LINEA DEL TIEMPO
sossaparra10 de Noviembre de 2014
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Dondequiera que estemos, vivimos inmersos en espacios atravesados por infinidad de radiaciones electromagnéticas. Y la luz es una más, dentro de ellas. Los antiguos filósofos griegos, interpretaban que la luz emanaba de nuestros ojos y al chocar contra los objetos, permitía verlos. El matemático árabe Alhazen en el siglo XI, descubrió que los ojos no la emitían, sino que la recibían. Pasaron los siglos y la luz siguió siendo motivo de discusiones. Isaac Newton, en el siglo XVI, haciéndola atravesar por un prisma de cristal, demostró que era un conjunto de colores y dijo que estaba constituida por diminutas partículas o corpúsculos. Pero Hooke y Huygens discreparon y afirmaron que eran ondas, logrando explicar muchas de sus propiedades como la reflexión (cuando choca con un cuerpo y cambia de dirección, fenómeno que nos permite vernos en un espejo o ver a la luna), la refracción (cuando pasa de un medio a otro y cambia de velocidad), interferencias etc. Para estos hechos, la interpretación de Newton ofrecía dificultades. Todos coincidían en que se propagaba en línea recta, a gran velocidad y en todas direcciones, pero discrepaban en cuanto a su naturaleza.
Cuando en el siglo XIX, el brillante físico escocés James Maxwell, desarrolló la Teoría Electromagnética, logrando sintetizar todo lo que hasta entonces se sabía de electricidad y magnetismo e incluso de óptica, demostró que todos esos fenómenos eran manifestaciones de uno solo: el Campo Electromagnético e incluyó a la Luz, dentro de ese campo. Veinte años después, el físico alemán Heinrich Hertz, demostró la veracidad de las ecuaciones de Maxwell, identificando, produciendo y detectando ondas electromagnéticas, las que usadas por Marconi, permitieron construir el primer aparato radiotransmisor. En su corta vida de 37 años, Hertz con sus investigaciones, inició la era de las telecomunicaciones modernas. También descubrió el efecto fotoeléctrico, pero fue Einstein quien lo explicó, observando que el efecto producido cuando la luz monocromática choca con metales y le arranca electrones de su superficie, sólo podía producirse si la luz estaba constituida por partículas, tal cual lo había inferido Newton. Las deducciones de Maxwell y Einstein eran reales, demostrables y sin embargo incompatibles. Experimentos posteriores demostraron que en realidad la luz es una dualidad onda-partícula y a esas partículas luminosas se las llamó fotones. No tienen masa ni carga. Vibran y se mueven comportándose como ondas, pero cuando chocan ó interactúan con algún cuerpo, lo hacen como partículas, como en el caso del efecto fotoeléctrico. O sea, la luz puede comportarse como onda o como partícula. Por lo que una buena definición sería que se propaga como ondas electromagnéticas transportando su energía a través de los fotones. Esas ondas, son semejantes a las sonoras, pero no necesitan de ningún medio para propagarse. En el vacío lo hacen a casi 300.000 Km/s y su velocidad disminuye en cualquier otro medio, como el agua o el aire. Tal como lo demostró Newton, a través de un prisma, la luz visible se dispersa en 7 colores, fenómeno que también se observa en el Arco iris, cuando la luz del Sol incide en las gotas de lluvia. Todas las sustancias tienen su "huella dactilar'' que se llama espectro electromagnético, formado por las ondas electromagnéticas que emite ó absorbe esa sustancia. Cuando nosotros vemos un objeto rojo, es porque absorbe todos los demás colores de la luz y refleja el que no absorbe. Si lo vemos blanco es porque refleja a todos y negro cuando absorbe todos. Nuestros ojos son un instrumento óptico que a través de la retina, percibe todas esas propiedades de la luz visible emitida por el Sol, las estrellas, el fuego, la luz eléctrica, una vela, una cerilla. Otras muchas ondas electromagnéticas no las podemos ver. El mismo Sol, además de las ondas visibles también emite ondas del espectro ultravioleta e infrarrojo. Hay multitud de fenómenos físicos que se asocian a las radiaciones electromagnéticas invisibles para el ojo humano, como las ondas de radio, de televisión, de celulares. Tienen longitud de onda, frecuencia y energía características. Las ondas cuyas longitudes son muy largas, medidas en kilómetros, son las de radio. Le siguen las microondas, las infrarrojas, las de la luz visible, las ultravioleta, rayos X y rayos Gamma. Las últimas tienen longitudes tan pequeñas que se miden en nanómetros y están asociadas a altas energías. Muchas se usan en medicina. Las infrarrojas, se asocian al calor y se usan en controles remotos, láseres y detección de estrellas y cuerpos móviles en la oscuridad, según el calor que emiten. Las ondas electromagnéticas usadas en Telecomunicaciones, se clasifican según su Frecuencia medida en Metz, en homenaje a su descubridor y comprenden también, las microondas que atraviesan la ionósfera y permiten la comunicación satelital. Merced a las ecuaciones de Maxwell, confirmadas por Hertz, los avances en comunicaciones, en medicina, en estudios de estrellas y galaxias, siguen siendo extraordinarios. Seguramente ninguno de los dos pudo imaginar la importancia de sus investigaciones para el futuro de la humanidad.
