ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

¿QUÉ ES LA RELIGIÓN? CONDUCTA EN LAS HORMIGAS

Stella RíosEnsayo25 de Julio de 2021

9.890 Palabras (40 Páginas)146 Visitas

Página 1 de 40

¿QUÉ ES LA RELIGIÓN?

La religión es el resultado del esfuerzo del ser humano por contactar con el "el más allá". La experiencia religiosa proporciona explicaciones globales e interpretaciones acerca del mundo. Las religiones tradicionales se basan en una intensa ceremonia de intercambio de los vivos con sus ancestros y a su vez con el mundo espiritual que les rodea.

La gran mayoría de religiones creen que el mundo y la humanidad fueron creados por una fuerza o ser superior. En las religiones monoteístas (religiones que creen en un solo ente creador), dios está considerado por unanimidad como el padre, consejero y preservador del mundo. Dentro de las politeístas (religiones que creen en más de una deidad), hay habitualmente un dios responsable de la creación.  Las interpretaciones simbólicas y literarias que se le pueden dar a las historias acerca de la creación han sido motivo de disputa entre los seguidores religiosos. Sin embargo, todos rechazan la idea de que el origen de la vida fue una "mera coincidencia".

La experiencia básica y fundamental de todas las religiones es la "transcendencia" del mundo material al espiritual. El concepto de un mundo en el "más allá" es percibir en unas bases personales y con relación a un dios/es. La existencia del mundo y del ser humano se plantea como parte de un plan con un propósito.

                                              CONDUCTA EN LAS HORMIGAS

Gran parte de la conducta de una hormiga obrera resulta de la imitación de sus mayores. La novicia debe aprender la disposición del terreno que rodea su nido, de manera que pueda volver a él después de una expedición en busca de víveres. Quizá pierda su ruta y tenga que ser devuelta al hogar por las obreras más experimentadas. Ciertos individuos de una colonia parecen aprender mejor que otros. Estas obreras clave inician las diversas actividades del hormiguero y, por ende, sientan un ejemplo para las demás hormigas. Si se las saca del nido, se retrasa la actividad de la colonia y deja de prosperar; la salud de la reina y de otras obreras se quebrantará.

   Los biólogos modernos creen que las actividades en apariencia inteligentes de las hormigas son, en parte, resultado de normas instintivas heredadas. Las hormigas también responden a estímulos emitidos por otras de su especie, que suelen estar causados por secreciones glandulares conocidas como feromonas, que se encuentran no sólo en las hormigas, sino también en otros varios insectos sociales, incluso en abejas meleras y en termes.

 Las hormigas tienen órganos olfativos en forma de minúsculos hoyos sensoriales en las antenas. Por estos órganos perciben las secreciones emitidas por otras hormigas. De este modo pueden reconocer a los miembros de su propia colonia y descubrir la presencia de otros pertenecientes a colonias hostiles. En algunos casos, cuando una obrera sale para abastecerse de provisiones, las secreciones forman rastros olorosos para que otras los sigan.

Mediante la descarga de secreciones de distintas clases y cantidades, las hormigas pueden provocar reacciones de alarma, actividades agresivas, actividades reproductoras y llamar para la construcción del nido. Ciertas secreciones venenosas sirven para rechazar invasores o someter presas. Sustancias químicas que secretan las reinas impiden que las obreras ordinarias, estériles, se conviertan en hembras reproductoras o en reinas rivales, excepto en casos de emergencia o en diversas etapas del desarrollo de la colonia.

Generalmente se cree que determinadas especies de hormigas oyen, porque pueden producir ciertos sonidos que serían un modo de comunicación con sus semejantes. La hormiga Myrmica rubra emite sonidos con un raspador o lima de su séptimo segmento abdominal (estridulaciones). Otras (género Polyrhachis) golpean con la cabeza en la superficie de una hoja, y otras restriegan el extremo del abdomen en las hojas secas del hormiguero.

