ANALISIS DEL ARTÍCULO: CAPITALISMO GANGSTERIL Y DESPOJO TERRITORIAL PUBLICADO EN Rebelión

UNIVERSIDAD BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MISIÓN SUCRE

P.F.G. ESTUDIOS JURÍDICOS

U.C. RESOLUCIÓN JURÍDICA DE CONFLICTOS II

ANALISIS DEL ARTÍCULO: CAPITALISMO GANGSTERIL Y DESPOJO TERRITORIAL

Nombres y Apellidos:

Walsy Medina C.I. 19.837.137.

Diana Rodríguez C.I. 9.586.646.

ENERO, 2014

CAPITALISMO GANGSTERIL Y DESPOJO TERRITORIAL

La lectura recomendada habla de la situación tradicional de la tenencia de la tierra en Colombia y como a través del tiempo no ha mostrado mejorías, muy por el contrario, se acrecentó la violencia en los medios históricos de expropiación de las tierra y se fortaleció la alianza entre el estado y el que más tiene (las clases dominantes).

La llamada Acumulación por desposesión no es más que la expulsión violenta de habitantes del campo, junto con la transformación de los derechos comunes en derechos privados, este es el métodos imperialistas para apropiarse de los recursos naturales y energéticos, en consonancia con el papel del capital financiero como instrumento de endeudamiento de la población, urbana y rural, y como soporte "legal" de la expulsión de campesinos e indígenas, reducidos a la servidumbre por deudas.

Enfocándose en el tema del despojo de la tierra, la historia del mundo entero ha presenciado, situaciones parecidas a las de Colombia, la concentración de tierras en manos de pocos terratenientes, las brutales expropiaciones de tierras en los último cuarto de siglo refuerza un proceso estructural, pero ahora ese despojo se alcanza unos niveles de violencia y de terror, que el autor considera difíciles de concebir en otros lugares del mundo, pero en Venezuela ocurrían las mismas situaciones, solapadas desde las esferas del poder político-económico, que no son otras que las clases dominantes. Esto se encuentra ligado con los intereses del capitalismo contemporáneo, cuya finalidad ha sido arrebatar las tierras a los campesinos pobres y satisfacer sus intereses de un máximo de producción para llenar sus bolsillos.

En relación a los cambios en el uso de la tierra han sido tan evidente en los últimos 20 años, tal como La ganaderización del campo colombiano es uno de los rasgos distintivos, cuando los terratenientes introdujeron el alambre de púas y la siembra de pastos, uno de los móviles centrales del despojo de tierra busca convertirlas en grandes pastizales, para "sembrar" vacas, mientras expulsaban a los colonos de las tierras, les arrebataban los títulos y los convertían en peones y agregados de las haciendas.

Una estadística notoria del poder de los ganaderos en la sociedad colombiana, es la ocupan 36 millones de hectáreas para un hato ganadero de 19 millones de vacas, es decir, que cada vaca ocupa en promedio casi dos hectáreas del suelo, mientras que millones de campesinos no tienen ni un pedazo de tierra a donde caer muertos.

Otro motivo de arrebato que se expone es la siembra de cultivos de exportación impulsado por los países imperialistas y sus empresas transnacionales, la puesta en marcha de un proyecto que se sustenta en la expropiación de tierras en varias regiones del país, que se destinan a sembrar productos como la palma aceitera.

Ningún cultivo como éste simboliza los nexos entre violencia, despojo, apropiación de tierras y paramilitarismo, como se evidencia en todas las regiones donde se ha implantado. Considerando como criminal el régimen de Álvaro Uribe Vélez, quien estableció como una de sus prioridades incrementar la cantidad de tierras dedicadas a la siembra de palma. Tan drástico incremento se logró en antiguas tierras de campesinos, apropiadas por "prósperos para-empresarios" los que ahora las destinan a sembrar la palma de la muerte, como la llaman los campesinos desalojados. Estos empresarios de la Palma cuentan con el respaldo y el apoyo de la Brigada XVII del Ejercito Nacional que actúa en favor de los empresarios y apoya la expansión de los cultivos

Entre los sectores sociales más afectados por estos empresarios del crimen, dedicados a negocios legales, se encuentran los habitantes afrodescendientes de la costa pacífica colombiana.

Pero las expulsiones de los indígenas y campesinos de las tierras donde existen riquezas, tanto de suelos como minerales desde mediados de la década de 1990, quedaron en manos de sicarios a sueldo realizaron numerosas masacres con la finalidad de limpiar la tierra de sus incómodos ocupantes, para apropiarse de las mismas y cederlas a empresas multinacionales, con la complicidad de notarios, otros funcionarios y abogados que llegaron al descaro de hacer firmar escrituras a los muertos para legalizar el robo de tierras. Los campesinos que lograron sobrevivir se vieron obligados a huir, dejaron todo abandonado y, en medio de la miseria, subsisten como vendedores informales y viven en pocilgas miserables en pueblos y ciudades de la costa. Se trata de eliminar a todos aquellos sectores sociales de tipo popular que pudiesen oponerse al proyecto de consolidación del capitalismo agroindustrial de tipo exportador.

La violencia contemporánea que acompaña el despojo de la tierra y la naturaleza tiene un marcado carácter de clase. Se trata, en pocas palabras, de eliminar los incómodos obstáculos sociales que impidan la consolidación del modelo agroexportador, lo cual sigue en términos generales un mismo modus operandi: primero se limpia la tierra mediante el terror por parte de grupos de criminales contratados por el Estado y fracciones de las clases dominantes; luego, los políticos regionales diseñan la planeación estratégica para transformar esas regiones en lugares adecuados para la puesta en marcha de actividades económicas, que sólo pueden llevarse a cabo con la

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