Articulo de Opinión

¿CÓMO SE PUEDE SER HONESTO EN UN PAÍS COMO COLOMBIA?

Por: Luis Felipe Navas C.        

Imagínese que usted va caminando por la calle y de repente se encuentra una billetera en el piso, no vio a quién se le cayó, dentro tiene documentos, alguna cantidad de dinero y lo más importante, un papel que especifica los datos del dueño en caso de perdida, parece una situación con una solución aparentemente sencilla, las personas honestas tienen todas las herramientas para regresarla, en cambio los demás pueden sacar cualquier excusa para quedársela.

Situaciones como estás podemos aplicarlas quizá por analogía a muchas más, que el taxista cobre lo justo por el trayecto o devuelva las pertenencias que sus pasajeros dejan olvidadas,    regresar el dinero que el tendero de la esquina nos da de más sin darse cuenta, a pesar que siempre utilice la excusa del aumento de la gasolina para subir sus precios, o en el caso de los estudiantes no hacer trampa en los exámenes o citar las fuentes en nuestros trabajos, este tipo de situaciones nos ponen a prueba día a día.

Hace unos días leía una noticia sobre un taxista cartagenero que por tercera vez regresa a su pasajero, una suma de dinero considerable que éste había dejado olvidado, la noticia contenía los links para leer las dos publicaciones que el mismo medio había redactado en su momento para registra lo “insólito” del hecho, la primera vez fue en 2011 cuando regresó 11 millones de pesos, la segunda fue en julio del año pasado cuando regresó 6 y esta vez fueron 12, en total el taxista ha regresado casi 30 millones de pesos a sus olvidadizos pasajeros, y según lo comentaba en el artículo, aunque tiene muchas deudas, el taxi no es suyo, nunca vaciló en regresar el dinero.

Por un lado registrar este tipo de noticias es darle un respiro a la agitada y muchas veces amarillista agenda noticiosa del país. La cultura ciudadana, los valores, las buenas acciones también pueden ser noticia, también pueden marcar rating en audiencia, si es lo que tanto preocupa a las grandes medios, por otro lado, el hecho de que la honestidad sea noticia, tal vez es un claro ejemplo de el tipo de sociedad en la que vivimos, hacer lo correcto debería ser lo normal por así llamarlo, si es que vivimos en una sociedad anormal, pervertida o sin exagerar, depravada.

La honestidad está dirigida a nuestras acciones, una persona honesta es la que busca permanentemente hacer lo correcto, lo justo, lo que se debe hacer, sin pretender aprovecharse de la confianza, la inocencia o la ingenuidad de los demás. Recuerdo que en mi pueblo la expresión “pobres pero honestos” era toda una consigna que se seguía con orgullo, las mecedoras amanecía en las puertas de las casas, e incluso se dormía con las puertas abiertas, muchos ni siquiera tenían cerraduras en sus puertas, una silla bastaba, no era una sociedad perfecta, pero si se valoraba la honestidad, todos cuidaban lo de todos, hasta que en un momento la desconfianza pudo más y muchos decidieron comprarle los cerrojos a las puertas.

Desde mi punto de vista, el vicio, por que eso es, de la deshonestidad tomó un papel protagónico en nuestras vidas, en nuestras acciones, en las grandes ciudades era una plaga de tiempo atrás, en los alejados pueblos, una cepa difícil de erradicar. Chantajear y manipular para conseguir beneficios, engañar en el noviazgo o resguardarnos detrás de “mentiras piadosas” son actos que muchos consideran normales, a esto podría llamarlo la “naturalización de la deshonestidad”, cayendo incluso en ser deshonestos con nosotros mismos. Hablamos, criticamos y decimos rechazar abiertamente la corrupción, es como una enfermedad que se le pega a todo político, pero no aceptamos que llevarse una resma de papel no afecta en nada a la empresa, colarse en la fila es un solo un puesto que corre a los demás, o avanzar con el semáforo en rojo cuando no hay cámaras en el lugar, son actos que, son actos que contradicen nuestra posición, no es hablar mal de la corrupción, es ser honestos incluso con nosotros mismos.

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