Gran parte de la conducta aparentemente amistosa de las hormigas y de otros insectos sociales se origina en el mutuo intercambio de secreciones alimenticias agradables. Las larvas de las hormigas, por ejemplo, rezuman sustancias muy apreciadas por las obreras que las alimentan, y éstas reciben dichas sustancias como recompensa. Los insectos sociales adultos también se ajustan entre sí a esta práctica. La materia puede consistir en comida regurgitada o en secreciones glandulares. Esta costumbre se denomina trofalaxis, nombre derivado de vocablos griegos que significan "intercambio de alimento". Además, los insectos extraños que habitan en hormigueros termiteros son tolerados a causa del "pago" en la materia alimenticia que sus huéspedes desean. Ciertas hormigas "se asocian" a otros insectos por las secreciones que les proporcionan.

SUICIDIO

Suicidio Del latín suicidium (sui: “sí mismo” y cederé: “matar”), suicidio es el acto de provocarse a sí mismo la muerte, en forma intencional. El suicidio constituye un importante problema de salud pública que se da con menor frecuencia que el intento de suicidio, los cuales en muchos países son punibles como delito. Según la OMS aproximadamente el 1 % de la población general muere a consecuencia de un suicidio, lo que supone al menos unas 1000 muertes diarias en el mundo por esta causa. Generalmente el suicidio es atribuible a una estructura psíquica predisponente de la persona donde subyace una patología mental, como trastorno bipolar, depresión, esquizofrenia, trastorno límite de la personalidad. También pueden influir factores externos estresantes como dificultades financieras, conflictos en las relaciones interpersonales o abuso de sustancias. En general existen dos grandes grupos de poblaciones y tipos de suicidio: El suicidio auténtico, que se caracteriza por el empleo de un procedimiento de eficacia cuyo perfil corresponde al hombre de 40 a 60 años (la proporción varón/mujer es de 3/1). El parasuicidio, intento de suicidio o gesto suicida, cuyo procedimiento y motivación no está dirigido a producir el suicidio, sino que es un modo de chantaje, o de demostrar valentía o ira, como así también una forma de buscar un cambio en su situación personal. Incluye diversidad de actos autolesivos, desde los potencialmente peligrosos hasta los que no tienen riesgo para la vida. Por la variedad de situaciones en las que se puede llevar a cabo un gesto suicida y la gravedad que entrañan algunas de ellas, nunca se debe infravalorar su importancia: cualquier intento de suicidio debe considerarse siempre como una forma de enfermedad y ser derivado a la asistencia psiquiátrica. Existen factores predictores de suicidio, como el que el 80 % de los pacientes que consuman el suicidio habían comunicado antes su propósito a otras personas, y una buena parte de ellos habían contactado servicios médicos públicos, especialmente psiquiátricos.

AMOR Y MUERTE

Lo que dice San Agustín sobre el tiempo se aplica igualmente al amor. Cuanto menos pensamos en él, tanto más natural nos parece; sin embargo, cuando empezamos a cavilar, nos metemos en un lío. Ese curioso estado de cosas se ve confirmado por el hecho de que, desde el comienzo de la historia de la cultura, el ser humano en calidad de artista y, desde los tiempos de Orfeo, en calidad de poeta, se ha ocupado de pocos temas tan insistentemente como del amor. Porque, como es sabido, los poetas no escriben sobre lo que saben si no sobre lo que no saben, y ello por razones sobre las que tampoco saben pero quisieran saber sin falta. El no-saber, el no-sé-qué-significa-eso es el impulso primario que echa mano por primera vez al estilete, la pluma o la lira. (Furia, tristeza, euforia, dinero, etc., son completamente secundarios.) Si no fuera así, no habría poemas, novelas, dramas, etc., sino sólo publicaciones.

El amor parece ir acompañado de algo misterioso, que se conoce exactamente pero sólo se puede explicar de un modo insuficiente. De todas formas, eso afecta también al Big Band o a la cuestión de cómo será el tiempo dentro de dos semanas. Y, sin embargo, la teoría del Big Band y los pronósticos meteorológicos excitan a los poetas y su público mucho menos que todo lo que tiene que ver con el amor. Por consiguiente, debe de haber en este algo más que lo simplemente misterioso. Evidentemente, se considera por todos como algo sumamente personal y de la máxima importancia, tanto que, hasta el astrofísico, cuando anda cortejando, se interesa significativamente menos por el origen del universo... por no hablar del tiempo que hará.

