La formación posgradual en Colombia, un compromiso total.

Maestría en Administración de la Tecnología Educativa. Universidad de Santander - UDES. Virtual, Bogotá. Estudiante: Nelson Enrique Torres Ochoa CC. 79862113 de Bogotá. Módulo: Inducción Aspirantes Maestría. Profesor Consultor: Sergio Andrés Zabala Vargas. Ensayo.

La formación posgradual en Colombia: un compromiso total

“Creemos que las condiciones están dadas

como nunca para el cambio social,

y que la educación será su órgano maestro.

Una educación desde la cuna hasta la tumba,

inconforme y reflexiva, que nos inspire un nuevo

modo de pensar quiénes somos en una sociedad

que se quiere a sí misma. Que aproveche al

máximo su creatividad inagotable” 

Gabriel García Márquez

 (Martínez Posada, 2010)

Al ingresar a la escuela es bastante común que el nuevo aprendiz se reúse a tener que a asistir a una institución repleta de personas que desconoce, dejando atrás la seguridad y comodidad de su hogar. Sitio que le albergó bajo el cuidado de sus padres, donde no solo aprendió sus primeras palabras, a desenvolverse y hasta llegar a caminar; sino que además le permitió conocer ese pequeño mundo denominado familia convirtiéndose en una parte preponderante de este último.

Luego, con el paso del tiempo ese neófito colegial que se maravillaba con las historias narradas por sus maestros, con las rimas y canciones que entonaba con sus compañeros de viaje, con los juegos en el parque de la escuela; fue perdiendo el interés, el gusto y la satisfacción de conocer y/o experimentar cosas nuevas.

Según parece, a medida que avanzaba en su proceso ocurría algo bastante particular: la motivación intrínseca al hecho educativo era suplida por las valoraciones cuantitativas así como los títulos y/o reconocimientos académicos; sin tener en cuenta a ciencia cierta sus expectativas, aptitudes y actitudes.

No obstante, este no es un hecho aislado, teniendo en cuenta que “desde los primeros años de la historia (…) el mundo académico cargó su ambiente de simbolismos para marcar distancia frente a otros sectores y para darle un lugar específico a cada individuo dentro de las mismas instituciones” (Universidad Nacional de Colombia, 2009, pág. 3). De modo tal que con el paso de los siglos “…las instituciones, especialmente las universidades, se vuelven más complejas al diferenciar sus programas docentes según los grados y títulos a que ellos conducen: bachilleratos de formación general, licenciaturas, títulos y postítulos profesionales, maestrías, doctorados.” (Universidad Nacional de Colombia, 2009, pág. 3)

De manera que ser parte de esta nueva sociedad del conocimiento en la que las relaciones sociales, económicas y  culturales están sustentadas en el nivel o grado de cualificación, requiere que los profesionales con formación posgradual demuestren cuan competentes son al interpretar y analizar  la información que les proporciona el entorno en que desarrollan su quehacer profesional, al tomar decisiones y al evaluar las mismas y así llegar a ser considerados como profesionales idóneos en el ámbito investigativo.

Sin embargo, el mundo educativo debe enfrentar fuertes desafíos interdependientes si se pretende que las universidades se transformen en centros de formación investigativa además de que exploten el gran potencial que poseen para enriquecer el aprendizaje; ya que como lo señalan (Manzo Rodríguez, Rivera MIchelena, & Rodríguez Orozco, 2006):

La educación superior del siglo XXI al asumir el reto del vertiginoso desarrollo de las ciencias y las tecnologías, deberá enfatizar en una sólida formación profesional como consecuencia de priorizar los procesos de aprendizaje con un carácter eminentemente productivo, de forma que la educación de posgrado se sustente en un egresado que esté dotado de los recursos intelectuales y humanos que le garanticen educarse durante toda su vida profesional. La sociedad contemporánea requiere cada vez más de un universitario que conjugue una alta especialización con la capacidad científico técnico y condiciones ciudadanas pertinentes. Se puede afirmar que la universidad del futuro será juzgada esencialmente por la calidad de egreso de sus estudiantes, esta realidad se ve influida fundamentalmente por el desarrollo de los estudios avanzados.

Por tanto, es imprescindible que los programas de formación posgradual respondan a tres principios fundamentales. En primer lugar, se debe considerar el nivel de pertinencia de la labor investigativa en función de las necesidades sociales, económicas y culturales de la población. Además, conviene analizar si el impacto social en las comunidades responde a los intereses de los profesionales. Finalmente, ha de evaluarse la relevancia científico-técnica de los mismos, en función de los requerimientos tecnológicos del aparato productivo y del intercambio internacional.

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