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Características reales de la condición humana


Enviado por   •  23 de Octubre de 2014  •  Síntesis  •  2.070 Palabras (9 Páginas)  •  202 Visitas

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ta perspectiva tiene el valor positivo de mostrar algunas características reales de la condición humana que no habían sido advertidas o señaladas en explicaciones intelectuales anteriores, pero tienen, como decíamos, la limitación de su parcialidad, y cuando inspiran una organización humana, es decir, cuando alcanzan una vigencia práctica, su parcialidad se convierte en falsedad que falsea, es decir, maltrata la propia realidad humana.

ta perspectiva tiene el valor positivo de mostrar algunas características reales de la condición humana que no habían sido advertidas o señaladas en na situación en que los instrumentos van siendo progresivamente mejorados. Entonces se advierte que, junto a la ampliación progresiva de intervenciones del hombre, se dan también otros efectos, que no es seguro que hagan al mundo más humano.

Además de las necesidades crecientes, se induce en el hombre una actitud de confianza en el dominio total de los procesos materiales de la naturaleza, de modo que para todas las limitaciones y dolores que se encuentran en la vida casi se exige la solución por vía del dominio científico-técnico. La primacía de la acción sobre la contemplación se traduce enseguida en una preeminencia de la actitud intervencionista respecto a la actitud de la búsqueda del sentido de los fenómenos naturales. En ningún ámbito de la vida se muestra tan claramente el carácter corruptor de esa inversión como en el cambio de actitud respecto al dolor. Desde siempre trató el hombre de encontrar el modo de mitigar sus dolores. Pero esa búsqueda no era obstáculo para encontrar un sentido al dolor mismo. Actualmente, el dolor es casi exclusivamente un desencadenante de la lucha del hombre por eliminarlo. El dolor en sí mismo ha dejado de ser un misterio ligado estrechamente al misterio mismo del hombre y ha pasado a ser una perturbación técnica que ha de ser tratada técnicamente por los expertos. Ciertamente esta actitud ha conducido a progresos valiosísimos en la Medicina, pero ha dejado, o corre el riesgo de dejar, al hombre literalmente indefenso ante el dolor inevitable. El crispado recurso a psicofármacos en casos donde lo que se necesita es ejercicio de virtudes, y los casos cada vez más frecuentes de suicidios por causas objetivamente nimias tienen raíces comunes en la unilateral confianza en el dominio total del hombre sobre la naturaleza. La sociedad de consumo es una sociedad destemplada que confía siempre más en la ayuda que a la vida humana pueden prestar los artefactos, y se aparta consiguientemente del cultivo de aquellas dimensiones vitales en las que la técnica puede prestar menos ayuda. La sociedad de consumo es una sociedad superficial, sensual, trepidante y aburrida.

Si el desarrollo de la técnica es válido, lo es como correctivo de la situación en la que el hombre era impedido para vivir humanamente por factores materiales. Pero cuando la técnica llega a configurar de modo decisivo la sociedad, los correctivos que se necesitan son mucho más poderosos, y quizá dolorosos.

Además de aburrimiento y crispación, la febril sociedad consumista da lugar a un extrañamiento del hombre respecto de su trabajo, como no había existido nunca, y para el que, además, no es fácil vislumbrar soluciones.

En efecto, la producción de artefactos funcionalmente cada vez más perfectos supone una complejidad en el proceso productor que es difícilmente abarcable con una sola mirada. Más aun, dada la matematización de muchos de los problemas de investigación básica, se ha llegado a la paradójica situación en que muchas de las cosas que hace el hombre no las entiende nadie. Las Matemáticas permiten proyectar gran parte de los problemas técnicos sobre una base operativa de extraordinaria eficacia, pero que, aunque permita operar, enseguida se convierte en algo no inteligible: las Matemáticas, al principio son una ayuda para elaborar con rapidez y precisión procesos conceptuales, pero cuando empiezan a desarrollarse según sus leyes propias, dan lugar, enseguida, a operaciones que no son conceptualizables, y la técnica se le escapa al hombre de las manos. Se hace problema "dominar el propio dominio".

Esta es la segunda característica negativa del mundo configurado por la técnica. La complejidad del proceso de producción de esos productos tan sofisticados, requiere que cada uno de los que intervienen realice sólo una mínima parte, desconociendo en la práctica lo que realizan los otros que también intervienen en el mismo proceso.

La complejidad de lo que exige ser realizado por varias, o quizás muchísimas, personas podría quizá ayudar a formar la conciencia de estar trabajando en equipo, pero en la práctica esa pretensión resulta excesiva, pues supondría que cada uno de los que intervienen alcanza la totalidad y es capaz de entender su trabajo precisamente como parte de un proceso cuyo sentido reconoce y hace propio. Eso es una pretensión antropológica excesiva y, además, resulta contraria a la propia tendencia del proceso donde, por la fragmentación en pasos cada vez más pequeños, lo que se requiere de cada uno de los que trabajan en él es tan simple que, como advirtió agudamente Marx, conduce a la anulación de la diferencia entre trabajo diestro y trabajo inhábil.

Esta fragmentación del trabajo no es sólo debida a la complejidad del producto pretendido, sino a la búsqueda de la productividad. En esto coinciden los análisis de Adam Smith y Karl Marx: la productividad se debe a la división del trabajo más que al trabajo mismo.

La primacía del trabajo en la consideración de la sociedad, conduce a considerar la sociedad humana como una organización laboral, es decir, como el artificio racional para articular la, convivencia, de modo que los trabajadores confluyan en su labor para producir más y mejor. Esa sería una articulación mecánica que hace de la política una técnica y de la sociedad un edificio constituido según el modelo de las construcciones técnicas, en las que cada uno de los elementos es ajeno al conjunto, encontrándose integrado en él sólo por factores extrínsecos.

Es posible que el empeño por superar las dificultades inherentes a este sistema social sea muy difícil. Quizá la clave de todos estos problemas esté precisamente en la importancia que se le ha dado al trabajo productivo. Aunque se disfrace de la necesidad imperiosa de "crear bienes", la organización social basada en ese trabajo descansa sobre el tremendo error de considerar al hombre sólo como un ser que trabaja, o destinado al trabajo. Esta idea es estrictamente moderna, y, en los términos en que viene planteado

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