En La Era De La Comunicación ¿Realmente Estamos Comunicados?

En la era de la comunicación ¿Realmente estamos comunicados?

Por Lic. Jairo Antonio Méndez Berrios.*

El hombre moderno se rodea de infinitas

posibilidades de comunicación y,

paradójicamente,

es lo que siempre le falta.

Marcel Marceau

Un día le pregunté a Úrsula, una amiga cooperante alemana, que por qué no tenía su página en Facebook, pragmática como suele ser, me contestó: ¿Para qué quiero más amigos si en Alemania tengo cuatro y no los visito? Su respuesta no pudo ser más aleccionadora para mí, que en ese entonces había alcanzado más de 1,500 “amigos” en la red social y me ufanaba por ello.

La moda actual es “estar comunicado”. Pertenecer a una red social es sinónimo de ciudadanía y “estar conectado”, sinónimo de ser parte de algo. El fenómeno es envolvente, tanto así que todas las edades reclaman su derecho a la nueva comunicación globalizante y más que mero esnobismo el mercado se encarga de convertirlo en necesidad.

Así los aparatos de última generación se han apropiado de nuestra existencia, sin pedir permiso, sin resistencia, proporcionándonos más bien un sentimiento de placer: el placer de existir. Seguro René Descartes, contemplándonos en esta nueva vitrina cambiaría su célebre frase por “me conecto, luego existo”.

El último informe de TELCOR, órgano regulador de las telecomunicaciones (marzo 2014), revela que un 80 por ciento de los nicaragüenses cuenta con un teléfono celular, por otro lado fuentes vinculadas al mercado tecnológico aseguraban, a finales del 2013, que al menos 4 de cada hogares del país cuentan con una computadora, lo cual demuestra nuestro ascenso acelerado en el uso de las tecnologías.

Nunca antes el término comunicación ha tenido tanto auge y no es para menos: asistimos a un escenario donde la tecnología nos impone las reglas del juego y además nos convierte en sujetos globales, el ciber espacio ha abierto las pistas y carretera que quizás nunca existan físicamente en comunidades remotas como nuestros territorios indígenas: mayagnas y misquitos, donde se han establecido ya centros tecnológicos con redes de acceso a la aldea planetaria, mientras sus habitantes tardan tres días en panga para llegar a un hospital.

Los modelos tecnológicos determinan el diseño empresarial y las relaciones laborales. Las empresas no están solo interesadas en contratar recursos humanos, sino además en equiparlos en busca de la eficiencia.

Si la historia fuera solo esto, no tuviera mayor complejidad. Resulta imposible dejar de advertir como este agigantamiento tecnológico nos minimiza, nos hace cada vez menos seres humanos y por tanto menos

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