Comunicacion
figueroa215 de Diciembre de 2011
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UNIDAD VII COMUNICACIÓN
¿Qué es la Comunicación?
"No basta escuchar lo que cada cual dice, sino que es preciso descubrir
lo que piensa y por qué lo piensa".Cicerón.
“El ser humano, en cuanto tal, no puede existir sin comunicarse, no alcanza su
plenitud como humano en el silencio o condenado al silencio, sino en la
comunicación constante, por la palabra, la acción, la reflexión, el trabajo. La
comunicación es el medio por el cual los seres humanos ganamos terreno a la
irracionalidad, la soledad, la angustia, la incomunicación, al anonimato y la
dependencia”
La palabra comunicación proviene del latín comunicare: compartir, hacer
partícipe de algo. Hacer que sea de todos, dar parte de una cosa44.
Al referirnos aquí a la comunicación como fenómeno
específicamente humano, estamos hablando de aquel acto por medio
del cual los hombres y las mujeres transmitimos información, con la
expectativa de que sea captada y entendida por otra persona. Cuando
esto se logra es porque establecimos un enlace, un puente interpersonal
que nos pone en contacto y hace inteligibles nuestros mensajes. La
forma más directa y efectiva de lograrlo es a través del diálogo, ya que
éste, por su carácter íntimo, llega directamente al destinatario, disminuye
las interferencias y permite la retroalimentación inmediata, lo cual aporta
calidad y sentido humano al contacto.
“Si echamos un vistazo a nuestra vida cotidiana, veremos que la
mayor parte del tiempo nos comunicamos a un nivel superficial, sin
tomar ningún compromiso o riesgo, porque en realidad no es nuestra
persona la que entra en juego, sino el personaje que nos toca
representar en la vida social, dejamos que la inercia nos lleve y
respondemos mecánicamente en el proceso de la comunicación. De ahí
la dificultad de comunicarnos, estamos bajo el dominio de condiciones,
expectativas y prejuicios sociales que nos impiden abrirnos como
personas en la comunicación. La verdadera comunicación se da entre
personas libres y responsables de dar su palabra y recibir la del otro,
que buscan enriquecerse mutuamente aceptando el riesgo que a veces
implica, que aunque no estén en el nivel íntimo pueden liberarse de
estereotipos y defensas y ser más auténticos”45.
La buena comunicación tiene algunas características que todos
conocemos:
escuchar con atención, no acaparar la palabra, evitar
interrumpir, utilizar un lenguaje propio y moderado, lo cual
demuestra educación y trato delicado hacia las personas. Pero
este valor tiene elementos fundamentales e indispensables para
lograr una verdadera comunicación.
Interés por la persona. Cuántas veces nuestra atención total
está reservada para unas cuantas personas, nos mostramos
atentos y ávidos de escuchar cada una de sus palabras. Por otra
parte, los menos afortunados se ven discriminados porque
consideramos su charla como superficial, de poco interés o de
mínima importancia. Pensemos en los subordinados, los hijos o
los alumnos ¿Realmente nos interesamos por sus cosas, sus
problemas y conversaciones?
Toda persona que se acerca a nosotros considera que tiene algo
importante que decirnos: para expresar una idea, tener una
cortesía o hacer el momento más agradable; participarnos de
sus sentimientos y preocupaciones; solicitar nuestro consejo y
ayuda
Saber preguntar. A pesar del esfuerzo por expresar las cosas
con claridad no siempre se toman en el sentido correcto (y no
hablamos de malas intenciones o indisposición) Recordemos
con una sonrisa en los labios, como después de una breve
discusión llegamos al consenso de estar hablando de los mismo
pero en diferentes términos. Las causas son diversas: falta de
conocimiento y convivencia con las personas, distracción,
cansancio.
El punto es no quedarnos con la duda, aclarar aquello que nos
parece incorrecto, equivocado o agresivo para evitar conflictos
incómodos e inútiles que sólo dejan resentimientos.
Aprender a ceder. Existen personas obstinadas en pensar que
poseen la mejor opinión debido a su experiencia, estatus o
conocimientos; de antemano están dispuestos a convencer, u
obligar si es necesario, a que las personas se identifiquen con
su modo de pensar y de parecer, restando valor a la opinión y
juicio de los demás. No es extraño en ellos la inconformidad, la
crítica y el despotismo, inmersos en conflictos, críticas y
finalmente convertidos en las últimas personas con quien se
desea tratar.
