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CRISTO Y LA LEY EN EL SERMÓN DEL MONTE


Enviado por   •  26 de Abril de 2014  •  Tesis  •  2.488 Palabras (10 Páginas)  •  203 Visitas

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Lección 4: Para el 26 de abril de 2014

CRISTO Y LA LEY EN EL SERMÓN DEL MONTE

Sábado 19 de abril

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Mateo 5:17-20; Lucas 16:16; Mateo 5:21-32; Romanos 7:24; Mateo 5:33-37, 38-48.

PARA MEMORIZAR:

“No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido” (Mat. 5:17, 18).

LA MAYOR PARTE DE LA GENTE QUE PIENSA en el Sermón del Monte automáticamente recuerda las Bienaventuranzas (Mat. 5:1-12). Sin embargo, el Sermón del Monte realmente abarca tres capítulos que han sido divididos en cuatro secciones. Las Bienaventuranzas son solo la primera sección. En la segunda sección, Jesús compara a los cristianos con la luz y la sal (Mat. 5:13-16). La tercera (Mat. 5:17-48) es donde Jesús nos da una perspectiva más profunda de la Ley. Y en la sección final y la más larga (Mat. 6:1-7:23), Jesús proporciona claras enseñanzas sobre la conducta cristiana. Todo el discurso termina con la parábola del constructor prudente y el insensato (Mat. 7:24-27), que enfatiza la importancia de la obediencia a lo que Dios nos llama a hacer.

Esta semana investigaremos la tercera sección, Mateo 5:17 al 48, que los teólogos llaman la antítesis (casos en los que se presentan agudos contrastes), para ver qué nos enseña acerca de la Ley.

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// Lección 4

Domingo 20 de abril

“NI UNA JOTA NI UNA TILDE”

Lee otra vez Mateo 5:17 al 20. Es interesante notar que aquí Jesús destaca grandemente la Ley, mientras hace una declaración acerca de los escribas y los fariseos, quienes también enfatizaban mucho la Ley. ¿Qué lección importante enseña este pasaje acerca de la verdadera obediencia a la fe?

Jesús comenzó esta sección afirmando que no había venido para “anular la ley o los profetas” (Mat. 5:17, NVI). Aunque no hay referencia a ello, muchos ven esto como una formulación del Antiguo Testamento entero (ver también Mat. 7:12; 11:13; 22:40; Luc. 16:16; Hech. 13:15; 24:14; Rom. 3:21). A pesar de lo que pretendían sus adversarios, Jesús no atacó el libro mismo que revelaba la voluntad de su Padre. En cambio, su propósito era “cumplir” la Ley y los profetas, no eliminarlos.

La palabra usada para “cumplir” (pléro) significa, literalmente, “llenar” o “completar”. Tiene el sentido de “llenar hasta el borde”. Hay dos maneras de comprender este “cumplir”. Una es poner el énfasis en Jesús como el cumplimiento de las Escrituras (p. ej., Luc. 24:25-27; Juan 5:39). Sin embargo, la clave para comprender este texto reside en el contexto inmediato, que muestra que Jesús no vino para destruir las Escrituras sino para revelar su misma esencia.

Habiendo afirmado su intención general, Jesús pasó de enfatizar el Antiguo Testamento en general a la Ley en particular. Como si supiera que la gente un día lo acusaría de abolir la Ley, él predice que, mientras el cielo y la tierra permanezcan, la Ley existirá hasta que todo “se haya cumplido” (Mat. 5:18). Con esta declaración, Jesús confirma la perpetuidad de la Ley.

Es tan importante la Ley que quienes violen sus preceptos serán llamados “muy pequeños” “en el reino de los cielos”. Esto es simplemente una manera de decir que no estarán en el Reino; por otro lado, los que viven según la Ley sí estarán en el Reino. Jesús señaló así que él no promovía la justicia vacía de los escribas y los fariseos, sino una justicia que surge de un corazón que ama a Dios y procura hacer su voluntad.

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Lección 4 //

Lunes 21 de abril

HOMICIDIO (Mat. 5:21-26)

Después de haber clarificado su intención de sostener la Ley, Jesús comenzó a explicar la justicia que excede la de los escribas y los fariseos. Empieza citando el sexto Mandamiento (Éxo. 20:13) y resumiendo el castigo por su violación en la ley de Moisés (Éxo. 21:12; Lev. 24:17).

El sexto Mandamiento no incluye todas las circunstancias en las que una persona mata a otra. En caso de haber matado a un hombre involuntariamente, una persona podía huir a una ciudad de refugio y obtener asilo temporario (Éxo. 21:13; Núm. 35:12). Sin embargo, uno que quitaba intencionalmente la vida a otro recibía un castigo rápido (Éxo. 21:14). En su explicación, Jesús no se concentró en el acto mismo, sino en el motivo y las intenciones del que comete el acto. Uno puede quitar la vida en forma accidental, pero la persona que mata a propósito ha tenido un período de deliberación. El pecado ocurrió antes de que la persona realizara su terrible acto. Muchos asesinos potenciales se detienen solo por una falta de oportunidad para hacerlo.

Lee Mateo 5:22. ¿A qué iguala Jesús el homicidio? ¿De qué modo 1 Juan 3:15 ayuda a enfatizar este punto? ¿Cuál es el verdadero problema que Jesús señala aquí, y qué nos dice acerca del verdadero alcance de la Ley de Dios?

Aunque frecuentemente la Biblia habla del poder de las palabras, Jesús lleva esto a un nivel más profundo. A menudo, el único propósito de las palabras duras o de maldecir es generar sentimientos negativos en la víctima. El punto que presenta Jesús es clarísimo. No solo los que realizan el crimen son culpables de homicidio, sino también los que hablan palabras ásperas a otros, o aun los que albergan pensamientos asesinos. Jesús aconseja, a los que abrigan estos pensamientos, reconciliarse con sus víctimas antes de llegar al altar (Mat. 5:23-26).

Medita en las implicaciones de las palabras de Jesús en los textos para hoy. ¿Cómo te sientes en este aspecto? ¿Qué nos dice esta norma tan elevada acerca de la necesidad de estar cubiertos por la justicia de Cristo todo el tiempo?

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Martes 22 de abril

ADULTERIO (Mat. 5:27-32)

El siguiente ejemplo de Jesús involucra mandamientos con respecto al adulterio. Primero cita el séptimo: “No cometerás adulterio”. En el contexto de la ley de Moisés, el adulterio ocurre cuando una persona casada se involucra sexualmente con alguien que no es su cónyuge. La ley era muy clara: ambas partes eran culpables de adulterio, y debían ser muertas. Así como con el sexto, Jesús

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