Que Es La Religion
parma310 de Noviembre de 2013
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LA RELIGIÓN
1. ¿QUÉ ES LA RELIGIÓN?
Existen muchas nociones de religión. Son tantas y tan variadas que no parecen hablar de lo mismo. Común a la gran mayoría de esas definiciones o aproximaciones a la idea de religión, es que ésta se refiere directamente a la relación del ser humano con Dios o con el ámbito de lo divino. El modo y alcance de esta relación dependen de las concepciones que se tengan de Dios y del hombre, que pueden ser no sólo muy distintas sino radicalmente opuestas. Pero la definición sirve como punto de partida y primera delimitación del campo cognoscitivo en el que hemos de movernos. Hemos considerado en el capítulo anterior que la religión, o la dimensión religiosa, es parte constitutiva del ser humano. El hombre y la mujer tienden por naturaleza al reconocimiento de lo divino, aunque este reconocimiento puede oscurecerse o debilitarse en épocas determinadas, por motivos culturales, afectivos o intelectuales. La religión es una de las más antiguas y naturales ocupaciones del hombre. Hasta aquí hemos hablado de religión en sentido subjetivo, es decir, como actitud interior del hombre y de la mujer en relación con un ser supremo. A partir de ahora hablaremos de religión principalmente como un sistema de creencias y prácticas que existe de hecho en el mundo. Nos referimos en este sentido a la religión cristiana, la religión budista, etc. Existe una afinidad entre los dos sentidos, objetivo y subjetivo, porque los actos interiores de religión se suelen construir y finalizar en torno a una religión histórica determinada. Toda religión comprende prácticas rituales externas y convicciones de la mente. Contiene aspectos intelectuales (interpretaciones del mundo, credos, confesiones de fe), existenciales o vivenciales (experiencia espiritual, oración), sociales (cultos colectivos de carácter público) y éticos (sistemas de valores, disciplina moral). Implica una relación operativa con Dios según los términos de una ley o principio supremo (Palabra divina, Dharma, Corán…). Dios puede ser entendido y vivido en términos teístas o no-teístas. La religión se basa en la inclinación instintiva de la totalidad de la existencia humana hacia lo que el hombre piensa que le trasciende. En la actitud religiosa se percibe la existencia de un nivel preternatural de realidad, que intersecciona en determinados lugares y momentos con la realidad natural. Ambos órdenes de realidad se hallan comunicados, y de ahí toma sentido lo santo, como algo distinto de lo profano. Las religiones practicadas en nuestro planeta a lo largo de la historia son incontables. Las que hoy conocemos no se han originado a partir de una presunta revelación primitiva de Dios a la humanidad. Tampoco parecen tener su origen en una religión natural de características racionales. Las teorías universalistas de la religión se hallan desprestigiadas y se han desmoronado los ambiciosos esquemas de explicación general. Carecen asimismo de base las posturas que hablan de una esencia de la religión o la entienden como un género del que las diversas religiones serían como especies particulares. Son fruto de una metodología abstracta y puramente especulativa que pretende determinar a priori lo que deba ser la religión. En realidad no hay religión, sino religiones. La religión sólo existe en religiones concretas, que son manifestaciones de un fenómeno general de religión. El problema de la religión, que no tiene una esencia, debe abordarse desde las particularidades concretas de las diferentes religiones. No existe una idea platónica denominada religión, a la que deba conformarse el uso del término. Si fuera así, una vez decidido que el budismo, el confucianismo o el cristianismo son una religión, sabríamos ya todo lo esencial acerca de ellos. Es posible, sin embargo, una metodología que permita describir aproximadamente la religión como un hecho humano inteligible, que se diferencia de otros. Una vía que combina lo fenomenológico y lo trascendental (en sentido clásico) autoriza a hablar de la religión como algo que reenvía a una realidad percibida por el ser humano como fuera de él, y a la vez dentro de él. Es la presencia de algo que no se experimenta como las demás cosas, y que no es menos real que ellas. Esto significa que la religión no es derivativa, sino auténticamente originaria y emergente en el espíritu humano, lo cual no equivale a que tenga únicamente sus raíces y su dinámica en ese espíritu finito encerrado en sus puros límites. El comienzo y la idea de religión pueden parecer un misterio inescrutable, pero la religión es un hecho humano delante de nosotros, es un hecho indudable que expresa la contingencia del hombre. La religión es ante todo un grito de auxilio. «Es la conciencia de la insuficiencia humana, y se la vive en la admisión de nuestra debilidad». Todo planteamiento religioso del hombre encontrará la oposición de visiones prometeicas. Algunos han considerado al cristianismo –paradigma de la religión– como una enfermedad, una expresión de envidia y resentimiento de los que, carentes de energía vital e incapaces de sobrevivir en la lucha por la vida, debían inventar un credo que exaltara la debilidad y la mansedumbre. «Puede uno preguntarse –dice Kolakowski con ironía– cómo esta fragilidad nacida de la envidia pudo resultar victoriosa contra el aliento de una vida robusta. Más bien podría parecer que los débiles, que han conseguido imponer su visión al mundo, demuestran no ser tan débiles depués de todo». Al dotar al hombre de un claro sentido de su contingencia y de lo finito de la vida, de la corruptibilidad del cuerpo, de las limitaciones de la razón, de la conciencia de la culpa, del poder del mal que habita en él, de la necesidad de una salvación que no puede venir del hombre mismo, toda religión es un desafío a los aspectos prometeicos de la primera y de la segunda Ilustración.
