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Sistema de reservas de vuelos, hoteles, alquiler de coches y ese tipo de cosas llamado Sabre


Enviado por   •  17 de Marzo de 2015  •  Informes  •  1.340 Palabras (6 Páginas)  •  236 Visitas

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Una buena amiga, agente de viajes ella, tiene en su currículum sus conocimientos sobre un sistema de reservas de vuelos, hoteles, alquiler de coches y ese tipo de cosas llamado Sabre. No es que sea el más utilizado, ni de lejos, pero el caso es que sigue funcionando y se sigue usando, cincuenta años después de su creación.

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Durante los años 40 y 50, contemplar una oficina de reservas de una gran aerolínea era como viajar hacia atrás en el tiempo, hasta finales del siglo XIX, a antes de que las máquinas que procesaban la información contenida en tarjetas perforadas llegasen a bancos y compañías de seguros. El núcleo lo formaban unas sesenta personas, que atendían el teléfono a clientes y agentes de viajes, gestionando una compra, una reserva, una cancelación o una consulta de disponibilidad. Grandes tablones les informaban de los datos de los vuelos de los próximos días. Si necesitaban consultar algo más lejano, tenían que levantarse y consultar los archivadores correspondientes. Cuando terminaban una transacción, y atendían unas mil al día, la describían en una ficha. Cada pocos minutos, esas fichas eran recogidas y llevadas a la parte de atrás, donde otras cuarenta personas actualizaban los datos de los vuelos. Si había una venta, los datos del cliente se llevaban a una oficina contigua, donde otras cuarenta personas emitían los billetes y gestionaban la información del pasajero. Y si un viaje requería tomar varios vuelos, había que ponerse en contacto con otras oficinas similares para que gestionaran su parte. Un sistema bien engrasado, complejo y casi imposible de escalar para que una aerolínea pudiera tener muchos más vuelos.

La razón por la que las compañías aéreas continuaban con un esquema completamente manual era que tanto las máquinas de oficina, herederas de aquella primera que construyó Hollerith para el censo, como los nuevos ordenadores que estaban saliendo al mercado funcionaban de un modo conocido como procesamiento por lotes. Era lo más práctico, dado el estado de la tecnología: consistía en meterle a la máquina un conjunto muy grande de información y esperar a que la procesara entera. Pero resultaba incompatible con las necesidades de la aviación civil, que requería la gestión individual y en tiempo real de cada transacción.

American Airlines fue pionera en cambiar este orden de cosas mediante Reservisor. El sistema manual estaba llegando al límite, y algunos de sus oficinistas tenían que emplear prismáticos para ver los tablones de los vuelos. Así que pusieron un ingenio electromecánico que guardaba la ocupación de los asientos en cada avión y un terminal para cada persona que atendía al teléfono, de modo que su número pudiera aumentar y además lograran eliminar de la ecuación los dichosos tablones.

IBM mete la nariz

Pero se estaba acercando la era de los aviones de pasajeros con motores de reacción, y ni siquiera Reservisor era capaz de gestionar las reservas si los vuelos entre la Costa Este y la Oeste de EEUU pasaban de durar diez horas a sólo seis. Sin embargo, quiso la casualidad que en uno de esos vuelos del sistema sentara, uno junto al otro, al presidente de American Airlines, C. R. Smith, y a uno de los principales vendedores de IBM, Blair Smith. Era la primavera de 1953. En ese momento comenzó la relación entre ambas empresas, que llevaría a lo largo de los años a la creación e implantación de la aplicación informática de uso civil más exitosa hasta esa fecha.

El trabajo de un equipo conjunto formado por empleados tanto de la aerolínea como de IBM llevó a una curiosa estrategia, planteada en verano de 1954: se mejoraría el sistema existente y se iría preparando su sucesor, porque hasta que no se generalizaran los ordenadores equipados con transistores y núcleos de ferrita no resultaría rentable. Así, durante unos años las oficinas

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