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¿como Pueden Extraviarnos Los Ojos?

giadira25 de Octubre de 2012

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Cómo pueden extraviarnos los ojos

3 Recordemos lo que le sucedió a Eva, la primera mujer. Satanás le dio a entender que si comía el fruto del “árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo”, se le “[abrirían] los ojos”. La idea de que se le abrieran los ojos al comer del fruto prohibido tuvo que resultarle muy atrayente. Y más aún cuando “vio que el árbol era bueno para alimento, y que a los ojos era algo que anhelar, sí, el árbol era deseable para contemplarlo”. Al mirar aquel árbol con deseo, terminó desobedeciendo a Dios, y lo mismo hizo Adán, con terribles consecuencias para la humanidad (Gén. 2:17; 3:2-6; Rom. 5:12; Sant. 1:14, 15).

4 Posteriormente, en tiempos de Noé, hubo ángeles que se dejaron llevar por algo que cautivó su vista. En efecto, Génesis 6:2 dice: “Los hijos del Dios verdadero empezaron a fijarse en las hijas de los hombres, que ellas eran bien parecidas; y se pusieron a tomar esposas para sí, a saber, todas las que escogieron”. Como vemos, se quedaron mirando con pasión a las mujeres y les nació el deseo de tener relaciones sexuales con ellas, algo totalmente contrario a su naturaleza. Al hacer realidad ese deseo, aquellos rebeldes tuvieron unos hijos muy violentos. A tal grado llegó la maldad de los seres humanos, que Dios los destruyó a todos, con la excepción de Noé y su familia (Gén. 6:4-7, 11, 12).

5 Siglos más tarde, un hombre llamado Acán también se dejó seducir por lo que vio. Los israelitas habían recibido el mandato divino de que, cuando conquistaran la ciudad de Jericó, destruyeran todo, salvo ciertos objetos que irían a parar al tesoro de Jehová. Él les había advertido: “Manténganse alejados de la cosa dada por entero a la destrucción, por temor de que les dé un deseo y de veras tomen algo”. Pero Acán desobedeció y se llevó varios artículos lujosos, lo que ocasionó que los israelitas fueran derrotados en la ciudad de Hai y sufrieran numerosas bajas. No fue sino hasta que salió a la luz el robo que el culpable confesó: “Cuando llegué a ver [los objetos] [...] los quise, y los tomé”. El deseo de los ojos llevó a Acán a codiciar en su corazón cosas prohibidas por Dios y ocasionó su ruina y la de “todo lo que era suyo” (Jos. 6:18, 19; 7:1-26).

Es necesario controlar los ojos

6 Hoy, a los seres humanos les sucede lo mismo que a Eva, los ángeles desobedientes y Acán: se ven tentados por “el deseo de los ojos”, que es el más eficaz de los “designios”, o trampas, de Satanás (1 Juan 2:16; 2 Cor. 2:11). Ciertamente, los estímulos visuales siempre han sido muy poderosos, como bien saben los publicistas. Un destacado escritor europeo especializado en técnicas de mercado señaló: “La vista es el más seductor de los sentidos. Muchas veces domina a los demás y nos persuade a actuar contra toda lógica”.

7 Se comprende, entonces, que los anunciantes nos inunden con imágenes estudiadas para producir el mayor impacto posible y abrir el apetito por sus mercancías y servicios. En Estados Unidos, un investigador que analizó el efecto de la publicidad en el consumidor dijo que “los anuncios no se preparan únicamente para informar, sino, más importante aún, para generar emociones que impulsen a la acción”. Con este fin, suelen usarse imágenes de alto contenido erótico, pues como dice un lema popular, “el sexo vende”. Todo lo anterior muestra que es esencial controlar lo que vemos y lo que permitimos que entre en la mente y el corazón.

8 Los verdaderos cristianos no somos inmunes a los deseos de los ojos y de la carne. Por eso, la Palabra de Dios nos anima a controlar con mucho cuidado lo que vemos y deseamos (1 Cor. 9:25, 27; léase 1 Juan 2:15-17). Alguien que comprendió muy bien lo relacionados que están la vista y el deseo fue Job, quien dijo: “Un pacto he celebrado con mis ojos. Por eso, ¿cómo pudiera mostrarme atento a una virgen?”

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