Sin embargo, ¿no ocurre lo mismo con la respiración, la comida y bebida, la digestión y la defecación? ¿Por qué, me preguntaba con frecuencia de niño, la gente no va nunca al retrete en las novelas? Tampoco en los cuentos de hadas ni en la ópera, ni en el teatro, el cine o las artes plásticas. Una de las actividades más importantes, ocasionalmente más urgentes, incluso vitales del hombre no aparece en el arte. En cambio, éste se ocupa, una y otra vez, y con infinito detalle y variación, de los placeres y penas del amor, y de todos sus preámbulos y variantes, a los que, como se creía en otro tiempo, se podía renunciar por completo. ¿Por qué no ha habido en la historia de la Humanidad un culto al excremento, pero sí al pecho femenino, la vagina o el falo? La idea, aunque un tanto infantil, no es aberrante. En El banquete de Platón, el médico Eryximacos considera que el Eros no se manifiesta menos en el correcto llenado y vaciado del cuerpo que en la inclinación entre dos almas. Sin embargo, Eryximacos se encuentra entre los siete borrachines que se explayan sobre la esencia del amor, los oradores más simples. Para él, como científico, el Eros no es más que un principio armonizador fundamental, por decirlo así una constante física que trae el orden al mundo, y concretamente a todas las esferas imaginables, desde la agricultura hasta las mareas, desde la música hasta el hipo. Hoy, probablemente, definiría el amor como uno de los innumerables fenómenos causados por las enzimas, hormonas y aminoácidos. A nosotros nos parece trivial. Poco constructivo. Y además poco ilustrativo. Porque, al fin y al cabo, definir no significa generalizar, sino, al contrario, delimitar y demarcar lo general. Si queremos hablar del amor, del que por lo menos creemos saber que es algo muy especial, de poco nos sirve que alguien nos explique que se trata de un principio básico universal al que no están menos sometidas las mareas que el aparato digestivo. Lo mismo nos podrían decir que la muerte es un fenómeno termodinámico, que afecta tanto a las amebas como a un agujero negro de la constelación de Pegaso... con lo que no nos habrían dicho nada.

Ahora bien, puede ser que el amor tenga también sus aspectos físicos y químicos, mecánicos y vegetativos... Una cristalización lo llama Stendhal; en otro lugar, una fiebre; el enamoramiento es una embriaguez, dice Sócrates en Fedro, una enfermedad, una locura. Pero no una mala embriaguez, añade, sino la mejor que existe; y no una enfermedad dañina ni una auténtica locura humana en el sentido patológico, sino una manía inspirada por los dioses, que añora los dioses, una demencia divina que permite al alma prisionera de lo terrenal remontar el vuelo. Es cierto que el Eros no es un dios, ni bueno ni malo, ni hermoso ni odioso, sino un gran daimon, un mediador entre los hombres y los dioses, un acosador que inculca en los hombres el deseo de lo que les falta: lo bello, lo bueno, la felicidad, la perfección... todos los atributos divinos cuyo reflejo ve el amante en el amado... y finalmente también la inmortalidad. El Eros es "el amor que empuja a procrear y alumbrar en lo bello", como dice Diótima, "la más sabia de las mujeres", de la que Sócrates habla en El banquete. Y ese "engendrar y alumbrar", sin duda también el físico-animal, pero más aún el espiritual, pedagógico, artístico, político, filosófico, en una palabra, lo que llamamos lo creador, constituye la participación del hombre en la inmortalidad, porque sigue existiendo y actuando después de su muerte. "... En lo bello", dice además, lo que no carece de importancia, "engendrar y alumbrar en lo bello", es decir, precisamente en la nostalgia de esos atributos divinos de los que los hombres carecemos. 

Esto resulta duro de tragar, pero su sabor no se ha estropeado en los últimos dos mil quinientos años. Desde las cancioncillas sentimentales hasta Fidelio y La flauta mágica, desde las novelas de quiosco al Anfitrión de Kleist, todo lo que se escribe y se canta expresa el convencimiento de que el amor es algo sublime, celestial, redentor, y la terminología con que se canta o se escribe sigue siendo hasta hoy la religiosa. Con lo que se diferenciaría ya suficientemente de los excrementos.

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (62 Kb) pdf (179 Kb) docx (37 Kb)
Leer 39 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com