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Tele Y Red


Enviado por   •  19 de Noviembre de 2014  •  3.216 Palabras (13 Páginas)  •  157 Visitas

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Según Antoni Brey, uno de los aspectos más característicos de nuestro tiempo es la velocidad. Nos hemos adentrado en una nueva época de dinámicas desbocadas, de crecimientos acelerados, de obsolescencia inmediata de cualquier novedad, de desmesura en las proporciones y los formatos, que Gilles Lipovetsky denomina “Tiempos Hipermodernos”, en el volumen de datos que producimos, procesamos, transmitimos y almacenamos.

La información sobre cualquier asunto se acumula a nuestro alrededor a un ritmo exponencial gracias a la contribución de millones de individuos que infatigablemente aportan desde simples fotografías digitales a profundas reflexiones en cualquier campo del saber.

Estamos rodeados, inundados de información de todo tipo: podemos saber si está lloviendo en el lugar más remoto del planeta, encontrar en segundos la letra de la canción que más nos gusta o las especificaciones técnicas de cualquier dispositivo, hojear todos los libros de la antigüedad, escuchar las opiniones más apreciadas o escarbar en las propuestas más alternativas y contraculturales. Todo está ahí, al alcance del teclado y el ratón.

Esta situación en lugar de permitirnos componer una visión cada vez más completa y exacta del mundo en que vivimos, a menudo nos lo muestra más caótico y desconcertante que nunca.

En la práctica la información disponible y el saber acumulado se han vuelto completamente inaprensibles para una mente humana que, al fin y al cabo, sigue constreñida por sus limitaciones biológicas originales.

Siendo así, cualquier biblioteca contuvo mucho más libros, de los que cualquier persona puede aspirar a leer en toda su vida. Ahora bien, como mínimo, la estructura de la biblioteca mantenía cierta estabilidad. En cambio, los procesos asociados a la actual dinámica de acumulación exponencial son diferentes. Nos encontramos hoy en una nueva biblioteca donde constantemente se construyen nuevas salas, dedicadas a nuevas disciplinas, que rápidamente se llenan de volúmenes, y que apenas alcanzamos a visitar.

Cuando las nuevas herramientas de comunicación habían conseguido hacernos creer por un instante que nos permitirían superar algunas de nuestras limitaciones habituales. Todo parecía indicar que iban a desaparecer las barreras de espacio y tiempo que anteriormente provocaban la desconexión. La desconexión nos sigue afectando pero su naturaleza ha cambiado. Estamos desconectados de determinadas áreas del saber, de tal manera que cuando nos alcance la noticia de su existencia, ya habrán evolucionado.

Todo ello viene reforzado por lo que algunos autores han denominado una infoxicación, es decir, una intoxicación por exceso de información, que se traduce en una dificultad creciente para discriminar lo importante de lo superfluo y para seleccionar fuentes fiables de información.

Ante la acumulación exponencial de información nos inunda progresivamente la certeza de que cada vez es más difícil disponer de una visión equilibrada del conjunto de conocimientos.

Como reacción está surgiendo una actitud de renuncia al conocimiento por desmotivación, por rendición, y una tendencia a aceptar de forma tácita la comodidad que nos proporcionan las visiones comunes prefabricadas. Una falta de capacidad crítica, al fin y al cabo, que no es más que otra cara de nuestra creciente ignorancia.

TELEVISIÓN Y RED

El segundo factor del mundo hiperconectado que nos empuja hacia la Sociedad de la Ignorancia radica, en contra de lo que nuestra primera intuición nos hizo creer, en las propias características de las nuevas formas de comunicación en red, cada medio de comunicación posee unas propiedades específicas en cuanto a herramientas de acceso al conocimiento, se centraron concretamente, en analizar los atributos de los medios audiovisuales, especialmente la televisión, y en poner de relieve sus diferencias respecto a los formatos impresos que habían sustentado la difusión del saber desde el siglo XV, para proporcionar entretenimiento, pero señalaron sus dificultades, respecto a los segundos, la mayoría de la gente puede pasarse un par de horas frente al televisor si emiten una buena película, pero difícilmente aguantarán una conferencia de cuarenta minutos.

A pesar de las profecías de algunos visionarios bienintencionados sobre las potencialidades de la televisión como herramienta de educación o de difusión de la cultura, ésta se ha convertido principalmente en una máquina de evasión y entretenimiento pasivo.

En pleno siglo XXI la era de la televisión ha quedado atrás. Si bien el promedio de horas ante la pantalla no ha variado de forma significativa en los últimos años, ha disminuido claramente entre la franja más joven de la población. Las nuevas generaciones dedican cada vez más tiempo a utilizar unas nuevas formas de comunicación en red que les permiten dejar de ser espectadores pasivos para convertirse en activos, en emisores y receptores de todo tipo de contenidos, debemos preguntarnos si dicho medio es adecuado para fomentar, en último término, la elaboración de conocimiento en la mente de las personas.

Estamos influidos por el hecho de que nuestro juicio se encuentra condicionado, por la fascinación que sentimos ante nuestros propios logros tecnológicos.

La extensión de nuestras facultades cognitivas y comunicativas, adquirida gracias al nuevo universo de microprocesadores, memorias de silicio y conexiones en red que nos rodea, incumbe directamente a nuestra singularidad humana.

Nos encontramos en un estado de falta de capacidad crítica es la facilidad con la que proliferan, y la complacencia con la que acogemos, conceptos como el de generación Einstein, aquella formada por unos niños plenamente familiarizados con el uso de las herramientas tecnológicas, o las teorías sobre las virtudes empresariales de los Gamers, jóvenes acostumbrados a competir, colaborar y adaptarse a un entorno cambiante gracias al hecho de haber jugado intensivamente con videoconsolas.

También están proliferando a nuestro alrededor individuos incapaces de concentrarse en un texto de más de cuatro páginas, personas que solo pueden asimilar conceptos pre-digeridos en formatos multimedia, estudiantes que confunden aprender con recopilar, cortar y pegar fragmentos de información hallados en Internet, o un número creciente de analfabetos funcionales. Es cierto que el nuevo medio pone a nuestro alcance todo el saber disponible, pero eso no implica necesariamente que seamos capaces de sacar provecho de él.

A nivel profesional, el uso cotidiano como herramienta de trabajo de potentes ordenadores personales conectados permanentemente a una red global está modificando el ritmo y la secuencia de nuestros procesos mentales. Hoy es habitual manipular varios

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