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EL CUADRANTE EL FLUJO DEL DINERO

diana2730923 de Marzo de 2014

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“EL CUADRANTE DEL FLUJO DE DINERO”

Mi padre no es rico, ciertamente no posee un gran capital ni está al frente de un portafolio de inversiones, ni es propietario de alguna corporación; como la gran mayoría de las personas, vivió del salario proporcionado por su empleo hasta pensionarse, llevó y aun lleva una vida moderada y no falta de dificultades económicas. No por ello mi padre podría decir que no se sintiera libre ni que careciera de momentos felices. Por supuesto que hubo problemas, algunos tiempos buenos y otros especialmente difíciles se intercalaron en el correr de los años, pero fueron justamente esos tiempos los que le dieron un sentido a su vida como padre y a la mía como hijo. Cuando hay una entrada constante de dinero, y este alcanza para algo más que las necesidades básicas, empiezan a suceder una gran cantidad de cosas. Como bien lo escribió Borges “el dinero es un proteo más versátil que la isla de Faros” Cuando hubo algo de dinero extra en manos de mi padre muchas cosas sucedieron: compras, vacaciones, etc. Cada experiencia humana en el mundo de la vida es única e irrepetible, esto incluye por supuesto, las experiencias económicas. Las primeras cosas en las que reflexioné al iniciar la lectura del libro de Robert T. Kiyosaki “El Cuadrante del FLUJO DE DINERO” fueron básicamente las lecciones económicas que mi propio padre me ha enseñado, quizá no con la diáfana precisión del padre rico de Kiyosaki, pero si en su modo de actuar frente al dinero y su posición dentro del cuadrante; consecuentemente, empecé a pensar en mis propias acciones hoy por hoy. El cambio incesante en el modo de vida y en la forma de obtener sustento en el mundo actual y en particular en nuestro país nos obliga a mirar con un cuidado especial la forma como obtenemos y administramos nuestros recursos: el estilo de vida de clase media y la cultura de consumo contemporáneas nos han enseñado, con una fuerza que podría denominarse “maliciosa” que el crédito y el endeudamiento son la vía fácil para alcanzar la mar de placeres detrás de los afanes del consumo, sin embargo Kiyosaki nos deja claro, casi desde del comienzo, que esta no es una vía a la libertad, en términos financieros, sino más bien una vía a la libertad financiera de otros, aquellos que prestan, aquellos habilidosos que hacen que su dinero trabaje para ellos y que logran hacer que nuestro propio dinero pare en sus bolsillos, por lo general ya muy abultados.

”El Cuadrante del FLUJO DE DINERO” es la continuación del más popular “PADRE RICO, PADRE POBRE” del mismo autor, estos libros están inspirados en las lecciones económicas que Kiyosaki recibió durante sus años como hijo y amigo y de sus propias experiencias como empresario y educador, no se trata de una receta mágica hacia la riqueza, sino más bien de una reflexión y de una serie de consejos sobre cuáles son las aptitudes y las actitudes que hacen que una persona se conduzca, a través del “juego” del capitalismo, hacia la libertad financiera que se encuentra en los cuadrantes “D” e “I”, el lado derecho del cuadrante de flujo de dinero. El autor genera una sensación de optimismo al tiempo que nos impulsa a reflexionar sobre nuestras actitudes y capacidades en el tema financiero: deja claro que la ignorancia financiera es una desventaja enorme para lograr la riqueza, o cuando menos, una forma de vida que sea más cercana a nuestros deseos, a la vez que el evitar ser arrollados por la deuda y los negocios que sólo nos generan egresos.

Kiyosaki nos insta a tener un conocimiento de nosotros mismos pero sobre todo un conocimiento de la naturaleza económica en la que nos desenvolvemos, la mayoría de nosotros somos miopes a la hora de interpretar las situaciones monetarias, según el autor esto se debe primordialmente al hecho que nuestras decisiones económicas son principalmente basadas en emociones. No solemos pensar racionalmente el dinero y caemos fácilmente en tomar las suposiciones y el consejo de personas inexpertas como verdades. Muchas de estas conjeturas, compactadas en la multitud de dichos de la cultura popular, nublan el panorama y no permiten el salto hacia el lado derecho del cuadrante. Somos educados en una escuela diseñada para los requerimientos de una sociedad industrial clásica, y en nuestra situación local, en vías de desarrollo; sin embargo el mundo de hoy está migrando hacia una sociedad de la información, altamente descentralizada, donde muchos de los antiguos sistemas que ofrecían seguridad y confianza en el empleo permanente y la disciplina laboral se están resquebrajando, dejando a la generación intermedia entre esos dos grandes procesos en una gran incertidumbre económica y a nosotros en la búsqueda de nuevas formas de lograr nuestra seguridad económica.

