Un Nuevo Renacimiento en el Trópico
francythEnsayo7 de Junio de 2013
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Un Nuevo Renacimiento en el Trópico
Por: Paolo Lugari
Director General
Fundación Centro Las Gaviotas
“Todo viene de todo, todo está hecho de todo y todo regresa a todo”
Leonardo Da Vinci
En Gaviotas, empezamos nuestros ensayos, diciendo que un texto sin contexto, es un pretexto. Pongámonos, pues, en contexto:
Gaviotas nació por casualidad, pasando de la utopía a la topía, es decir del sueño a la realidad, disfrutando la belleza de la extrema dificultad. Estamos en la búsqueda permanente de verdades temporales, hacia la sustentabilidad tropical, dentro de una racionalidad glocal, que significa actuar localmente con criterio global, mezclando la pasión con la serenidad.
Siempre que disertamos sobre el microcosmos de Gaviotas, asentado en la altillanura cálida colombiana, aquende el Soberbio Río Orinoco, como lo llamara ese suspirador de futuros, Julio Verne, es como si pronunciáramos una conferencia diferente para cada asistente, quien la interpreta de acuerdo a su manera de pensar. La posibilidad de una interpretación unánime es imposible, porque al pensamiento no lineal de Gaviotas, le es difícil alinearse en formaletas cerebrales preestablecidas.
El hombre en su arrogancia le escribe las leyes a la naturaleza, la clasifica en reinos, con cierta nostalgia monárquica. Por el contrario, en un ecosistema no observamos jerarquías, sino cooperación, con el fin de facilitar las conexiones.
Ese mundo de allá, “una comunidad para reinventar el mundo”, como lo llamara Alan Weisman en la portada de su libro sobre Gaviotas, fue surgiendo espontáneamente pasando del caos al cosmos, creyendo en la libertad, sin un esquema predeterminado, siempre basado en la sustentabilidad que mereció una inspiradora obra de teatro de Robin Lane, llamada Entusiasmo,en Portland, Oregon.
Allá no sucede lo que en otras latitudes, la gran desconexión entre lo individual y lo comunitario, entre lo artístico y lo científico. Compartimos valores, lazos comunes, que nos permiten estar en paz con nosotros mismos, con nuestros semejantes y con la naturaleza. No podemos considerarnos sobrenaturales. Para llegar a ser un verdadero individuo, se necesita ser parte de una comunidad. Los avances tecnológicos de Gaviotas no disminuyen el contacto humano y el que debe existir con la naturaleza.
Pasemos a explicar, en lo posible, nuestra forma de pensar:
Las culturas deben configurarse para poder superar las crisis, máxime si nos estamos aproximando al traspaso de los umbrales vitales de nuestra casa planetaria. Nos preguntamos que sentido tiene estar científicamente en la era espacial, si seguimos atados a la edad de piedra destruyendo lo que más queremos, y nuestra mayor riqueza: LA VIDA, en todas sus manifestaciones, que continúa siendo el mayor misterio del Universo.
A pesar de ello, nos autodenominamos Homo Sapiens Sapiens, pero somos entre cuarenta millones de especies, la más irascible de todas. Sin capacidad de reconocernos los unos con los otros, hemos comprometido los mayores esfuerzos de la humanidad a lo largo de la historia, en conflictos y guerras que no es otra cosa que el fracaso de la inteligencia. Ahora esa misma intensidad debe ponerse al servicio de la sustentabilidad del planeta, de nuestra propia existencia, ratificando la indivisibilidad ecológica, volviendo los odios biodegradables, como corresponde a verdaderos seres humanos. Parece que estamos olvidando que la tierra es hasta ahora el único planeta que alberga el código de la vida: el A.D.N.
Primero hubo vida, que engendró la atmósfera tal como la conocemos. La vida es la encargada de renovarla y equilibrarla constantemente. La atmósfera anterior estaba compuesta por gases que no hacían posible la vida.
De nosotros depende la conservación de su frágil y estrecha composición química, de su estabilidad dinámica, de sus proporciones y su patrón de comportamiento, los cuales están articuladas a los sistemas vivos, a la biomasa, que garantizan su continuidad. En consecuencia la protección de la bioquímica atmosférica debe ser declarada de seguridad mundial por todas las Naciones. Estamos jugando con la clave de la vida misma. Debemos propugnar por una declaración mundial de interdependencia. No podemos seguir alterando letalmente la matriz de la vida y sus ciclos, mantenidos e impulsados por la energía de la radiación solar. Estamos al borde de un callejón sin salida, a punto de superar por la velocidad de nuestra carga destructiva y crecimiento exponencial, la resiliencia de una tierra finita, redonda, en donde todo se vuelve a encontrar.Combatamos la calvicie de la tierra, en otras palabras, recuperemos gran parte de su biomasa, de su piel original replantándola, además de actuar sobre la protección e incremento de la vida vegetal de los Océanos. Como lo expresé en la conferencia que dicté en el Laboratorio de los Álamos, en New Mexico.
