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Enviado por   •  9 de Noviembre de 2014  •  2.575 Palabras (11 Páginas)  •  187 Visitas

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Ecosistemas de aguas dulces: ríos y lagos.

El agua es otro de los grandes condicionantes de la naturaleza, no sólo por su necesaria presencia sino también porque modifica la topografía o irriga y distribuye nutrientes. En las zonas frías el agua agranda año a año las grietas, arranca piedras y causa delizamientos producto de su congelamiento y dilatación; cuando hay nieve y avalanchas, el enorme peso es capaz de hacer desprender grandes rocas y de arrastrarlas hasta los valles.

El agua dulce no representa más que un 3% del agua total del planeta, el resto es agua salada; al principio el agua dulce es muy pura, conteniendo solo un poco de oxígeno y de monóxido de carbono absorbidos del aire; pero a medida que avanza por los ríos, va ganando primero en minerales provenientes de las rocas de su camino y luego partículas orgánicas, provenientes de las aguas de lluvia que se las arrancan a los bosques y a las praderas, o de las propias plantas que habitan en su lecho, ambas necesarias para la vida animal.

El continuo correr de las aguas de río, muchas veces turbulento, ha hecho que los animales fluviales deban adaptarse a dichas condiciones: muchas larvas han tenido que desarrollar ventosas, redes y ganchos para permanecer junto a las piedras y no estar en permanente caída hacia el mar; pero la corriente también tiene ventajas: no es necesario desplazarse para conseguir alimento, pues éste está contenido en la corriente.

La larva del mosquito simúlido posee unos velludos bigotes en abanico, que atrapan los nutrientes del agua; al tiempo que mete sus bigotes en la mandíbula atrapando el alimento, en cada ingestión impregna de mucus el abanico para poder volver a atrapar su alimento. Otras larvas, las de los tricópteros por ejemplo, viven en aguas más tranquilas y consiguen su alimento de forma un poco más elaborada: también poseen bigotes pero la diferencia es que tejen redes para atrapar partículas o incluso otras larvas; a veces las hacen en forma de tubo, y viven dentro de ellas. Por eso estas larvas pueden alcanzar tamaños más grandes y colonizar las aguas. Este esfuerzo es importante porque serán alimento de animales más grandes que ellas.

Por ejemplo como alimento para los patos de los torrentes, que habitan en los valles altoandinos de Chile y Perú; rara vez vuelan, habitando delimitadas franjas de río en los que se sumergen y avanzan contracorriente: apoyados en algunas piedras, se alimentan con el pico de las larvas que encuentran; avanzando hasta el final de su zona, se dejan llevar corriente abajo para volver a empezar la travesía. Otra ave acuática con habilidades parecidas pero que se encuentra en muchos lugares como Europa, Siberia, América, Himalaya, es el mirlo acuático: “se alimenta de renacuajos, pequeños moluscos, peces e insectos de superficie”, y también come larvas; pero no nada con sus patas sino con sus alas, buceando en el fondo; combate el frío con un plumaje muy tupido que además impermeabilizan con aceite procedente de sus glándulas.

A medida que los ríos avanzan hacia el mar se van enriqueciendo de minerales y de materia orgánica, su temperatura sube por lo que se pierde mucho oxígeno disuelto, pero es reproducido como subproducto de las plantas que en esta zona de los ríos empiezan a abundar. Con nutrientes, buena temperatura y oxígeno, los animales pequeños y grandes se multiplican: larvas de insectos, gusanos y pequeños crustáceos, animales unicelulares que alimentarán las crías de los peces y renacuajos, peces pequeños y grandes.

Como sigue habiendo corriente, los peces como la trucha han debido adaptarse: siempre en movimiento, igualan la velocidad del agua y parecen permanecer inmóviles, manteniendo de todas formas holgada fuerza para avanzar rápidamente cuando sea necesario; los cotos se refugian en las piedras para evitar ser arrastrados; los siluros y las lochas, peces tropicales, poseen sus aletas inferiores convertidas en ventosas con las cuales se aferran a las piedras; algunos peces de estas mismas especies han desarrollado ventosas en los labios de sus bocas; como pierden aquella para tomar el agua oxigenada, han desarrollado la capacidad de tomarla directamente por medio de sus branquias.

Los peces tienen modos de reproducción que varían según las especies; unos prefieren desovar en grandes cantidades y despreocuparse de ellos, como la hembra del bacalao que pone en una sola freza más de seis millones de huevos, y otros optan por menores cantidades, pero los crían. Salmones y truchas usan el primer método, a pesar de que puede parecer despiadado con las crías que crecen en ríos torrentosos, pero lo cierto es que remontan grandes distancias por los ríos hasta llegar casi a los álveos (lugar de nacimiento de los ríos), donde finalmente desovan debajo de la gravilla; los huevos permanecen allí todo el invierno, hasta la primavera; los nuevos pececillos son arrastrados río abajo, las truchas hasta los lagos, y los salmones hasta el océano; en todo el trayecto han crecido lo suficiente como para autosustentarse.

Los salmones permancen en el mar hasta la edad madura, pero luego vuelven a su álveo natal a desovar, reconociéndolo por las trazas químicas que permanecieron imborrables en su memoria.

Pero la mayoría de los peces de río prefieren el segundo método, protegiendo a sus crías de las corrientes. Hay varias estrategias: depositar los huevos sobre grietas, en conchas vacías (o a veces también en las vivas, en una especie de simbiosis entre las bermejuelas y las almejas), hacer de guardián en las cercanías, saltando fuera del agua y depositándolos en una hoja cercana (como el caracino del Amazonas, que además debe remojar de tanto en tanto las hojas usando su cola), excavando en la arena, depositándolos en hojas o rocas cercanas.

Los cíclidos son especialmente paternales, aletean para enviarles agua oxigenada, los cuidan dentro de sus bocas, van en busca de los rezagados; entre las muchas especies de cíclidos hay algunos que incluso no se arriesgan a dejarlos en un nido sino que los acogen a penas desovados en su boca (llegando al extremo, en Africa, a ser fertilizados dentro de la boca al recibir el semen del macho); una vez crecidos los escupe, pero si hay algún peligro los vuelve a albergar; los pececillos llegan incluso a mordisquear los labios del progenitor (cualquiera de ambos) para que le abra su boca.

Pero el método que ha resultado ser hasta ahora el más eficaz para el futuro de la cría es el cuidado y gestación interior, usado por todos los mamíferos (salvo los marsupiales), pero no exclusivamente por ellos; de hecho hay varias especies de peces, anteriores a la aparición de los mamíferos, que usan este método, los tiburones y las rayas por ejemplo. El gupi es otro de ellos, pez tropical que debe insertar

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