Y SERÁS LLAMADO REPARADOR DE PORTILLOS
jancksonjjimenez26 de Septiembre de 2013
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Y LOS TUYOS EDIFICARÁN LAS RUINAS ANTIGUAS; LOS CIMIENTOS DE GENERACIÓN Y GENERACIÓN LEVANTARÁS,
Y SERÁS LLAMADO REPARADOR DE PORTILLOS, RESTAURADOR DE CALZADAS PARA HABITAR. (ISAÍAS 58:12)
INTRODUCION
Edificar o reedificar, construir o reconstruir, casas o edificios, fábricas o ciudades; solo es posible a través de la sabiduría, esfuerzo e inversión económica. Los elementos a utilizar deben cambiarse de lugar y transformar los materiales para que sean útiles. En el caso de reedificar; existe la ventaja de poder usar como base algunos elementos ya existentes, y la desventaja de tener que remover los escombros, de derribar y retirar lo inútil.
Este libro está dedicado a las personas que reconocen que Dios los ha llamado a edificar y a reedificar las vidas destruidas; a los que van a remover los escombros dejados por el pecado, por la religiosidad y por el diablo; a los que han sido llamados a construir el edificio de Dios; la Iglesia, de la que el apóstol Pablo dijo: ...edificados para morada de Dios en el Espíritu.
Con las vidas que el diablo a destruido por la ignorancia de la voluntad de Dios, debemos edificar un templo Santo para el Señor. Con los oprimidos, con los débiles, con los pobres, con los necios, con los que no valen nada, ni son amados por nadie. Con la guianza y el poder del Espíritu Santo, debemos remover los escombros y levantar en su lugar bases sólidas que sostengan la nueva edificación.
“Serás llamado reparador de portillos”; es un conjunto de principios bíblicos que nos muestran lo primero que debemos hacer para reedificar vidas humanas. Es mi deseo que beneficien su vida y ministerio; y que practicándolos y enseñándolos, miles de almas sean
Reedificadas.
CAPITULO I
LOS OBREROS NO CALIFICADOS
PRIMER TIPO:
LOS HIPOCRITAS
REPRENSION DIVINA POR LA HIPOCRESIA.
En el capítulo 58 del profeta Isaías, el Señor envía una fuerte reprensión a su pueblo, el cual, continuamente a lo largo de más de 800 años, ha practicado una religiosidad externa e hipócrita.
Los Judíos provocaron al Señor de muchas maneras, incluyendo la idolatría; pero en este punto de la historia (cerca del año 700 a.C.), su pecado se enfoca en el hecho de pretender ser justos, a pesar de haber fallado totalmente en su compromiso de ser un pueblo Santo, consagrado, que debía obedecer la ley recibida en los tiempos de Moisés, lo cual era determinante para poder recibir las bendiciones del capítulo 28 del libro de Deuteronomio.
Dios escogió a Abraham, para levantar un pueblo Santo, en el cual mostraría su gloria y su poder, un pueblo del cual podría gloriarse por causa de su obediencia y piedad.
Pero a lo largo de las generaciones, encontramos que los Judíos permanecían fieles en su culto a Dios solamente por cortos periodos, pues la mayor parte del tiempo fallaron en el cumplimiento del pacto. No fueron obedientes, no se condujeron como un pueblo especial, sino que cometieron las mismas abominaciones que los demás pueblos paganos. Aún sus Reyes y sacerdotes fallaron al dirigir correctamente al pueblo, y la decadencia espiritual se hizo notoria.
Los judíos vivían ciegos y ajenos a los principios espirituales que contenían las ordenanzas de la ley, y en esa condición desarrollaron un estilo de vida religioso que no incluía la piedad, ni la santidad que Dios demandaba.
Por esto, surgió la necesidad de que el Profeta de Dios levantara su voz, este debía declararle al pueblo cual era la condición en que había caído. Era necesario que el pueblo de Dios reconociera su rebelión y su pecado, por ello Dios le da la siguiente instrucción a Isaías:
ALZA TU VOZ Y ANUNCIA A MÍ PUEBLO SU REBELION Y A LA CASA DE JACOB SU PECADO (ISA.58:1)
La rebelión que Dios señala a su pueblo, es la desobediencia a las instrucciones divinas, y el pecado mencionado es la Hipocresía.
Dios resiste a los altivos, porque su comunión intima es con los humildes; pero también resiste a los hipócritas que tienen confianza en sí mismos como justos. El Señor se agrada únicamente de los que le obedecen, esto es el cumplimiento de Pro.28:9
EL QUE APARTA SU OIDO PARA NO OIR LA LEY, SU ORACION TAMBIEN ES ABOMINABLE.
LA HIPOCRESIA DE LOS JUDIOS.
A pesar de su estado de pecado, los Judíos buscaban al Señor, querían conocer sus caminos, comportándose como gente que había hecho justicia. Es decir, que pasando por alto su condición espiritual pretendían tener comunión con Dios.
Se consideraban con derecho a invocarlo, y a recibir respuesta, como si fuesen gente que había obedecido a Dios.
