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Cazadores De Microbios Capitulo 2


Enviado por   •  14 de Noviembre de 2014  •  1.426 Palabras (6 Páginas)  •  436 Visitas

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Capitulo 

LAZZARO SPALLANZANI

LOS MICROBIOS NACEN DE MICROBIOS

Leeuwenhoek ha muerto. ¿Quién continuaría el estudio de los animales microscópicos? Tal era la pregunta que se hacían los doctos miembros de la Real Sociedad.

En Scandiano, pueblo del norte de Italia, nacía en 1729 otro cazador de microbios Lazzaro Spallanzani realizaba experimentos con escarabajos, sabandijas, moscas y gusanos, quería saber cómo funcionaban las cosas. A semejanza de Leeuwenhoek, el joven italiano tuvo que sostener muchas grandes luchas con su familia para llegar a ser un cazador de microbios. Sus amigos lo llamaban “El astrologo” ya que pasaba gran tiempo viendo las estrellas, tratando de explicar el porqué de estas.

Estudio leyes para darle gusto a su padre, pero en sus ratos libres estudiaba matemáticas, griego, francés y lógica. Tiempo después visito a Villisnieri un célebre hombre de ciencia que tras conocerlo le dijo que él tenía un gran destino como investigador de ciencia, así que fue a hablar con su padre para convencerlo del gran potencial que tenía, y así fue como Spallanzani estudio ciencias en la universidad de Reggio.

En aquella época ser un hombre de ciencia era una profesión respetable y segura que cuando Leeuwenhoek comenzó a fabricar lentes.

A los veinticinco años de edad hizo una traducción de los poetas clásicos y critico la versión italiana de homero, considerada hasta entonces como una obra maestra, escribió un trabajo científico intentando explicar la mecánica de las piedras saltarinas. Se ordenó como sacerdote católico y se ganaba la vida dando misas.

Antes de cumplir los treinta años fue nombrado profesor en la ciudad de Reggio, donde explicaba sus lecciones ante un auditorio entusiasta que le escuchaba pasmado; allí fue donde dio comienzo a su labor sobre los animalillos, aquellos seres, nuevos y pequeñísimos descubiertos por Leeuwenhoek, empezando sus experimentos .cuando corrían el peligro de retornar al nebuloso incógnito de que los había sacado el holandés.

Estos animalillos eran objeto de una controversia extraña, de una lucha enconada, y, a no ser por esto, habrían seguido siendo durante siglos curiosidades o habrían sido, olvidados. La discusión giraba en torno de esta cuestión: ¿Nacen espontáneamente los seres vivos, o deben tener padres forzadamente, como todas las cosas vivientes? .En los tiempos de Spallanzani el vulgo se inclinaba por la aparición espontánea de la vida.

Spallanzani tenía ideas vehementes acerca de la generación espontánea de la vida; ante la realidad de los hechos, estimaba absurdo que los animales, aún los diminutos bichejos de Leeuwenhoek, pudieran provenir de un modo caprichoso, de cualquier cosa vieja o de cualquier revoltijo sucio. Una ley y un orden debían predecir su nacimiento; no podían surgir al azar ¿Pero cómo demostrarlo?

Y una noche, en la soledad de su estudio, tropezó con un librito sencillo e inocente, que le demostró un nuevo procedimiento de atacar la cuestión del origen de la vida. El autor del libro no argumentaba con palabras sino con experimentos que, a los ojos de Spallanzani, demostraba los hechos con toda claridad.

Redi, el autor de este libro, es un gran hombre —pensó Spallanzani despojándose del levitón e inclinando su robusto cuello hacia la luz de la bujía—. ¡Con cuanta facilidad dilucida la cuestión! Toma dos tarros y pone un poco de carne en cada uno de ellos; deja descubierto el uno y tapa el otro con una gasa. Se pone a observar y ve cómo las moscas acuden a la carne que hay en el tarro destapado, y poco después aparecen en él los gusanos y más tarde las moscas. Examina el tarro tapado con la gasa y no encuentra un solo gusano, ni una sola mosca. ¡Qué sencillo! No es más que cuestión de la gasa, que impide a las moscas llegar hasta la carne. A la mañana siguiente, el librillo inspirador le hizo pensar en la misma cuestión, pero ya no en relación con las moscas, sino con los animales microscópicos. Por aquel entonces todos los profesores admitían que si bien las moscas podían proceder de huevecillos, era en cambio seguramente posible la generación espontánea de los animales subvisible. Spallanzani, torpemente, empezó a aprender a cultivar bichejos microscópicos y a manejar el microscopio.

En ese

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