DESARROLLO RURAL
MireyaHerrera5810 de Noviembre de 2014
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TEMA Nº 1.- Políticas para el desarrollo rural integral: producción, financiamiento, adjudicación y
uso de la tierra, comercialización agrícola, precios, infraestructura, empleo, transferencia de tecnología, subsidios, importaciones, exportaciones, etc.
La nueva visión de lo rural como territorios multifuncionales donde se interrelacionan muy diversas actividades económicas, sociales, culturales y ambientales abren un conjunto de posibilidades para la población rural basadas en:
• La agricultura: vista en términos ampliados o sea como cadenas productivas, prestando atención al acceso a la tierra, el mercado financiero rural, las innovaciones tecnológicas apropiadas para mejorar la productividad de los sistemas agrícolas y la organización para la producción y el acceso a los mercados.
• Los recursos naturales: prestación de servicios ambientales que incluye entre otros, manejo de cuencas para la conservación de agua y suelo, preservación de la biodiversidad, captura de carbono y ecoturismo.
• Las opciones no agrícolas: aunque generalmente ligadas a lo agrícola, incluye microempresas rurales, mano de obra asalariada, artesanías, comercio, turismo y otros servicios locales.
• La organización social para la participación ciudadana y para la producción: Instancias fundamentales para la construcción institucional que demanda la nueva ruralidad y, finalmente
• Las relaciones urbano-rurales: fuente de retroalimentación y desarrollo armónico. La visión territorial permite visualizar los asentamientos humanos y sus relaciones en un continuo rural-urbano capaz de potenciar formas de desarrollo más armónicas, complementarias y efectivas.
La nueva manera de ver los procesos productivos en las áreas rurales, suponen no sólo las consideraciones de los cambios en los mercados y en las políticas agrícolas nacionales, sino también la importancia creciente de sectores que comprenden actividades generadoras de ingresos y que pueden constituirse en dinamizadoras del desarrollo rural. El vincular la agricultura, por ejemplo, al turismo, a la artesanía, a la pequeña industria, a la minería, o a la pesca y el estimular su integración en cadenas productivas, es un reto que permitirá potenciar el desarrollo económico-social y el bienestar de las familias de las zonas rurales.
Los viejos modelos de uso de la tierra y de localización de las actividades agropecuarias que remitían a un modelo organizado en círculos concéntricos, jerarquizados en función de la distancia hacia un polo único, ya no tienen validez. La difusión de nuevos patrones de consumo y hábitos de vida, los progresos espectaculares de las comunicaciones y la creciente movilidad de la población ha modificado radicalmente el patrón de organización del territorio y tienden a desplazar las fronteras entre lo rural y lo urbano. Bajo el empuje de nuevas expectativas hacia el campo y el desarrollo de nuevas funciones de las áreas rurales, la vieja dicotomía entre campo y ciudad ha dejado de tener sentido. Ha futuro se espera tener en las crecientes y dinámicas relaciones urbano-rural, un complejo potenciador de capacidades y oportunidades para el desarrollo armónico de estos espacios.
Ese carácter multifuncional, complejo de la ruralidad han obligado a una importante discusión teórica y a la búsqueda de abordajes integrales. En este nuevo marco, el desarrollo rural adquiere sentido si es adaptado a las nuevas realidades y al reconocimiento de oportunidades y amenazas que lo influencian, especialmente las debidas a los difícilmente predecibles cambios en los escenarios locales, regionales, nacionales e internacionales.
El desarrollo rural exige de relacionamiento y complementariedad entre los diferentes actores del sector rural, el soporte institucional, una amigable relación con lo ambiental, y una participación solidaria y necesario control por parte del Estado. En este punto, la visión territorial aporta uno de los factores más importantes de eficiencia en el desarrollo: El primero es que responde más acertadamente a la integralidad y sentido holístico del desarrollo, al incorporar las visiones locales, desde la perspectiva de sus actores. El segundo es que la reconocida heterogeneidad de nuestro sector rural, implica la diferenciación de las acciones, lo cual se traduce en una altísima complejidad de política pública, absolutamente imposible de concebir y gestionar desde centros de poder y decisión.
