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Enviado por   •  12 de Agosto de 2013  •  1.135 Palabras (5 Páginas)  •  205 Visitas

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En el que posiblemente sea el momento más sublime de ‘El nuevo mundo’ (‘The New World’, Terrence Malick, 2005), quizá la película más bella en muchos años de cine, John Smith (Colin Farrell), arrasado por una nostalgia que es como un virus invencible, recuerda momentos irrepetibles con la nativa de la que está enamorado, y oímos sus pensamientos sobre abandonarlo todo, sobre decidir adentrarse con ella en lo desconocido, en la naturaleza salvaje (tanto física como interior) y recita: “into the wild…”. Una frase que, precisamente, es el título original de la cuarta, y hasta la fecha última, película del gran actor Sean Penn como director. Y la cosa no tendría mayor relevancia sin Sean Penn no hubiera protagonizado ‘La delgada línea roja’ (‘The Thin Red Line’, Terrence Malick, 1998) y si, a fin de cuentas, esta película no estuviera presidida por una observación pura y directa de la naturaleza, que tanto tiene que ver con Malick.

Tirando aún más del hilo de la inspiración, la peripecia vital de Christopher McCandless, más conocido por haber elegido el nombre, en sus últimos años, de Alexander Supertramp, tuvo mucho que ver con sus lecturas no solamente de Jack London (autor de ‘Colmillo blanco’ y ‘La llamada de lo salvaje’), sobre todo de Henry David Thoreau, naturalista cuyo maravilloso ‘Walden’ describe los dos años, dos meses y dos días que el propio Thoreau pasó en soledad fundido con la naturaleza. De tal modo que estamos hablando de cineastas, escritores, viajeros y naturalistas que comparten un mismo universo, un mismo anhelo: la emoción de la naturaleza como espejo de una quiebra y una redención interior, como llamada, como mandato espiritual. Imposible no evocar a grandes maestros de la literatura y del cine cuando se habla de ‘Hacia rutas salvajes’ (‘Into the Wild’, Sean Penn, 2007), película que, sin ser realmente gigantesca, sí atesora una belleza y un riesgo que la sitúan muy por encima de la media.

Ya Malick había llevado a cabo sus muy particulares homenajes a Thoreau, un escritor con cuya personalidad tanto tiene que ver por su amor a la vida salvaje, en el breve pasaje en que sus dos criminales adolescentes de ‘Malas tierras’ (‘Badlands’, 1974) viven en el bosque durante un tiempo, o en el exilio del soldado Witt en las idílicas Islas Salomón de Melanesia. Sean Penn, tomando como maestro a Malick y enamorado de la historia del trágico McCandless, escribió en solitario un sólido guión de ciento cincuenta páginas basado en el volumen homónimo de Jon Krakauer, y dirigió una película que poco o nada tiene que ver con lo que había hecho hasta entonces, que probablemente habría protagonizado él mismo si hubiera contado con unos cuantos años menos, y que quizá marque el techo de su talento como realizador, pues si antes, en las intensas, singulares, ‘Extraño vínculo de sangre’ (‘The Indian Runner’, 1991), ‘Cruzando la oscuridad‘ (‘The Crossing Guard’, 1995) y ‘El juramento’ (‘The Pledge’, 2001) había llevado a cabo ejercicios de género más o menos logrados, ahora se zambulle en un relato mucho más arduo de llevar a buen tiempo, mucho más luminoso, y mucho más existencialista.

Supertramp, ¿ascetismo o locura?

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