La Biblia los describe a ellos, como gente que ha dejado la ley de su Dios; pero se atreven a pedirle juicios justos y quieren acercarse a él.
El Señor les dice: me buscan cada día, quieren saber mis caminos, me piden justos juicios, quieren acercarse a mi; pero no es posible, porque no han hecho justicia y han dejado mi ley.
En otras palabras él dice: Uds. no me han obedecido, y vienen a mí, como si lo hubieran hecho, esperando que yo les responda; quieren ignorar sus pecados y la separación que estos causan entre Uds. y Yo.
En Isa.58:2; se revela que los Judíos actúan como que fueran “gente que hubiese hecho justicia”; esto es idéntico al comportamiento del fariseo de Luc.18; y a la conducta de las personas a quienes el Señor Jesús les narró esta parábola, pues se dice de ellos; que eran “unos que confiaban en sí mismos como justos”.
Los fariseos se constituyeron en la máxima expresión de la hipocresía religiosa, es decir, de una religiosidad que consiste en actos y cumplimiento de ordenanzas sin que existan en el corazón los motivos o la actitud correcta.
El fariseo de Luc.18 (oraba consigo mismo) agradeciéndole a Dios por su santidad y justicia personal.
Sabiendo que los fariseos eran estrictos en el cumplimiento de la ley, y que eran celosos como nadie más; podemos creer que ciertamente el no era como los otros hombres, el no era ladrón, no era injusto en sus negocios, no era un adultero, ni pecaba de la manera que probablemente lo había hecho el publicano.
De seguro que en verdad ayunaba dos veces a la semana, y que daba los diezmos de todo lo que ganaba. Y su satisfacción por todo esto, lo colocaba en una posición espiritual muy peligrosa; la del orgullo espiritual, que le impulsaba a la auto exaltación por confiar en las obras como su medio de alcanzar la justificación.
El fariseo estaba tan orgulloso de su “santidad," de ser tan bueno; que lo único que podía hacer era darle gracias a Dios y menospreciar al publicano.
El fariseo era recto en su conducta externa, pero su orgullo lo colocaba ante Dios en una condición muy baja y el no lo sabía.
LA HIPOCRESIA DE LOS CREYENTES.
Ese estado espiritual de muchos creyentes es semejante al del fariseo. Pretenden recibir las bendiciones de Dios y respuesta a sus peticiones a pesar de que ellos establecen sus propios limites para vivir bajo la gracia de Dios. No luchan ni resisten al pecado en sus vidas sino que solo se escudan en que: “Dios sabe que somos carne,” “él conoce nuestras debilidades” y sabe que “en lo profundo del corazón le amamos”.
La actitud de los Judíos puede considerarse un gran atrevimiento, sin embargo, es la misma que se encuentra hoy, en la vida de muchos creyentes, los cuales consideran que su pecado no es tan grande comparado con el de otros; y puede ser verdad, pero si pretenden llegar ante Dios por su propia justificación encontrarán que el camino está cerrado, porque su actitud de confiar en si mismos como justos, es otro pecado.
La falta de temor a Jehová, la falta de inclinación a la santidad, practicando una religiosidad superficial, y sin frutos; pero con la expectativa de recibir la ayuda divina, es parte normal de la vida de los inconversos, pero no debería serlo en aquellos que hemos conocido al Dios vivo.
No deberíamos olvidar que el Señor conoce los pensamientos y las intenciones del corazón, él sabe cuando sus hijos le honran de labios pero sus corazones están lejos de él, él sabe de los muchos que solo tienen apariencia de piedad.
EJEMPLOS A IMITAR: DAVID, DANIEL Y PABLO.
1. DAVID.
Cuando el rey David le falló a Dios, no pretendió pasar por alto su pecado, ni esperaba que Dios lo hiciera, sino que humillado, lo reconoció y lo confesó, también determinó cambiar su actitud, sabiendo que no estaba oculto a los ojos de Dios.
MI PECADO TE DECLARE, Y NO ENCUBRI MI INIQUIDAD. DIJE: CONFESARE MIS TRANSGRESIONES A JEHOVA; Y TU PERDONASTE LA MALDAD DE MI PECADO. (Sal.32:5)
BORRA MIS REBELIONES, LAVAME DE MI MALDAD, LIMPIAME DE MI PECADO. PORQUE YO RECONOZCO MIS REBELIONES Y MI PECADO ESTA SIEMPRE DELANTE DE MI. PURIFICAME Y SERE LIMPIO, ESCONDE TU ROSTRO DE MIS PECADOS Y BORRA TODAS MIS MALDADES (Sal.51:1,2,3,7,9)
2. DANIEL
Es admirable el proceder de Daniel; el cual a pesar de ser un varón fiel a Dios, en quien no fue hallado ningún vicio ni falta (Dan.6:4,5); no usó como argumento su condición espiritual para presentar sus peticiones a Dios.
Daniel no basó su petición en su conducta recta, aunque podía haberlo hecho, pues era fiel al Señor.
Pero se apoyó en algo muchísimo más grande que su justicia; se apoyó en las misericordias de Dios. Por eso dijo en Dan.9:18;
INCLINA
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