Esta consideración conduce a la necesidad de encontrar mecanismos de alianza y focalización de política en los entes territoriales, en sus estrategias de desarrollo como conjunto, de forma que la política pública sectorial transite hacia una verdadera descentralización de la gestión del desarrollo. La Nueva Ruralidad, concebida sobre una base de organización para la gestión y mayor participación propone cambiar la relación de las comunidades con el Estado y con las políticas sectoriales. Se trata de definir competencias en el territorio, en la cual, y sin perjuicio de las necesarias relaciones con los estamentos regionales y nacionales, se responsabiliza al municipio y a las organizaciones locales, de las decisiones y gestión del desarrollo integral local.
El reconocimiento de la importancia de las realidades locales y de su influencia en los procesos de desarrollo, han motivado a diferentes instituciones a generar metodologías, diseñar políticas y emprender acciones tendientes a darle una mayor importancia a los procesos de desarrollo local. Se trata de lograr una mayor participación de la sociedad civil y de las organizaciones sociales y productivas, de estimular procesos de concertación y construcción de consensos entre los distintos actores del desarrollo rural, así como la construcción de proyectos participativos para canalizar recursos que permitan satisfacer demandas de inversión, según las exigencias de los pobladores.
En este sentido cabe destacar las estrategias de “extensión para el desarrollo rural” emprendidas por la Fundación CIARA en mas de 130 Municipios del país al inicio de este milenio y la ”estrategia de desarrollo humano local sostenible” adelantadas por el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) en algunas regiones de Venezuela que buscan fortalecer las capacidades de hombres y mujeres, organizaciones e instituciones, y promover oportunidades de desarrollo social, económico, político-institucional, territorial-ambiental y cultural. Los nuevos conceptos de ruralidad permiten establecer un importante basamento para la comprensión de esas complejas realidades e impulsar de una manera más efectiva y eficiente los necesarios procesos de desarrollo, constructores de bienestar para las familias y comunidades del campo Venezolano.
La figura anexa muestra un modelo de desarrollo rural. Se ha tratado de exponer un modelo plano, de círculos concéntricos que expresa de manera sistémica las interrelaciones de los diferentes componentes. Este modelo, puntualiza y por ello es núcleo central, que el desarrollo rural sostenible ocurrirá si se procura un desarrollo humano/social que sea medio y fin para el logro de bienestar sostenible de las familias/comunidades rurales. El círculo exterior del modelo contiene lo que denominamos el entorno o el ambiente en el cual ocurre el proceso de desarrollo rural. Se trata del entorno político, económico, social, cultural, ecológico e institucional del espacio rural bajo estudio. Pero igualmente importante es la consideración de esas variables a un nivel más macro: regional, nacional e internacional que constantemente influencian ese ambiente local. En esos ambientes existen fuerzas de gran dinamismo, algunas independientes, otras interdependientes que ejercen una constante significativa influencia en los procesos de desarrollo.
A un gran nivel se puede decir que se trata de fuerzas políticas, económicas, sociales, ecológicas manifestadas en términos de recursos naturales, organizaciones, instituciones políticas, económicas, culturales y sociales, etc., que actúan en el estado-nación y afectan de manera muy diversa el comportamiento de los diferentes sectores productivos y del estamento social-institucional como un todo. Es claro que este ambiente visto en forma general, resulta en un acopio de indefinibles de poca utilidad a la hora de estudiar sus influencias y efectos sobre los procesos de desarrollo, pero su estudio a la hora de diseñar programas de desarrollo rural es fundamental. El conocimiento, por lo tanto, de sus componentes y el dinamismo de sus relaciones resulta vital para comprender y sobre esa base planear las posibilidades de desarrollo de cualquier región. El diagnóstico y permanente monitoreo de estas variables es necesario.
La descentralización o la transferencia del poder de decisión a las localidades (estados, municipios, comunidades) es una política de Estado de particular pertinencia. Sin embargo, está llena de complejidades porque implica un cambio radical en la cultura de las organizaciones públicas con un legado de siglos de políticas centralizadas y además, exige capacidad administrativa y técnica en la población local para asumir las responsabilidades transferidas por el gobierno central. Este proceso implica igualmente que las instituciones locales asuman la responsabilidad y los riesgos de sus propias decisiones y requiere mecanismos eficientes, participativos y democráticos para que se ejerza un adecuado control social sobre la gestión de sus propias instituciones.
Se requiere generar una institucionalidad local fuerte
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