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Coloquio Española


Enviado por   •  21 de Agosto de 2013  •  3.186 Palabras (13 Páginas)  •  314 Visitas

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GENERALIDADES

La Lit. asi como el Arte todo esta transido por lo histórico, es por ello que las circunstancias históricas son decisivas a la hora de comprender una obra lit.

Teniendo en cuenta esto se puede ver la originalidad y personalidad de cada autoral concebir su producción literaria. Pero habrá obras en que deberemos situarnos en las circunstancias históricas y espirituales en que vivieron sus autores y lectores. El 1º rasgo y quizá el más característico es la tradicionalidad de la Lit. española. Esto lo podemos notar en que muchos casos la Lit se ha mantenido por tradición oral: poesía lirica popular o cantares de gesta.

En la Lit. española se dan 2 corrientes paralelas y contradictorias: un realismo, que muchas veces no vacila en reproducir las escenas más crudas del mundo circundante, pero que aparece mezclado con una fuerte corriente de idealismo, que contribuye a dar un aspecto armónico a la visión gral. Por lo demás, el realismo, es lógico, lleva en ciertos momentos que la obra Lit. quede impregnada de historicismo. Por ejemplo los cantares de gestas llenos de ese espíritu fueron tomados como fuentes de las crónicas históricas, y algunos de ellos han llegado hasta nosotros, precisamente conservado, prosificado, en las crónicas medievales. Este gusto por los elementos reales nos lleva a que la lit. española rechace gralmente los elementos fantásticos, y que en ella se produzca una ausencia de los elementos maravillosos.

En gral. el autor no parece como hombre lleno de ansia por la fama literaria. Su obra suele estar cerca del público, y en muchos casos este acercamiento y entrega lleva a la anonimia, que es abundantísima.

Hay una segunda dualidad característica manifestada en 2 direcciones distintas: producción mayoritaria, gusto porque el total del publico llegue a la obra, Alfonso X el Sabio, Lope de Vega, y la vez coincidente, anhelo por la obra minoritaria, las Soledades de Góngora o la 2º antología poética de j. R. Jiménez.

En cuanto a la métrica se observa un gusto casi constante por la ametria, el anisosilabismo y la pervivencia de la rima asonante, unidos a la total supervivencia de los metros tradicionales: el octosílabo por ejemplo.

EL MODELO DE CABALLERO

En la Lit. vemos caballeros que oscilan desde el santo hasta el guerrero cruel, desde el amante desgarrado hasta el seductor, desde el señor ambicioso al noble y generoso.

El caballero es entonces una construcción ideal formada por múltiples facetas, que de alguna manera tiene una existencia correspondiente al modelo de la realidad, en palabras de Amezcua la imagen del caballero más bien es “divisible y multiforme”. Es en la épica donde encontramos la primera realización textual, al hablar del caballero medieval estamos hablando de un modelo, en cuanto se trata de un abstracción de un conjunto de realizaciones.

El 1º elemento que se nos presenta al tratar de integrar un modelo es la conciencia que se trata de un guerrero y es en torno a ese núcleo que se le agregan los otros elementos, que dependen de la condijo de guerrero en un mundo feudal, y que naturalmente implica la condición señorial. Esta condición de señor hará que se reproduzca el tópico de fortuna y sabiduría, expresados en términos medievales como la hazaña y la mesura. A esto debemos agregarle su defensa religiosa y la búsqueda mística, su elegancia de apasionado amador, la sabiduría de la experiencia vivida y toda una serie de relaciones horizontales, como la lealtad a sus iguales, y verticales, como el vasallaje a ultranza.

Estas características del Caballero las podemos encontrar en el PMC., las coplas y el romancero, por mencionar algunos. No se debe olvidar que la realidad social del momento es condicionante: el modelo caballero se realiza en una doble dimensión; social y cultural. En tiempos del Cid podemos considerar que en la construcción de lo que es un caballero la realidad social y cultural participan de manera equilibrada.

LA POESÍA EPICA EL CANTAR DE MIO CID

La obra fundamental de la epopeya es el CM, conservado en un manuscrito juglaresco fechado en 1307 y copiado por Per Abbat. La crítica más reciente (R.M.Pidal) distingue 2 autores distintos en su elaboración, lo que confirmaría los presupuestos tradicionalistas: un primer poeta, vecino de San Esteban de Gormaz, aferrado a la realidad, de gran sencillez en su estilo, con variedad en las asonancias y apego a las enumeraciones descriptivas; y un 2º poeta, mas dado a la fantasía, autor de los episodios novelescos, y con tendencia a una versificación muy sencilla.

El CMC mantiene en su estructura una constante emoción por una alternancia: el Cid luchando por su honra, la consigue y vuelve a quedar afrentado, hasta que se convierte en un hombre honrado, proceso que culminará en uno de los últimos vs. “oy los Reyes de España sus parientes son”.

Son características esenciales de la composición del poema el carácter humano del protagonista, preocupado por su flia. Y lleno de mesura.

El poema esta compuesto en tiradas juglarescas, estrofas, por así decirlo, de indeterminado nro. de versos, llamados épicos, de 10 a 20 silabas, tendiendo en gran medida a la 16, con rima asonante. El estilo de su composición es sencillo y minucioso; se manejan sabiamente los elementos cómicos, heroicos o de táctica militar, mezclados con la facilidad de caracterizar a un personaje con gran brevedad y precisión: la fidelidad de Minaya A. Fañez, las tretas de los malos mestureros, la villanía y el escaso valor de los Infantes de Carrión o, en contraposición, la valentía y astucia de los hombres de MC.

En el Cantar castellano encontramos que el Cid se convertirá en expresión privilegiada del modelo de caballero que propugna la baja nobleza como paradigma de los valores de una sociedad. Así la 1º virtud del caballero es la condición de vasallo, expresión que se consolida en el conocido epíteto: “Dios, que buen vasallo, si tuviese buen señor!”

El texto también va a destacar la caracterización del individuo como guerrero a través de los elementos emblemáticos y simbólicos de la condición caballeresca: la espada, pero no basta con ser guerrero sino que además esta la capacidad combativa.

Del Poema del Cid se han hecho las más diversas lecturas. Esto es comprensible si tenemos en cuenta que el héroe del Poema lo originó un personaje histórico que, además de ser troquelado estéticamente en esa composición épica, cobró vida también en las crónicas de Alfonso X del siglo XIII; en los romances del siglo XV; y en la escena política,

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