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Como Construir Un Universo Que No Se Destruya En Dos días.


Enviado por   •  4 de Diciembre de 2013  •  8.121 Palabras (33 Páginas)  •  787 Visitas

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CÓMO CONSTRUIR UN UNIVERSO QUE NO SE DERRUMBE DOS DÍAS DESPUÉS

PHILIP K. DICK

Una vez escribí una historia sobre un hombre que fue herido y llevado al hospital. Cuando comenzaron a operarle descubrieron que era un androide, no un humano, pero él no lo sabía. Tuvieron que decírselo. De repente, el señor Garson Poole descubrió que su realidad consistía en una cinta agujereada que iba de bobina en bobina dentro de su pecho. Fascinado, comenzó a rellenar y a añadir nuevos agujeros. Inmediatamente, su mundo cambió. Una bandada de patos voló por la habitación cuando abrió un nuevo agujero en la cinta. Finalmente cortó la cinta por completo, y el mundo desapareció. De hecho, también desapareció para el resto de personajes de la historia… lo cual no tiene sentido, si lo piensas. A no ser que los demás personajes fuesen ficciones de su cinta de fantasía agujereada. Lo que yo supongo que eran.

Siempre fue mi esperanza cuando escribía novelas y relatos que preguntasen "¿Qué es la realidad?", encontrar algún día la respuesta. También era la esperanza de la mayoría de mis lectores. Pasaron los años. Escribí unas treinta novelas y un centenar de relatos, y todavía no entiendo qué es real. Un día una estudiante de Canadá me pidió que le definiese la realidad, para un trabajo que estaba escribiendo para su clase de filosofía. Ella quería una respuesta de una frase. Lo pensé y finalmente contesté, "La realidad es aquello que no desaparece cuando dejas de creerlo". Eso fue todo lo que pude conseguir. Esto se remonta a 1972. Todavía no he conseguido una respuesta más exacta.

Pero esto es un problema de verdad, no sólo un juego intelectual. Porque hoy vivimos en una sociedad en la que falsas realidades son manufacturadas por los medios, gobiernos, grandes corporaciones, grupos religiosos y políticos – y existe el soporte electrónico por el que enviar estos pseudo-mundos a la mente del lector, el espectador, el oyente. A veces, cuando veo a mi hija de once años ver la televisión, me pregunto qué le están enseñando. El problema de la interpretación; considéralo. Un niño pequeño ve un programa de televisión hecho para adultos. Probablemente no entienda la mitad de lo que se dice o se hace en el programa. Quizás no entiende nada. Y el quid es, ¿cuán verídica es de cualquier forma esa información, incluso si el chico la entendiera? ¿Qué relación hay entre la situación normal de una comedia de televisión y la realidad? ¿Y qué hay de las series policíacas? Los coches están continuamente fuera de control, chocándose y ardiendo. Los policías siempre son los buenos, siempre ganan. No pases por alto este detalle: Los policías siempre ganan. Qué lección ésta. No deberías enfrentarte a la autoridad, e incluso si lo haces, saldrás perdiendo. La idea es, Sé pasivo. Y – coopera. Si el oficial Baretta te pide información, dásela, porque el oficial Baretta es un hombre bueno en el que se puede confiar. Él te quiere, y tú deberías quererle a él.

Así pues pregunto en mi obra ¿Qué es real? Porque incesantemente somos bombardeados con pseudo-realidades creadas por gente muy sofisticada que usa mecanismos electrónicos muy sofisticados. Yo no desconfío de sus motivos; desconfío de su poder. Tienen mucho de eso. Y es un poder sorprendente: el de crear universos enteros, universos mentales. Necesito saber. Yo hago lo mismo. Mi trabajo es el de crear universos, como base de una novela tras otra. Y los tengo que construir de tal forma que no se destruyan dos días después. O al menos eso es lo que mis editores esperan. De cualquier modo, os revelaré un secreto: me gusta construir universos que se destruyan. Me gusta ver cómo se despegan, y me gusta ver cómo los personajes de la novela luchan contra este problema. Amo el caos a escondidas. Debería haber más. No creáis – y hablo más serio que un muerto al decir esto-, no asumáis que el orden y la estabilidad son siempre buenos, en una sociedad o en un universo. Lo viejo, lo osificado, debe dejar pasar a la nueva vida y al nacimiento de nuevas cosas. Antes de que lo nuevo nazca, lo viejo debe morir. Es una comprensión peligrosa, porque nos dice que tarde o temprano debemos acabar con mucho de lo que nos es familiar. Y eso duele. Pero es parte del secreto de la vida. A no ser que nos podamos acomodar psicológicamente a los cambios, empezamos a morir sin remedio. Lo que estoy diciendo es que los objetos, las costumbres, los hábitos y los modos de vida deben morir para que los auténticos seres humanos puedan vivir. Y el auténtico ser humano, el que más importa, el útil, elástico organismo que puede rebotar para atrás, absorber, y combatir con lo nuevo.

Por supuesto, yo diría esto, porque vivo cerca de Disneyland, y siempre están añadiendo nuevas atracciones y destruyendo las antiguas. Disneyland es un organismo que evoluciona. Durante años tuvieron el Lincoln Simulacrum, como si el mismo Lincoln no fuese más que una forma temporal cuya materia y energía se tomase y se perdiese. Lo mismo es cierto para cada uno de nosotros, guste o no.

El filósofo presocrático griego Parménides enseñaba que las únicas cosas reales eran aquéllas que nunca cambiaban… y el filósofo presocrático griego Heráclito enseñaba que todo cambia. Si superpones estos dos puntos de vista, se obtiene este resultado: nada es real. Hay un fascinante paso siguiente en esta línea de pensamiento: Parménides pudo no haber existido nunca porque envejeció y murió y desapareció, así pues, de acuerdo con su propia filosofía, no existió. Y Heráclito pudo haber estado en lo cierto –No olvidemos esto; así que si Heráclito tenía razón, entonces Parménides existió, luego, según la filosofía de Heráclito, quizás Parménides tenía razón, pues Parménides cumplía todas las condiciones, el criterio, según las cuales Heráclito consideraba las cosas reales.

Ofrezco esto simplemente para demostrar que tan pronto como empiezas a preguntarte qué es real en último término, empiezas a decir cosas sin sentido. Zen probó que el movimiento era imposible, (realmente él sólo creía que lo había probado; lo que demostró se llama técnicamente "teoría de los límites"). David Hume, el mayor escéptico de todos, una vez dijo que tras una reunión de escépticos llegó a proclamar la veracidad del escepticismo como teoría; todos los miembros de la reunión sin excepción salieron por puertas y ventanas. Veo lo que Hume quería decir. Sólo eran palabras. Ninguno de los solemnes filósofos se tomaba en serio lo que decían.

Pero yo considero el hecho de definir lo que es real –que es un tema serio, incluso un tema vital. Y en algún lugar se encuentra el otro tema, la definición

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