BATALLA DEL PUENTE DE CALDERON
saul51424 de Noviembre de 2013
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BATALLA DEL PUENTE DE CALDERON
Inicio el 17 de enero de 1811 en el Puente de Calderón, en el municipio de Zapotlanejo en Guadalajara, México duro cerca de 4 horas terminando ese mismo día.
CAUSAS
Tras una entrevista con Venegas, Calleja resolvió avanzar sobre Guadalajara y cortar de tajo la insurrección. Con ayuda del intendente poblano Flon, y de los militares De la Cruz y Emparán, con quienes planeó la campaña a Guanajuato, se decidió a marchar a Guadalajara.
Poco antes los insurgentes recibieron la noticia de que el coronel Mier fue derrotado por los realistas, y de que el cura de Ahualulco José María Mercado tomó el puerto de San Blas, en el actual estado de Nayarit.
Antes de la batalla, los jefes insurgentes discutieron sobre la estrategia. Hidalgo había decidido no presentar batalla dentro de la ciudad. Aceptando el parecer del cura, los insurgentes salieron de la ciudad entre el 14 al 16 de enero hasta el campo raso cercano al puente, donde acamparon la noche del 16.
HECHOS
La batalla comenzó y en principio los independentistas iban triunfando. A pesar de las diferencias de armamento, los rebeldes mexicanos estuvieron a punto de derrotar a las fuerzas virreinales. Sin embargo, los insurgentes se confundieron y desesperaron por la explosión de una granada española en las municiones mexicanas. Aquella explosión destruyó gran parte de la artillería mexicana, lo que en primera instancia redujo las pocas municiones insurgentes, causó pánico entre los soldados y creó un incendio que les impidió toda buena visibilidad sobre el enemigo, provocando una ola de desesperación y terror entre los insurgentes, que se dieron a la fuga. Los lealistas españoles sacaron provecho de eso se dedicaron a perseguir al enemigo que huía abandonando hombres y pertrechos. La batalla terminó a las seis horas de haber comenzado.
En el campo de batalla cayó Manuel de Flon, después de terminada la batalla por una flecha lanzada por el indígena Juan Terriquez, escondido detrás de un arbusto.
Personajes: Combatieron en ella cerca de 100 000 insurgentes, comandados por Miguel Hidalgo y Costilla, Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Abasolo, contra apenas 6000 soldados realistas, dirigidos por el teniente general Félix María Calleja, Manuel de Flon, conde de la Cadena y ex intendente de Puebla -llamado "El Chacal de los Ojos Verdes"- y por el brigadier José de la Cruz. Como auxiliar de Calleja peleaba el coronel Manuel Emparán.
CONSECUENCIAS
Los insurgentes huyeron hacia el norte, y en la hacienda del Pabellón, Aguascalientes, Hidalgo fue despojado del mando militar en favor de Allende; pero en el resto del camino es tratado como prisionero.
Los prisioneros son llevados a Chihuahua, donde se les realizaron juicios sumarios. Allende, Aldama y Jiménez fueron fusilados el 26 de junio, Hidalgo el 30 de julio y Abasolo fue condenado a prisión perpetua en Cádiz, España, donde murió en 1816.
TOMA DE LA ALHONDIGA DE GRANADITAS
El 28 de septiembre de 1810 las fuerzas insurgentes encabezadas por el cura hidalgo tomaron el fuerte y cárcel denominado “La Alhóndiga de Granaditas” ubicada en Guanajuato.
ANTECEDENTES:
El 16 de septiembre de 1810, el cura del pueblo de Dolores, Guanajuato, Miguel Hidalgo y Costilla, se había levantado en armas en contra de las autoridades españolas. Hidalgo había convocado a la gente en Dolores, y de ahí se habían dirigido a Atotonilco, San Miguel el Grande, Celaya y Salamanca. El siguiente punto era la ciudad de Guanajuato.
HECHOS
El ejército insurgente avanzaba incontenible, y ante su inminente llegada, el intendente don Juan Antonio de Riaño convocó a una junta el 19 de septiembre con la participación de las más importantes personalidades españolas de la ciudad, en la que acordó la defensa de la plaza y el atrincheramiento en Granaditas. El 24 de septiembre los españoles, así como algunos criollos de la ciudad, encabezados todos por el intendente Riaño, decidieron atrincherarse en el interior de la Alhóndiga con sus familias y sus caudales, esperando resistir a los insurgentes que venían en camino.
Convencidos los peninsulares y los criollos encerrados en la Alhóndiga que pronto serían socorridos por Calleja y sus tropas, se negaron a entregar la plaza y prefirieron defenderla.
Al mediodía de ese mismo 28 de septiembre los insurgentes irrumpieron en la ciudad de Guanajuato. A sus filas se sumaron los trabajadores mineros y la masa del pueblo, resentidos y con deseo de venganza contra los españoles por haberlos dejado desprotegidos. Los españoles ofrecieron una tenaz resistencia. Los realistas atacaban desde el techo con fuego y recipientes de pólvora utilizados como granadas improvisadas.
