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Signo sacramental


Enviado por   •  4 de Diciembre de 2022  •  Síntesis  •  3.988 Palabras (16 Páginas)  •  47 Visitas

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DIÓCESIS DE CUIDAD ALTAMIRANO

SEMINARIO DE “LA ANUNCIACIÓN”.

DOGMA; PENITENCIA Y UNCIÓN.

SIGNO SACRAMENTAL.

A) Signo sacramental “del ministerio”.

B) Signo sacramental “del candidato”.

C) Signo sacramental “validez y licitud”.

El tema Dogmático sacramental  está estrechamente relacionado con la Cristología, la Eclesiología y la Sacramentaria. Cristo, Iglesia y Sacramento se nos muestran como realidades distintas pero pertenecientes a una misma economía: la relación entre Dios y los hombres. Por eso, el criterio o la clave de interpretación será Cristo. Esto hace que también tenga relación con el estudio de la Teología Fundamental, porque responde a la pregunta central de la fe: ¿cómo se puede dar la relación entre Dios y el hombre, en la cual se manifiesta su gracia? Existe la Sacramentalidad porque la comunión con Dios se da a través de mediaciones; y el fundamento de esta mediación es Cristo (cfr. Hb 8, 6).

Los Sacramentos son acontecimientos salvíficos que continúan en la historia la salvación obrada por Jesucristo. La Sacramentalidad viene a ser como una noción propia por medio de la cual la Iglesia se interpreta a sí misma completando la característica de "Sacramento in genere"; sin un tratado de la Sacramentalidad no se ve la relación entre Iglesia, sacramentos y Cristo; ya que ésta es la que da globalidad y une esos misterios a nivel de reflexión cristológica, eclesial y sacramentaria. Los efectos de los sacramentos son la gracia y el carácter. Santo Tomás introduce aquí la categoría de la realidad instrumental: los sacramentos causan aquello que significan. La causa principal eficiente de la eficacia de los sacramentos es Dios. La causa eficiente instrumental de la eficacia del sacramento es la humanidad de Cristo, y, en dependencia de ella, el sacramento en cuanto tal.[1]

En los sacramentos, además del efecto interior y del signo exterior, hay una realidad que es a la vez efecto interior y signo exterior, realidad que hace que algunos sacramentos no sean reiterables. Eso es a lo que San Agustín denominaría carácter y que la teología posterior lo llamará "res et sacramentum." La eficacia está en un triple nivel:

1. La acción celebrativo o el gesto sacramental manifestado y actuado por la palabra que lo informa.

2. La acción invisible de Cristo, verdadero y único ministro del sacramento: La Gracia del Espíritu Santo cuya unción limpia el pecado, alivia y fortalece el cuerpo y el alma del enfermo.  Fortalece nuestra fe (LG 73). Esta unción, obra que confirma y testifica la presencia del reino de Dios, continuando de modo: extraordinario, ordinario y sacramental.

3. La acción inmediata de la Iglesia, en cuanto presencia del Espíritu Santo: “dondé está la Iglesia, está el Espíritu Santo”. (LG 73-7).

La Iglesia está constituida mediante la fe y los Sacramentos de la fe. Los Sacramentos, a su vez, no sólo suponen la fe, sino que también la alimentan, la robustecen y la expresan, con palabras y realidades; por lo cual se llaman sacramentos de la fe. Es decir, los sacramentos de la fe, además de aumentar la gracia y con ella la fe, significan esta misma fe. El contenido de la fe que salva se da a conocer sensiblemente a través de los sacramentos. La fe, aparece sacramentada, exteriorizada y materializada en unas realidades sensibles que por institución divina la expresan adecuadamente. Cabe preguntarse si esa sacramentalización viene erigida por la esencia misma de la fe. La cuestión ha de ser planteada en un contexto amplio, el de la entera historia de salvación. Es indudable que de hecho la fe de los cristianos no se presta a ser separada de los sacramentos instituidos por Cristo.[2]

Tomás de Aquino contempló siempre los sacramentos como instrumentos de santificación, pero también como realidades didácticas cuya esencia está relacionada estrechamente con el aprendizaje, con el progreso cognoscitivo. Los sacramentos son depósito de sabiduría, son «misterios», también en el sentido gnoseológico del término, vehículos de la «veritas salutaris». En el sentido de que no hay que usar el término, sino en el de que no puede usarse para expresar sólo la significación, ya que, además de ésta, en el sacramento hay que afirmar la eficacia de la santidad que causa. ¿Qué diferencia existe entre signo y sacramento? El signo solo, significa por la institución; lo que es también sacramento, representa por semejanza. Además, el signo puede significar la cosa, pero no la produce. En el sacramento, en cambio, no sólo hay significación sino también eficacia; de manera que, todo junto, significa por la institución, representa por la semejanza, y es eficaz por la santificación.[3]

Esta revalorización del signo agustiniano se traduce en la doctrina de la pedagogía divina en la institución de los sacramentos. Porque la Sabiduría divina provee a cada cosa según su condición propia, y lo connatural al hombre es que alcance el conocimiento de las cosas inteligibles a través de cosas sensibles. Como el signo es aquello por lo que uno llega al conocimiento de otra cosa, y las cosas sagradas significadas por los sacramentos sean ciertos bienes espirituales e inteligibles que santifican al hombre, consecuentemente la significación del sacramento se realiza por algunas cosas sensibles; del mismo modo que en la Escritura divina las cosas espirituales se nos describen por la semejanza de cosas sensibles.[4]

Los sacramentos son precisamente esos instrumentos o ejemplos sensibles de los que se sirve el maestro divino para conducir al hombre a la inteligencia de las realidades sobrenaturales. Y, dada la singular condición de estos signos instituidos por Dios, en los que radica no sólo una significación de cosa sagrada sino también la eficacia de la santificación, en los sacramentos tenemos los instrumentos de la santidad ya que contienen, en expresión de Santo Tomás, significationem et causalitatem.

Los sacramentos se ordenan a la santificación de los hombres, a la edificación del Cuerpo de Cristo y a dar culto a Dios; pero, en cuanto que son signos. No sólo suponen la fe, sino que, por medio de palabras y cosas, también la alimentan, la robustecen y la expresan: por eso se llaman sacramentum fidei. Confieren ciertamente la gracia, pero también su celebración prepara perfectamente a los fieles para recibir con fruto, esa misma gracia, para dar a Dios el verdadero culto y para practicar la caridad. De estas consideraciones el Concilio deduce un importante criterio pastoral: Por consiguiente, es importante que, los fieles comprendan fácilmente los signos sacramentales y reciban con la mayor frecuencia posible aquellos sacramentos que han sido instituidos para alimentar la vida cristiana

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