La comunicación efectiva es comprensiva, condescendiente y
conciliadora para obtener los mejores frutos y estrechar las
relaciones interpersonales.
Sinceridad ante todo. Expresar lo que pensamos, sobre todo si
sabemos que es lo correcto (en temas que afecten a la moral,
las buenas costumbres y los hábitos), no debe detenernos para
mostrar desacuerdo, superando el temor a quedar mal con un
grupo y a la postre vernos relegados. Tampoco es justificable
callar para no herir a alguien (al compañero que hace mal su
trabajo; al hijo que carece de facultades para el deporte pero
tiene habilidad para la pintura; etc.), si deseamos el bien de los
demás, procuraremos decir las cosas con delicadeza y claridad
para que descubran y entiendan nuestra rectitud de intención
Siempre será importante dar a los demás un consejo y criterio
recto, de otra forma continuarán cometiendo los mismos errores
o haciendo esfuerzos inútiles para lograr objetivos fuera de su
alcance, si actúan así se debe, tal vez, a que nadie se ha
interesado en su mejora y bienestar.
Además de los elementos esenciales, es preciso cuidar otros
pequeños detalles que nos ayudarán a perfeccionar y a hacer
más eficaz nuestra comunicación.
Comprende los sentimientos de los demás. Evita hacer burlas,
criticas o comentarios jocosos respecto a lo que expresan, si es
necesario corrige, pero nunca los hagas sentir mal.
No interpretes equivocadamente los gestos, movimientos o
entonación con que se dicen las cosas, hay personas que hacen
demasiado énfasis al hablar. Primero pregunta y aclara antes de
formarte un juicio equivocado.
Observa el estado de ánimo de las personas cuando se acercan
a ti. Todos nos expresamos diferente cuando estamos exaltados
o tristes. Así sabrás qué decir y cómo actuar evitando malos
entendidos.
En tus conversaciones incluye temas interesantes, que sirvan
para formar criterio o ayudar a mejorar a las personas. Las
pláticas superficiales cansan.
Aprende a ser cortés. Si no tienes tiempo para atender a las
personas, acuerda otro momento para charlar. Es de muy mal
gusto mostrar prisa por terminar.
No existe medio más eficaz para hacer amistades, elegir a la
pareja y estrechar los lazos familiares, profesionales y de
amistad. Todos deseamos vivir en armonía, por eso, este es el
momento de reflexionar y decidirse a dar un nuevo rumbo hacia
una mejor comunicación con quienes nos rodean.
Comunicación interpersonal y grupal.
A menos que nos hubieran confinado en un calabozo medieval, cada una de
nuestras jornadas está salpicada de innumerables contactos interpersonales,
muchos de ellos en forma de relaciones humanas, y otros como intercambios
de comunicación masiva: leer libros o periódicos, escuchar programas de radio
y televisión, redactar artículos, etc. Las experiencias de transmitir y captar un
mensaje cualquiera, demuestra que no se pasan los mensajes de mente en
mente como se pasa de mano a mano un paquete. No se captan los mensajes
con la fidelidad mecánica e implacable con que una cámara capta las figuras
que le ponen enfrente. Por el contrario, en la comunicación interviene una
laboriosa actividad de asimilación, parecida a la del organismo cuando asimila
los alimentos, transformándolos.
Entre dos más personas puede haber comunicación artificial, defensiva,
mecanizada; y puede también haber comunicación fluida, abierta, espontánea,
confiada, cordial. La primera es de cerebro a cerebro, la segunda de corazón a
corazón, la primera es fría y formalista, la segunda es cálida y vívida. En la
primera el individuo comunica cosas, como lo podría hacer también una
maquina, en la segunda se comunica. Esto depende de la voluntad de
compartir de participar, de tender puentes, de involucrarse, de darse.
La comunicación genuinamente interpersonal es “hablar con” más que “hablar
a” o “hablar de” o “hablar sobre”, y exige sacar y externar algo de lo más íntimo
y personal del ser humano: los sentimientos.
La profundidad de una comunicación corre pareja con la autenticidad del
intercambio de sentimientos y afectos.
Además, son éstos los grandes facilitadores del autoconocimiento,
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