Texto de Abraham Madroña. La mirada del otro

Texto de Abraham Madroña. La mirada del otro.

        La diferencia entre unas personas y otras es evidente por muchas causas: raza, sexo, lengua, procedencia, nivel cultural, religión, clase social, etc. Sin embargo, todo ello no es motivo para crear una separación, propiamente dicha, entre los seres humanos, y, además conferir a este concepto un sentido incuestionablemente despectivo. Como se expone el texto, a lo largo de la historia (en este caso hablamos de España en los siglos XVI y XVII) se han dado diferentes visiones del tema que se recogen en la literatura, en muchos de los relatos y obras podemos observar que en ellas se asienta el pensamiento de la época, cargado de connotaciones negativas que hacen referencia concreta a colectividades de personas, caracterizando de una determinada manera su forma de ser y de actuar a través de refranes, clichés y tópicos que se entienden y aceptan como generalizados.

Esta herencia de la que aún somos partícipes ha generado y conforma en la sociedad actual la disociación de las personas, no solamente fuera de España, sino también en el ámbito nacional, como se refleja en el texto. A grandes rasgos, una obra literaria, una obra de arte, una canción, un espectáculo, etc. (en definitiva: una creación) tiene la capacidad de permanecer en el tiempo, y así calar en el pensamiento de una sociedad. Todo ello se convierte pues, en el reflejo de esa sociedad del momento, dejando una huella ideológica que marcará generaciones futuras. Generalmente, no somos conscientes del poder que tenemos como individuos sobre la totalidad del conjunto social.

Por ello, es necesario romper con la base disgregadora procedente de épocas anteriores, entendiendo que pertenecemos a una época nueva y que todo lo demás se corresponde con el pasado. Además, hemos de cuidar los aspectos sociales que nos unen, anteponiendo los valores que nos hacen iguales ante las circunstancias adversas que los puedan dañar, como por ejemplo la xenofobia, la homofobia, el analfabetismo, la precariedad, etc., y cualquier tipo de exclusión social, actuando con rechazo hacia estos. No podemos cambiar la realidad global sin concienciarnos de esta idea: la desigualdad social es una actitud, y nos atañe a cada uno de nosotros particularmente.

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