CONCEPTO DE GUERRA JUSTA

EL CONCEPTO DE GUERRA JUSTA

SEGÚN LOS CRISTIANOS.

GENERALIDADES.

El concepto de la Guerra Justa es quizás la teoría moral mas universalmente aceptada para justificar el uso de la fuerza. Sus fuentes son variadas, pero sus postulantes principales han sido teólogos y filósofos Cristianos.

Durante la Edad Media el concepto de la Guerra Justa o el “bellum justum” sufrió grandes variaciones, la guerra originalmente fue un acto vengativo justificable. Las operaciones preventivas dirigidas a enfrentar injusticias y cumplir los derechos legítimos de la comunidad estaban permitidas. Al defender la justicia, la Guerra Justa se consideraba defensiva.

Aunque fue Marco Tulio Ciceron (106-43 a. C.) uno de los primeros en tratar acerca de la justificación de las guerras, fueron realmente San Agustín (354-430 d. C) y posteriormente Santo Tomas de Aquino (1225-1274 d. C) los primeros en acometer la tarea de determinar las circunstancias por las cuales una guerra era legitima o justa. La guerra debía ser el producto de una necesidad y no un deseo, y en el mismo sentido propugnaron también un trato misericordioso a los prisioneros.

Mas tarde en el siglo XVI se lleva a cabo otros impulsos en cuanto a los estudios filosofo-teologicos de la Guerra Justa, respecto al derecho de guerra y a la organización de la convivencia entre los pueblos, el derecho y la moral, que vamos a desarrollar con referencia a cada uno de estos pensadores.

Francisco de Vitoria (1480-1546), en sus Comentarios tuvo que analizar la guerra desde el punto de vista teológico. Para Vitoria la guerra no pudo consistir jamas en un movimiento puramente político, era también un movimiento teológico y sobre todo, teológico, moral y ético.

Para Hugo Grocio (1583-1645) una guerra es justa si el peligro para la nación es inmediato, la fuerza usada es la necesaria para defender adecuadamente sus intereses y es proporcional al peligro afrontado.

CRITERIOS DE LA GUERRA JUSTA

Para poder afirmar que una guerra pueda calificarse como justa, tienen que producirse tres condiciones: primero una autoridad legitima, segundo, una causa justa, y tercero, una rectitud de intenciones. Estas tres condiciones son las características fundamentales que se consideran necesarias para iniciar una guerra justa según el pensamiento Cristiano tradicional.

La necesidad de una autoridad legitima.

Lo que se llama legitimidad de origen, esta considerada como condición y consiste en que el jefe de estado o el gobernante, o los gobernantes en general, son elegidos en conformidad con las leyes existentes en ese estado. Sin embargo, hay una legitimidad mucho más importante: la legitimidad de ejercicio, porque la legitimidad de origen se subordina intrínsecamente a la de ejercicio, hasta el punto de que existiendo muchas veces la legitimidad de origen, llega a desaparecer la legitimidad de ejercicio en virtud de que la autoridad no ha cumplido por ignorancia o mala fe, con su misión fundamental, que es la de llevar a los pueblos el bien común.

Necesidad de una causa justa.

La segunda condición para una guerra justa, es la existencia de una causa justa. La única causa justa la que debemos descubrir en la injuria recibida. Pero la palabra injuria no hay que tomarla en su excepción vulgar sino en todo su profundo sentido filosófico y teológico, es decir, viendo en ella la negación de un derecho. En consecuencia, ahí cuando una sociedad civil se siente vejada en sus derechos, puede por medio de su autoridad legitima, mover una guerra que sea verdaderamente justa. No basta rechazar al que injuria. No basta tampoco, con rechazar, por ejemplo, al invasor de un territorio determinado, porque, además, deben repararse los daños causados por el agresor y mirar a la vez hacia el futuro.

Es evidente que un gobernante no puede vivir al día, sino que tiene que mirar hacia el futuro. Sobre todo desde el momento en que las naciones no son realidades esporádicas o circunstanciales sino que van desplegando su entidad a lo largo del tiempo, es manifiesto que no basta resolver un problema que tiene proyecciones nada mas que en el momento presente: hay que proceder también con vistas al futuro. Y esta previsión del futuro encara siempre prácticamente, una guerra ofensiva.

Una vez originada la guerra, es necesario precisar los caracteres que en filosofía se conocen con la denominación de “ius in bello”, o sea el derecho ya en la guerra, en virtud del “ius in bello”, la guerra ya declarada, debe precisarse lo que se puede permitir al que dirige la guerra con

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