Juan José de los Reyes Martínez, quien pasaría a la historia con el sobrenombre de El Pípila, quien al percatarse de la desesperada situación de los insurgentes, decidió amarrar a su espalda una gruesa laja de cantera para cubrirse de la lluvia de balas y, arrastrándose pecho tierra hacia la entrada de la Alhóndiga, portando en una mano una antorcha y en la otra brea, untó ésta en la puerta del edificio y le prendió fuego. Al quedar consumida la madera, los insurgentes se precipitaron dentro del edificio y tomando el recinto, masacraron de forma despiadada a todos los realistas ahí refugiados.
CONSECUENCIAS
El movimiento cayó en una completa anarquía que devastaría lo que encontraba a su paso, lo que llevó a que gran parte de los criollos, por temor, rechazaran el levantamiento de Hidalgo, retrasando con esto el triunfo de la revolución y generando un profundo odio en el general Félix María Calleja.
El 1 de octubre, las tropas insurgentes abandonaron Guanajuato dirigiéndose hacia Valladolid, donde los españoles, tras conocer lo sucedido en esa ciudad, huyeron a otras partes del virreinato para evitar una nueva masacre.
El 14 de octubre de 1811, tras la caída y fusilamiento de los primeros líderes insurgentes, el general Calleja ordenó que las cabezas de Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez fueran colocadas en jaulas de hierro y colgadas en cada una de las esquinas exteriores del edificio y declarados “insignes facinerosos”, como escarmiento para quienes osaran rebelarse ante las fuerzas españolas.
Personajes: miguel hidalgo, el pípila, Félix María Calleja, el intendente Riaño
BATALLA DEL MONTE DE LAS CRUCES
Inicio el 30 de octubre de 1810, en el actual Estado de México, tuvo lugar en las inmediaciones del Monte de las Cruces. Termino este mismo día alrededor de las cinco de la tarde.
ANTECEDENTES
Procedente de Maravatío, Miguel Hidalgo y su gente entraron al territorio del actual Estado de México por San Felipe del Obraje (hoy del Progreso) y el 27 de octubre llegaron a Ixtlahuaca.
El virrey Francisco Javier Venegas ordenó el desplazamiento del realista Torcuato Trujillo hacia Toluca con unos 2 mil hombres de infantería, artillería y dragones para detener el avance insurgente. Con este propósito, Trujillo preparó refuerzos en las haciendas cercanas al Valle de Toluca, entre ellas las de Atenco, San Nicolás Peralta, Santa Catarina y Doña Rosa.
La Tarde del 28 de octubre, los insurgentes pernoctaron en Toluca, donde Hidalgo e Ignacio Allende idearon una estrategia de ataque. Mientras tanto, Trujillo fortificaba sus posiciones en Lerma pensando que por ahí llegarían los contrarios; sin embargo, a la mañana siguiente Hidalgo inició su marcha a Santiago Tianguistenco, por el rumbo de Atenco, con la idea de cercar y derrotar a los realistas.
HECHOS
El 29 de octubre, el cura de Lerma alertó a Trujillo que los insurgentes podían continuar su camino por el puente de Atenco. Ubicadas las tropas realistas en las partes más altas del monte, Torcuato Trujillo envió un comunicado al gobierno virreinal para informar su posición y solicitar refuerzos de artillería. Las fuerzas totales de los realistas se componían de 2 mil infantes, 400 efectivos de caballería y 2 piezas de artillería, incluidos 380 soldados que el virrey mandó como refuerzos; por su parte, los insurgentes eran más de 80 mil, de los cuales sólo unos 2 mil eran soldados con regular preparación y armamento.
Caída la tarde del 30 de octubre de 1810, la victoria insurgente se había consumado. En la batalla destacaron las acciones militares de Ignacio Allende, Mariano Abasolo, Juan Aldama y Mariano Jiménez, quienes, a pesar del desconcierto inicial, lograron dirigir acertadamente a sus hombres.
Con la Ciudad de México a su alcance, Hidalgo decidió regresar al Bajío y continuar propagando la rebelión en otras provincias para evitar un derramamiento de sangre innecesario.
Consecuencias:
De Cuajimalpa se dirigió a Querétaro, pasando por Temoaya, Jiquipilco y Nixiní; sin embargo, el 7 de noviembre, en Aculco, sus fuerzas se encontraron con las del realista Félix María Calleja. En esa escaramuza los insurgentes perdieron algunos hombres y pertrechos, aunque Hidalgo logró marchar a Valladolid con una parte de sus tropas, mientras que Allende se dirigió a Guanajuato
Esa noche, los insurgentes festejaron al calor de las fogatas. Al mismo tiempo, Hidalgo ordenaba sepultar los cadáveres y prestar auxilio a los heridos. En cuanto al número de bajas, se calcula que los realistas perdieron 2 mil hombres y los insurgentes reportaron una cantidad mayor.
Personajes: el virrey Francisco Javier Venegas, Torcuato Trujillo, Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Mariano Abasolo, Juan Aldama y Mariano Jiménez.
BATALLA DE ACULCO
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