CONSIDERACIONES ACERCA DE LA EVALUACIÓN

CONSIDERACIONES ACERCA DE LA EVALUACIÓN

La evaluación es una fuente de información, tanto para el docente como para el alumno y sus padres, que permite hacer consideraciones sobre el proceso de enseñanza y de aprendizaje. Evaluamos para conocer el grado de conocimientos, habilidades, competencias, que nos permiten hacer un diagnóstico más o menos acabado del grupo con el que deberemos trabajar; para contar con un indicador de ajuste o rectificación de la enseñanza y también para poder acreditar. Nunca tiene un fin en sí misma, la evaluación siempre es un instrumento de reflexión curricular, aún en la última de las instancias mencionadas.

La evaluación debe contemplar la posibilidad de que el mismo sujeto del aprendizaje vaya gradualmente desarrollando la capacidad de autoevaluarse, de conocer aquellos puntos débiles sobre los que trabajar para poder superar sus dificultades. La información que arroje debe ser explícita, los resultados, analizados y los contenidos no adquiridos, reforzados. De esta manera, la devolución que haga el docente de las pruebas representa un papel retroalimentador en el proceso de enseñanza y de aprendizaje.

Una evaluación diagnóstica debería combinar más de un tipo de instrumento sobre distintas habilidades: expresión oral (sostener un diálogo, dar una explicación, narrar un suceso); lectura en voz alta; lectura silenciosa y comprensión de textos (ejercicios de múltiple opción, cuestionarios); y de expresión escrita (narración breve, comentario de textos, redacción de una carta, etc.).

La evaluación oral es útil si se trata de indagar el nivel de interpretación de un texto, y constituye un ejercicio que puede practicarse con asiduidad. Permite descubrir las dificultades de comprensión en forma inmediata y, dada la interacción entre docente- alumno I alumno-alumno, ofrece la posibilidad de que, con una nueva pregunta, el niño repare en el error y lo corrija.

Las micros habilidades de comprensión oral deben incluir desde los aspectos más globales de la misma (tema, ideas básicas), de la atención y de la retención, hasta los más específicos (comprender la forma y los detalles del texto, o inferir datos de la situación).

Toda expresión oral puede ser evaluada, contemplando aspectos tales como la fluidez, la corrección. La facilidad expresiva; el dominio de la gramática y la pronunciación. El docente optará por una corrección inmediata o diferida, según sean las características del niño. La situación, y el ejercicio del que se trate. La corrección oral inmediata suele intimidar si es excesiva, obstruye la fluidez del discurso y puede afectar la seguridad del alumno, aunque tiene como ventaja el contextualizar los errores. La corrección oral diferida permite hacer una selección de los más importantes, pero se corre el riesgo de descontextualizarlos.

Repreguntar utilizando la misma expresión en la que el alumno se ha equivocado puede ser una forma más creativa de señalar el error y le permite al niño resolver a partir de la reflexión y no de la repetición. Con respecto a la lectura han de considerarse los siguientes puntos: actitudes hacia la lectura, capacidad de manejo de fuentes escritas, percepción del texto, grado de comprensión y autocontrol del proceso lector.

Para valorar la capacidad de expresión escrita, hay que considerar dos aspectos complementarios y relacionados: el producto y el proceso. El producto contempla aspectos tales como: adecuación, coherencia. cohesión, corrección gramatical, presentación y legibilidad.

El proceso hace referencia al método, las estrategias, los procesos cognitivos y las técnicas que el alumno pone en juego durante la redacción. Esta discriminación ofrece la posibilidad de ser más justo a la hora de evaluar, ya que hay alumnos que escriben correctamente de primera intención, mientras que otros pueden

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