo de su pensamiento y de sus acciones. Ha considerado, o por lo menos ha estado interesado sobre lo que los filósofos llaman su “teoría de la realidad”. Usted está bastante interesado, por consiguiente, en oír las razones para mi creencia en Dios.

Empecemos comparando notas de nuestro pasado. El debate acerca de la herencia y el ambiente es prominente en nuestros días. Quizás usted piensa que la única razón real que tengo para creer en Dios es el hecho de que fui instruido así en mis días de infancia. Por supuesto, yo no pienso que es así. No niego que yo fuera instruido para creer en Dios cuando era niño, pero afirmo que desde grande he oído una exposición bastante completa de los argumentos en contra de la creencia en Dios. Y es después de haber oído tales argumentos que estoy más inclinado a creer en Dios. De hecho, siento que el todo de la historia y la civilización me sería ininteligible si no fuera por mi creencia en Dios. Tan verdadero es esto, que propongo defender que a menos que no tenga a Dios como respaldo o base de todo lo existente, usted no podría encontrar significado en nada. Ni siquiera puedo defender la creencia en Él, sin ya haberlo dado por sentado. Y semejantemente contiendo que usted no puede argumentar contra la creencia en Él antes de que lo dé también por sentado. Argumentar sobre la existencia de Dios, sostengo, es como argumentar en contra del aire. Usted puede afirmar que el aire existe, y yo que no existe.

Pero mientras debatimos el punto, los dos estamos respirando aire todo el tiempo. Para usar otra ilustración, Dios es como el emplazamiento en que deben establecerse las mismas armas que se supone lo deshagan de Su existencia. Sin embargo, si después de oír brevemente mi historia todavía piensa que es todo un asunto de herencia y ambiente, no discreparé de manera violenta.

Mi punto en su totalidad será que hay armonía perfecta entre mi creencia de niño y mi creencia de adulto, simplemente porque Dios es el ambiente por el que mi vida temprana fue dirigida y mi vida de adulto se me hizo inteligible.

Frecuentemente se nos dice que mucho en nuestra vida depende del "accidente del nacimiento". Yo nací en Holanda—en una pequeña casa de tejado de paja con un pequeño granero para las vacas de contiguo. Usted pudo haber nacido en una cabaña o en la mansión de un gobernador. Permítame asumir que nació en la sala de partos de un hospital moderno en los suburbios de Washington, D.C.

¿Es esto realmente importante para nuestro propósito? Sí, por cuanto los dos nacimos en medio de una "civilización cristiana". Nosotros podemos limitar nuestra discusión, por consiguiente, al "Dios del cristianismo". Yo creo en ese Dios. Usted no cree, o por lo menos usted no está seguro de que cree. Este límite servirá de punto de partida para nuestra discusión.

No tiene ningún sentido hablar sobre la existencia de Dios, sin saber qué clase de Dios es que puede o no puede existir.

Tanto entonces nosotros hemos ganado. Sabemos, por lo menos en lo general, qué clase de Dios es el que nosotros vamos a hacer el tema de nuestra conversación. Si ahora venimos a un acuerdo preliminar similar acerca del estandar o test que hemos de utilizar para probar o refutar la existencia de Dios, podemos proceder. Usted, por supuesto, no espera que yo traiga a Dios aquí, al salón, para que pueda verlo. Si yo pudiera hacer tal, Él no sería el Dios del cristianismo.

Todo lo que usted espera que yo haga es hacer razonable el usted creer en Él. Quisiera responder rápidamente diciendo que es justo lo que intento hacer. Pero al pensarlo, dudo por un momento.

Si usted realmente no cree en Dios, entonces, naturalmente, no cree que es Su criatura. Por otro lado, yo, quién creo en Dios, naturalmente creo que independientemente de lo que usted piense, usted realmente es Su criatura. Y ciertamente es razonable para la criatura de Dios creer en Dios.

Así que yo sólo puedo intentar mostrar que aun cuando no le parezca razonable a usted, es razonable el creer en Dios para usted.

Pero permítame volver al tema de la crianza. Puedo recordar que cuando niño jugaba en una caja de tierra construida en una esquina del granero del heno. Del granero del heno yo pasaba por el granero de las vacas a la casa. También construido en el granero del heno, pero con puertas que abrían al granero de las vacas, había un cuarto de cama para el jornalero. ¡Mucho deseaba que me dieran permiso para dormir en esa cama por una noche! El permiso me fue dado finalmente por una noche. Freud todavía era absolutamente desconocido para mí, pero había oído hablar de los fantasmas y "los heraldos de la muerte". Esa noche oía que las vacas tintineaban sus cadenas. Yo sabía que habían vacas y que ellas tintineaban mucho con sus cadenas, pero después de un rato comencé a dudar que era sólo las vacas las que hacían todos los ruidos que oía. ¿No había alguien caminando detrás, en el pasillo de las vacas, acercándose a mi cama? Ya había sido enseñado a elevar mis plegarias nocturnales. Algunas de las palabras eran, "Señor, conviérteme, para que yo pueda convertirme". Ignorante de la paradoja, yo oré esa oración esa noche cual nunca había orado antes.

Yo no recuerdo hablar a mis padres sobre mi aflicción. Ellos eran incapaces de proporcionar el remedio moderno. Psychology ni siquiera se encontraba en su mesa-biblioteca–ni tampoco The Ladies Home Journal. Aunque sé lo que ellos habrían dicho.

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