Los ciudadanos hablan en nombre de las Naciones, pero ¿quien habla en nombre de la vida?
El futuro, que ya es presente, no puede concebirse fuera de la ecuación población, ciencia y naturaleza.
Por ejemplo cada 15 años la población mundial crece en mil trescientos millones de personas, el equivalente a la población actual de China. La madre tierra a nadie le niega su admisión, no le exige visa, es libre. Antes lo cambios bioquímicos se daban de manera lenta, lo que le permitía a la tierra, el tiempo suficiente para adaptarse.
De ahí que la protección de la estabilidad dinámica atmosférica trasciende al solo recalentamiento global, el cual no deja de ser un análisis fragmentado. El recalentamiento es causado por la emisión de billones de toneladas de dióxido de carbono causado por las actividades humanas, pues ya sabemos que en la composición original de la atmósfera hay un 0,035% de dióxido de carbono.
No olvidemos el fracaso de la ecosfera de vidrio denominada biosfera 2, construida en Oracle, Arizona, (U.S.A.) con el fin propósito de crear un ecosistema para albergar y sostener a 8 personas durante dos años. No fue posible reproducir la composición química de la atmósfera, mucho menos su patrón de comportamiento. Sin embargo el ecosistema tierra, (biosfera 1) construido biológicamente, durante miles de millones de años, lo hace gratuitamente para 6.700 millones de seres humanos. Por ello, estos costos son incalculables y absurdamente valorados como bienes gratuitos, a pesar de ser insustituibles.
La permanencia de la vida, lo vital, va mucho más allá de las ideologías, de las fronteras nacionales, de las diferencias religiosas y étnicas. Hacia allá es adonde debería apuntar prioritariamente la filosofía y una nueva economía: La bioeconomía.
Paradójicamente la ciencia y tecnología informáticas que nos han facilitado todo tipo de comunicaciones, de acceso, ha desestimulado nuestra relación con la tierra misma.
¿Será que nos estamos transformando en extraterrestres?
Los avances tecnológicos que aspiran a curarnos, a darnos bienestar, están creando las condiciones de una sociedad que se está enfermando a sí misma y a su inocente anfitrión: La Tierra.
En un futuro no muy lejano, la misión fundamental de las fuerzas armadas en el mundo estará centrada en la recuperación de la infraestructura vegetal, en la biogeneración, en la vigilancia y fortalecimiento de los signos vitales de la tierra, de su pulsación, para evitar el traspaso de sus límites biofísicos, antes de que se llegue al punto de no retorno, menospreciando 3.500 millones de años de la maravillosa casualidad de la vida, originada más por la cooperación (simbiosis) que por la competencia.
No estoy proponiendo atajar el progreso y la modernidad, de regresar al hombre primitivo, no se trata de dejar de consumir, sino de consumir mejor, en un mercado que aún no tiene en cuenta la factura ambiental.
Hay que recurrir a la imaginación, que no tiene los límites del conocimiento, para conservar y fortalecer nuestros soportes vivos, con un entusiasmo y creatividad administrativa aun mayor a la que lanzó el hombre al espacio, como he tenido oportunidad de plantearlo en varios recintos académicos.
Esta es una crisis que por nuestra inteligencia la pudimos identificar, no es inesperada. Es de origen humano y no natural. Por eso mismo la inteligencia nos debiera alcanzar para superarla. Cualquier invención tecnológica es irrelevante si no contribuye a la sustentabilidad.
Hay que sensibilizar a la cubierta pensante de la tierra ( la humanidad) por medio de una estrategia comunicativa, para que lo esencial, además de ser comprendido, sea sentido, por la comunidad.
En Gaviotas, un paraje lejos de todo y cerca de nada, una comunidad decente organizada como una Todarquía, en donde todo está en todo, con diversidad y unidad (Universidad), hilos de distintos colores pero pertenecientes a un mismo tejido, con dinámica cultural, autoestima e ingeniosidad, cualidades que se han puesto a prueba aún en las más críticas circunstancias, elevando la conciencia, optamos por interactuar en armonía productiva con la naturaleza, con dignidad y responsabilidad, utilizando energías renovables desarrolladas por nosotros mismos, viviendo de los intereses de los activos ambientales, sin afectarlos negativamente, sino por el contrario, fortaleciéndolos, lo que hemos llamado capitalismo biológico. Uno de sus ejes, es un bosque tropical plantado, mezclado, biodiverso con intervalos de siembra y aprovechamientos parciales, que permitan tener siempre en crecimiento real
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