Paradigma
jose11acolmena23 de Abril de 2015
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Un tema con este grado de ambigüedad prefiere la utilización de la definición de Glazier y Grover (2002), quienes describen los paradigmas (o las matrices) como una armazón de presupuestos básicos en los cuales las percepciones y las relaciones se evalúan, delinean y aplican a una disciplina o profesión. Los autores abogan por una comprensión o una significatividad de la realidad de modo superindividual como resultado de la socialización del conocimiento, científico o de cualquier naturaleza; así como que distintos paradigmas suponen diferentes valores y metas en cualquier ámbito.4
EL FENÓMENO DE LOS PARADIGMAS
El roce entre las propuestas de las nociones, condiciones o el conocimiento previo, y las que emergen por información, interpretación o adecuación, dependen del “relativismo epistemológico” o de la inestable relación entre los “valores de verdad” y las “condiciones previas”.5 Esto explica que la formulación de toda nueva matriz disciplinar esté determinada por “algo” que es anterior y que en ese pasado tiene raíces y significación propia. De esta forma, los nuevos significados que se construyen por medio de la interpretación, relacionan el estudio de los cambios paradigmáticos con el interaccionismo simbólico, con el estructuralismo lingüístico-semiótico y el constructivismo radical, que tienen como premisas el fenómeno de la interpretación, de la elaboración de los significados y de la formación socio-cognitiva de la realidad, respectivamente.
Negociar y compartir los significados implica una maniobra de la actividad y la conciencia, además de un reconocimiento a la experiencia y al aprendizaje continuo y significativo, que se enmarca en un tiempo y lugar determinados. Intencionalidad, contextos y transformación son condiciones de la asignación de teorías y sustrato de los paradigmas, ceñidos entonces por la dialéctica de la interpretación que se realiza en dependencia de las estructuras e interacciones sociales (los actores y las relaciones de poder) y la cultura asociada, que propicia consecuentes cambios en la visión del mundo.
Las rupturas teóricas y paradigmáticas no constituyen un proceso regular ni mucho menos predecible, y tienen éxito sólo si sirven para encontrar soluciones a problemas actuales. En el proceso de evolución e identificación de una disciplina, se desarrollan varios paradigmas.
Los de mayor influencia se determinan por su facultad para, gradualmente, “controlar los recursos vitales, el conjunto de normas disciplinarias y… establecer una definición de sus límites”.6 Estos se consideran paradigmas dominantes y prevalecen por conformidad o convergencia intradisciplinar; otros se mantienen subsumidos o coexistentes. De tal suerte, ciertos paradigmas se muestran como modelos explícitos, estables, absorbidos y comprendidos, mientras que otros o no se articulan o no son visibles en el transcurso de la existencia de los dominantes. Cuando se multiplican paradigmas altamente divergentes, al punto que rivalizan con los dominantes, ocurre una crisis que vuelve a patentizar componentes ideológicos y jerárquicos. Los paradigmas emergentes evidencian nuevos contextos y una recomposición de las relaciones de poder.
Etkin y Schvarstein (2000) resumen y aclaran características básicas del fenómeno de los paradigmas; a continuación se exponen algunas relevantes para este estudio:7
Plantear un paradigma implica adoptar alguna posición: no se puede ser neutral.
Una parte importante del paradigma es implícito o no consciente: existen supuestos básicos subyacentes que orientan los razonamientos del observador.
Los paradigmas no son técnicos, sino teóricos: se refieren a las leyes que regulan el funcionamiento de las disciplinas y las organizaciones, no derivan del orden instituido o de las ideologías del medio social, pero actúan en el contexto de estas.
Los paradigmas incluyen creencias y enunciados emocionales, que se interiorizan por la educación.
Los enunciados del paradigma no están necesariamente conectados en forma lógica.
Los nuevos paradigmas no surgen por acumulación de nuevos estudios, sino por enfrentamiento con otros paradigmas.
En las rupturas paradigmáticas, se evidencia un nivel de diversidad en sus perspectivas, una “inconmensurabilidad”,8 debido al cambio de los sistemas de observación; es decir, de los marcos de referencia conceptual que constan de un conjunto no siempre nítido de reglas, estructuras y acciones, que hablan de un importante componente pragmático, de una dimensión semántica que resulta del cambio en la percepción, de formulaciones y su correspondencia semántico-sintáctica, y también de valores, intereses o esquemas de preferencias propios de determinada cultura.