http://diariodecuyo.com.ar/home/new_noticia.php?noticia_id=621005
LINEA DEL TIEMPO
11 OCT, 2011
¿El origen del pánico electromagnético?: sigan el dinero
Luis Alfonso Gámez ANTENAS Y SALUD, CIENCIA, SUPERSTICIÓN, INCULTURA Antenas de telefonía, Hipersensibilidad electromagnética, Telefonía móvil
En una de las escenas descartadas de “¿Las ondas del mal?”, el episodio de Escépticos dedicado a explorar la relación de las ondas de telefonía y el cáncer, hablaba por teléfono con el aparato blindado por una de esas telas antiradiaciones que venden los más activos promotores del pánico electromagnético en España. Mi móvil era un iPhone 4, con sus supuestos problemas de antena. Pues, bien, ni cubriéndolo con varias capas de tela que presuntamente frena las ondas de telefonía y se vende a precio de oro, tuve dificultades para mantener una conversación telefónica con José A. Pérez. El quid de la cuestión en el asunto del miedo electromagnético es el mismo que en el caso de cualquier otra conspiranoia, que algunos ganan dinero asesorando a los presuntos afectados, defendiéndolos legalmente y vendiéndoles todo tipo de inútiles cachivaches, y que los periodistas, a veces, abdicamos de nuestro deber, traicionamos al público y hacemos publicidad a vende motos.
La contraportada de La Vanguardia, un espacio dedicado a entrevistas que demasiado habitualmente sirve para que el charlatán anticientífico de turno goce de publicidad gratuita, la protagonizó ayer Agustín Bocos. Se presenta como abogado ambientalista y lo que dice en el diario barcelonés respecto a las ondas de radiofrecuencia y la salud es un puro disparate, de principio a fin. Por empezar por lo que debería ser el final: no hay ningún estudio -y se han hecho miles- que haya encontrado relación alguna entre las radiaciones de los móviles y el cáncer. Nuestro protagonista destaca en un momento determinado que la Organización Mundial de la Salud (OMS) “ha clasificado oficialmente este tipo de radiaciones como posible cancerígeno”. Se le olvida decir que están en el mismo grupo que el café y que quienes han incluido las ondas de telefonía en esa lista han reconocido que se han basado en pruebas limitadas e inadecuadas. Más preocupante es, no obstante, que la autora de la entrevista no diga nada y haga un chistecito fácil -”Si sumamos las radiaciones de las Wi-Fi de un edificio, debemos estar todos fritos”- en lugar de replicar con conocimiento de causa. No es la única vez que Ima Sanchís demuestra que no sabe nada, nada absolutamente, del tema ni que el entrevistado escamotea información a los lectores.
Bocos habla también en la entrevista del caso del colegio García Quintana de Valladolid, al que iban sus hijos:
“A. Bocos: Hubo cinco casos de leucemia. Cerca del colegio había un edificio plagado de antenas de telefonía en la azotea. Presentamos un escrito al Ayuntamiento explicando que había estudios que vinculaban la leucemia infantil con la radiación electromagnética. Queríamos saber la potencia de esas antenas.
I. Sanchís: El alcalde debió de preocuparse.
A. Bocos: Se negó a recibirnos, dijo que éramos “unos padres histéricos”. Pusimos una querella criminal por una supuesta prevaricación y contra las operadoras por contaminación ambiental. Ganamos, pero una niña murió.”
¿Qué conclusión sacarían ustedes de este diálogo? ¿Que en ese caso se demostró la relación entre emisiones de antenas y leucemia? Pues, se confundirían. Aunque dé esa impresión, las conclusiones fueron otras muy diferentes que la que pretende vender Bocos. Al abogado madrileño se le olvida, otra vez, contar toda la historia, y la periodista demuestra, otra vez, que no se ha preparado la entrevista porque salta inmediatamente a otro tema -”¿Ha ocurrido en otros colegios?”- en vez de puntualizar que nada de lo anterior demuestra que haya una relación entre antenas de telefonía y cáncer. Me explico, copiándome a mí mismo:
El Informe final de la comisión de investigación de la agregación de tumores infantiles en alumnos del Colegio Público García Quintana de Valladolid y el posterior Informe sobre la agregación de tumores infantiles en alumnos del Colegio Público García Quintana de Valladolid, en relación con un nuevo caso de cáncer hematológico diagnosticado en un alumno de dicho centro son concluyentes. El primero, de 23 de mayo de 2002, establece que los datos “no apoyan la hipótesis de una relación causal entre las antenas instaladas
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