Kiyosaki nos habla de cómo nuestra forma de pensar y de actuar frente al dinero nos encasilla en uno de los lados del cuadrante, como el mismo escribe “Porque nos guste o no, el del dinero es un tema emocional. Y como se trata de un tema emocional, la mayoría de la gente no puede pensar lógicamente acerca del dinero. Si usted no piensa que el del dinero es un tema emocional, tan sólo observe el mercado de valores.” El autor deja un poco de lado la naturaleza cultual de nuestra sociedad y aunque deja una profusa bibliografía entre líneas, esta se ve vagamente reflejada en sus páginas. Evidentemente el dinero es un tema emocional, una frase que me resultó especialmente impactante dice que “Al igual que existen olas en el océano, existen grandes olas en los mercados. En vez de que el viento y el sol impulsen las olas del océano, las olas de los mercados financieros son impulsadas por dos emociones humanas: la codicia y el miedo.” La historia de nuestras civilizaciones se tranza en estas y otras emociones, fue el miedo en el mundo feudal el que empujó a hombres sencillos, comerciantes, artesanos e incluso campesinos, a llevar sus monedas doradas a la seguridad de las arcas de algún rey o comerciante que pudieran brindarles protección contra los robos en un incierto orden social, allí nació luego el crédito y el sistema bancario, gracias a la astucia y la codicia de estos hombres que vieron acrecentadas sus arcas y que hábilmente lo explotaron para su beneficio: son las mismas fuerzas que rigen el mercado hoy por hoy, las emociones humanas. A veces olvidamos, de forma indolente, que detrás de las ecuaciones de mercados y las matemáticas financieras se esconden vidas humanas. La habilidad del rico está en usar esos dos aspectos para lograr llevar a cabo grandes proyectos, para vivir confortablemente, tener mucho tiempo libre, pagar pocos impuestos y practicar la filantropía.

A diferencia de los argumentos esgrimidos en la era industrial clásica, basados en el materialismo histórico, en las ideas de autores diversos como Marx, Hegel, Smith, entre otros; cosas como la división de clases y la explotación laboral pasan del conflictivo terreno de cuál es la mejor forma de organización social-productiva, al debate sobre el nivel educativo y la aprehensión y explotación del conocimiento como argumento para lograr un desarrollo social y material dinámico, donde las personas se sientan libres y sean capaces de desenvolverse en cierta armonía. En este punto Kiyosaki nos deja claro que una de las situaciones que más afecta el desarrollo de las sociedades hacia estados más inteligentes y armónicos es la ignorancia financiera.

Nuestras costumbres sociales nos empujan fuertemente al consumo y la deuda: se nos enseña a comprar, pero poco o nada se nos explica sobre el juego del dinero: los grandes beneficios detrás de los sistemas de crédito se logran a suerte de la incapacidad para asumir, de un modo inteligente, la deuda por parte de los compradores. Kiyosaki nos muestra una ventana hacia el lado derecho del cuadrante, un cambio en nuestra forma de ser y de pensar, literalmente afirma “Lo más importante para nosotros acerca de realizar el tránsito del lado izquierdo del Cuadrante al lado derecho no fue lo que “hacemos”, sino en quienes nos convertimos en el proceso. Para mí, eso no tiene precio.” Sin embargo muchas de las formas de hacer y de pensar que poseemos son heredadas del contexto familiar, escolar, laborar y social en general en el cual nos desenvolvemos. Personalmente soy un convencido de que la pobreza y la riqueza, más que estados materiales o económicos, son estados culturales e intelectuales, en donde nuestras emociones y nuestra percepción de la realidad determinan el grado de satisfacción que nos brindan nuestros bienes terrenales. La cultura contemporánea alaba lo novedoso y extravagante, curiosamente esto también hace parte del “juego.” Detrás de toda celebración siempre hay uno más contento que todos los invitados: quien recibe la utilidad de las entradas a la fiesta. Sólo una transformación interior nos impulsa a un mejor estado de bienestar material y a un mejor aprovechamiento de nuestro más valioso recurso como seres vivos: el tiempo. Empero, la vertiginosa velocidad con la que se suceden los eventos sociales y de consumo en el mundo contemporáneo han desdibujado el horizonte futuro, y la gran abundancia de hoy no suele medirse para hacer frente a las incertidumbres futuras “…por eso la plata que cayó en mis manos, la gasto en mujeres, bebida y bailando…” reza como una máxima de la economía popular colombiana un estribillo de cierta canción vallenata, esto es una enorme puerta abierta a quien sepa extraer de ella el flujo de dinero, a la vez que un saco sin fondo de gran parte de nuestra población económicamente más frágil.

Es en la cultura del consumo y no en el ser un “E” o un “A” donde radica el problema de la pobreza o de la dependencia financiera, el autor

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