2. RELIGIÓN Y CULTURA.
La religión es el aspecto más importante de una cultura determinada, a la que suele dar coherencia y unidad. Al menos así ha ocurrido históricamente. Hay de hecho una relación dialéctica entre cultura y religión, dado que ambas se influyen mutuamente. Toda religión se nos presenta mediada por una cultura, tanto en ritos y formas externas como en modos de pensar, categorizar y expresar lo creído. En este sentido no existe una religión pura, es decir, una religión que pueda salirse del medio cultural o prescindir de él. Liberar un mensaje religioso del medio (cultural) a través del que se expresa es una empresa imposible y arriesgada. Hay a la vez una tensión entre una religión y el sistema cultural en el que nace y se desarrolla. La religión puede unas veces apoyarlo y extenderlo, pero otras puede producir un efecto debilitador. Más frecuente es, sin embargo, que la cultura produzca gradualmente un efecto de erosión en la religión. Es el fenómeno que solemos llamar secularización, y que afecta a las instituciones, concepciones y valores religiosos. No debe olvidarse que toda religión es siempre la religión de un hombre caído. Algunos autores se aventuran a distinguir entre las religiones en sí mismas y las corrupciones que padecen por obra humana . Es una distinción irreal. Parecen olvidar que las religiones no existen en sí mismas, y al margen de lo que han sido siempre real y empíricamente en la historia de los hombres, no son un ente de razón. Las religiones han sido y son en todo momento una amalgama de lo divino y lo humano, de lo noble y de lo corruptor. No existe una religión que no se encuentre contaminada en alguna medida por ganga humana. Las religiones pueden dar lugar, en su naturaleza ambigua que refleja la humana, a las conductas y actitudes más ejemplares, y también a las deformaciones y prácticas más monstruosas. Afirmar que las religiones se corrompen por obra de los hombres resulta muy inexacto. No hay unas religiones que devengan corruptas. Las religiones obedecen siempre, por definición, a tradiciones y sensibilidades corrompidas, porque se originan en el hombre caído. Se mezclan en ellas el bien y el mal. Nunca son del todo malas. Tampoco son del todo buenas, porque pueden ocultar la verdadera faz de Dios y motivar malas conductas y malos sentimientos. La pureza y plenitud de la religión cristiana no derivan de su carácter «religioso», sino de su carácter revelado. Religión y naturaleza humana son inseparables. Ambas se hallan heridas, como lo está la condición del hombre y de la mujer.
3. DEFORMACIONES DE LA RELIGIÓN.
SINCRETISMO. El hecho humano de la religión va casi siempre acompañado de unas posibles deformaciones, que constituyen su patología. Nos ocupamos aquí de sincretismo, superstición, magia, esoterismo y fundamentalismo. Son fenómenos que pueden adquirir versiones e intensidades diferentes, pero tienen en común el hecho de que representan en alguna medida aspectos de la religión que la acercan a lo irracional. Exigen, por lo tanto, un análisis y un diagnóstico por parte de la filosofía de la religión. Sincretismo es un término que encierra gran vaguedad. Fue usado ocasionalmente en la Antigüedad en contextos tanto religiosos como profanos para significar unión de fuerzas y propósitos. Erasmo de Rotterdam (1466-1536) habla genéricamente de sincretismo como una unión positiva de puntos de vista aparentemente contradictorios. La noción adquiere en el siglo XVII un tono negativo y se refiere a la conciliación improcedente de opiniones y criterios teológicos opuestos. Sincretismo deviene así un término polémico que se emplea para defender la religión verdadera frente a la herejía. A partir de la segunda mitad del siglo XIX, la palabra entra de lleno en el campo de la historia de las religiones, se reviste de un sentido más bien neutral, pero se usa en
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