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LILIANA LA DURA


Enviado por   •  1 de Septiembre de 2014  •  1.353 Palabras (6 Páginas)  •  203 Visitas

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LILIANA LA DURA

Detrás de Juan y Hernando se vino Esperanza y detrás de Esperanza saltó Beatriz y detrás de Beatriz se coló José y detrás de José lo hizo Pablo y detrás de Pablo llegó Luz Elena. Hernando repitió "torcida", porque había entrado en el setenta, regresó a Colombia un año más tarde y en el ochenta y cinco, arrepentido, enmendó lo que para él fue un error y regresó ilegalmente por Bahamas.

Estos nombres corresponden a siete hermanos quindianos que se vinieron para Nueva York y además trajeron a sus hijos con sus nueras, a sus hijas con sus yernos y como era lógico, también arrastraron con sus nietos. Son tres generaciones de emigrantes establecidas allí "para siempre". Pero no son la única familia que abandona masivamente el país. Como los Villegas —así es su apellido— hay centenares de padres, hijos y nietos que un día despertaron y sintieron que la vida era tan estrecha y tan dura y tan peligrosa, que resultaba mejor arriesgarse y huir para convertirse en extranjeros por el resto de sus vidas.

Todos los Villegas trabajan o estudian pero permanecen unidos. Hoy viven en el corazón de Queens y gracias a lo que se llamó la ley de amnistía en los Estados Unidos, en noviembre de 1988 consiguieron parte de la legalidad y ahora tienen papeles de residentes. Por eso dicen con tanta seguridad que seguirán aquí "para siempre".

Pero mire usted: aun cuando parezca confuso, vale la pena volver atrás y seguirlos uno a uno —porque aquí no se trata de memorizar nombres ni de entender el parentesco exacto entre ellos, sino de sentir la fuerza del éxodo colombiano que arrastra familias completas hacia los Estados Unidos—, hasta desembocar en Luz Elena y Liliana. La una cruzó el Río Bravo trepada en un neumático cuando tenía cincuenta años, y la otra se arriesgó por el Caribe y a los veintisiete nadó sin saber nadar, hasta ganar las costas de la Florida.

La historia es así:

En 1970 aún resultaba fácil colarse ilegalmente a los Estados Unidos porque los consulados excedían las visas de turismo sin mayores exigencias. Entonces se trataba de venir en plan de paseo y quedarse definitivamente. En esta forma ingresaron Juan y Hernando. Juan tenía diecinueve y Hernando treinta y uno. Pero Hernando se devolvió un año más tarde y regresó en una época en que la situación se había puesto difícil por lo cual debió arriesgarse a través de México, en compañía de su esposa y de Fernando, uno de los muchachos de la tercera generación. Parte del dinero del viaje lo pidieron prestado en Colombia y parte se lo enviaron sus familiares en Estados Unidos. Tenían que llegar a trabajar pronto, y en lo que fuera, para pagar la deuda.

En julio de 1972, Esperanza emprendió vuelo —también con visa de turismo—, gracias al dinero que le envió Juan. Había cumplido veintidós años y era soltera. Se casó en Estados Unidos y tiene dos hijos norteamericanos.

En septiembre del mismo año, Esperanza le mandó unos dólares a Beatriz que cruzaba por los veintinueve y también era soltera. Ella llegó por la misma vía, consiguió trabajo, se casó con un griego residente y tuvieron un hijo.

Todos reunieron más dólares y en 1981 trajeron a Pablo (de 31) por México...

En 1982 se aventuró José (54 años) pasando por Tijuana dentro de un grupo de caleños que debió caminar ocho horas a través del desierto hasta llegar a San Diego, California. Pero al tomar el avión que los conduciría a Nueva York, fueron detenidos por agentes de migración. Cinco días después quedó libre gracias a una fianza de tres mil dólares presentada por su familia y una vez afuera hizo lo que hacían todos: se perdió en el país a cambio de lo cual las autoridades retuvieron el dinero.

En 1983, aun cuando estaba separado en Colombia, su esposa (de 49) lo siguió a través del Río Bravo, acompañada por Luz Elena, su cuñada —la mujer de cincuenta que navegó sobre un neumático—, por su sobrina Liliana

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