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Capitulo 1, 2 Y 3 Cazadores De Microbios


Enviado por   •  9 de Febrero de 2015  •  2.237 Palabras (9 Páginas)  •  479 Visitas

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Capitulo 1

Antoine van Leeuwenhoek nacido en 1632 en Holanda fue un hombre proveniente de una familia de comerciantes abandono la escuela a los 16 años para entrar a trabajar a una tienda en Amsterdam. A los 21 años volvio a su tierra natal Delft, se casó y abrio su tienda de telas.

Tuvo la curiosidad de ver cosas aumentadas a traves de una lente y aprendio lo necesario para tallar lentes e igualar y superar la calidad de los tallados por otras personas montandolos en marcos de metales que el mismo fundia. Estos fueron los inicios de los primeros microscopios.

Una vez que perfecciono sus lentes y a pesar de que lo consideraban un chiflado Leeuwenhoek se dedicó a observar todo lo que se le puso en frente bajo sus lentes; así, durante veinte años, trabajó en completo aislamiento hasta que se le ocurrio observar gotas de agua de lluvia y descubrio que habian pequeños microorganismos desconocidos que se movian en ella pero no creia que estos cayeran del cielo, comparó otras muestras de agua provenientes de distintos lados y se percato que no todas contenian los microorganismos pero pasados ciertos dias comenzaban a crecer en las muestras de agua. La invisible College, tiempo después supo de los descubrimientos de este tipo tan capaz y lo mando solicitar, pero este hombre solo les respondía con cartas y cartas y como hacerles para que vean lo que el veía, mas nunca se presento en Londres. En algún momento de su vida le paso por la mente el creer que las enfermedades podían ser productos de estos microbios, mas nunca lo sostuvo, solo fue una creencia. Nunca dejo que tocaran sus microscopios y al que se atreviera lo corría, pues para el eran como sus juguetes, su vida. Haciendo varios descubrimientos murió en el año de 1723 y uno de sus lemas fue “ La vida vive a costa de la vida misma, es cruel, pero es la voluntad de Dios”

Seis años después de la muerte de Leeuwenhoek, nadie que se ocupaba en serio de los estudios que dejo, en 1729 nació en Italia; Lázaro Spallanzani que cuando tenia 25 años escribió un ensayo donde explicaba la mecánica de las piedras que caian al agua. Antes de cumplir los 30 años fue nombrado profesor de la Universidad de Regio y en sus lecciones hablaba acerca de los animalillos descubiertos por Leeuwenhoek años atrás.

En esa época se creia en la generación espontánea y los animalillos de Leeuwenhoek eran objeto de controversia, era desconocido hasta entonces el origen de esos seres y se creía que provenían de la generación espontánea. Spallanzani negaba la posibilidad de la generación espontánea, y leyó un libro escrito por Redi que demostraba experimentalmente la falsedad de la generación espontánea:

“Toma dos tarros y toma un poco de carne cruda en cada uno de ellos; deja al descubierto uno y tapa el otro con una gasa.” Se pone a observar y ve como las moscas acuden a la carne que hay en el tarro destapado, y poco después aparecen en el larvas y posteriormente moscas. Examinó el tarro tapado con la gasa y no encontró ni una sola larva y ninguna mosca.

En la misma etapa de Leeuwenhoek hubo un hombre que también era sacerdote llamado Needham, que había resuelto el problema sugiriendo que el caldo de carnero engendraba maravillosamente aquellos microorganismos.

Tomo cierta cantidad de caldo de carnero recién retirado del fuego, como había puesto el caldo en una botella y lo había tapado perfectamente con un corcho para que no pudiera penetrar seres ni huevecillos de los existentes en el aire. Calentó después la botella y su contenido en cenizas calientes. Dejó en reposo la botella por espacio de varios días, sacó el corcho y al examinar el caldo lo encontró plagado de animalillos.”

Spallanzani no sabía porque habían aparecido esos animalillos en el caldo calentado; porque Needham no calentó la botella todo el tiempo necesario y seguramente porque no lo tapó herméticamente.

Eligió unas cuantas redomas grandes y panzudas de cuello angosto, que limpió. lavó y secó hasta dejarlas relucientes; después puso en unas diferentes clases de semillas, guisantes y almendras en otras y al final llenó de agua pura cada una de ellas. Calentó las sopas una hora hasta que hirvieron, fundió el cuello de las redomas, la cerró con el mismo vidrio. Después sacó de las calderas las redomas que contenían el caldo hirviente: ahora esperaría a que pasaran algunos días. Pero hizo además otra cosa muy sencilla, preparó otra serie de caldos en redomas tapadas con corchos, no selladas al fuego, y después de hervirlas durante una hora, las puso al lado de las anteriores. Pasados varios días examinó las redomas, primero las que estaban cerradas al fuego; con un tubito extrajó un poco de líquido de aquellas redomas y lo puso bajo la lente del microscopio; descubriendo que en ese líquido no había ningún animalillo al contrario que con las redomas que había tomado con corchos donde examinó al microscopio y encontró millones de animalillos.

Sin embargo, Needham hizo una objeción a los experimentos de Sapllanzani, argumentaba que el calor a las que eran sometidas eliminaba la fuerza vegetativa. Por lo tanto Spallanzani decidido a probar su teoría limpió sus redomas, compuso mezclas de diferentes clases de semillas: guisantes, judías y yeros, con agua pura; hirvió durante tiempos diferentes unas cuantas series de estas redomas. En lugar de cerrar a fuego los cuellos de las redomas, los tapó con corchos, ya que Needham decía que era suficiente hacerlo así, y los dejó reposar para ver lo que sucedía. Sacó los corchos y examinó uno a uno al microscopio las gotas de caldo: las redomas hervidas durante dos horas contenían mucho más animalillos que las que sólo habían sido calentadas por unos minutos.

No obstante Needham argumentaba que Spallanzani, al calentar las redomas, reducía la elasticidad del aire presente. En vista de ello, el italiano se propuso derrumbar las teorías de su contrincante y volvió a poner las semillas en las redomas, cerró sus cuellos a la lumbre y las hirvió por espacio de una hora. Una buena mañana fue al laboratorio y rompió el cuellos de una redoma y al acercar el oído escuchó un ligero silbido. Eso quería decir que el aire penetra dentro de la redoma, luego esto significa que el aire de dentro es menos elástico que el de fuera.

Sin embargo, Spallanzani comprobó que todas las redomas que usaba tenían el cuello ancho. Cuando las cerraba a la llama tenía que calentarlas mucho para reblandecer el vidrio hasta que se cierre el cuello, y todo este calor

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