La relación de los paradigmas con la idea de la inconmensurabilidad filosófica se muestra no tanto a la hora de optar entre valores alternativos, sino cuando se desconoce o proscriben alternativas paradigmáticas. Esta posición metateórica que habla del pluralismo, la incompatibilidad de paradigmas o la inconmensurabilidad de modelos, influye sobre la teoría de la organizacióna en dos perspectivas. Una, que anuncia la “guerra” de los paradigmas,9 que cuestiona incluso la propia unidad de esta teoría, auxiliada por corrientes postmodernas que sugieren la muerte o el final de las argumentaciones involucradas en distintas concepciones teóricas por irreconciliabilidad.b Otra, defiende el “pluralismo” de una teoría dinámica de la organización, como factor liberador y relativizador que propicia el desarrollo de nuevos planteamientos y que es la esencia de la epistemología de la complejidad.c
Relativizar el papel de los paradigmas es una propuesta contra su potencial reificación.6 Los paradigmas dominantes pueden señorear en la enseñanza, por ejemplo, y convertirse en tradición y trinchera de un tipo de pensamiento. Al relativizar se aceptan los espacios de discusión en una suerte de “orden negociado”,10 que es un camino más inteligente para contestar a los paradigmas dominantes, pero esto sólo ocurre en la medida que se desarrollan investigaciones que demuestren la validez de nuevas ideas, incluso cuando “por supuesto, es difícil decir cuándo un autor representa una moda, un movimiento ideológico o cuándo representa un progreso científico verdadero. Algunas personas dirán que no hay diferencias entre progreso científico y paradigmas cambiantes. Esto es un problema filosófico profundo.12
En todo caso, las disciplinas y colectividades, en definitiva los dominios del conocimiento, pueden identificarse y auditarse por los paradigmas que empleen, y en ese sentido, todo su accionar, sus relaciones, sus productos, sus valores, se ajustan a una dinámica paradigmática (figura 1), a una metamorfosis que se desarrolla desde nuevos marcos de referencia que se conciben a partir de una mirada crítica, atenta a las anomalías y las paradojas, transformista en definitiva, de los procesos que marcan la identidad de los dominios.
Fig. 1. Dinámica paradigmática.
Cuando se asume como absoluto el divorcio teórico entre Bibliotecología y Ciencia de la Información, se demuestra esta tendencia.
La epistemología de la complejidad tiene en la lógica policontextural de Günther y en la rematematización de la lógica de Brown, sus principales antecedentes. La teoría formal de Günther pretende, gracias a un mecanismo de mediación entre distintas contexturas (lógicas diversas), conseguir un sistema de mayor grado de complejidad que represente el conjunto de lo que representan aquellas y que permita también poder representar formalmente la autorreferencialidad (circularidad) sin tener que recurrir a la reducción del sistema. Brown configura una lógica de la observación comprendida como distinción, que responde a las finalidades de la observación sociológica, en cuanto posibilita introducir al observador, como instancia externa, en la dinámica de lo social, al mismo tiempo que permite construir un concepto que haga comprensible esa simultánea internalización y externalización como producto resultante de una operación, la observación. Otro aporte sustancial es la teoría de los sistemas elaborada por Luhmann, que se caracteriza no sólo por haber descubierto un nuevo tipo de funciones, las auto-referenciales, sino porque además, admite el principio de circularidad: un sistema se autoproduce y autorreproduce (como formula el término de autopoiesis). Desde la teoría de sistemas de Luhmann, se puede relacionar el tema de las ciencias naturales (la complejidad) con el de las ciencias humanas (el sentido). Los sistemas sociales (y los de conciencia) reducen la complejidad mediante el sentido.11
La dinámica paradigmática no es espontánea o ingenua, es una forma de supervivencia y de comprensión, es la manera de encontrar soluciones, de gerenciar el cambio ante la intervención de nuevos supuestos o contextos, explícitos o implícitos, de balancear las estrategias de comunicación y entendimiento con el entorno. En esta recursividad, se forjan nuevos metamodelos, poderosos sistemas de conceptuación de las convenciones, que no son otra cosa que las visiones del mundo desde las nuevas interpretaciones de la realidad, todo lo cual impone nuevas políticas para el establecimiento de las relaciones de los dominios.
Los paradigmas que caracterizan un dominio, entonces, se construyen sobre la base de interacciones cognoscitivas que ayudan a comprender la realidad, que aportan una visión y que se evidencian en formas de entender una experiencia específica;
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