Democracia Como Lugar Vacío

Noriega Robles Pablo Xavier

Procesos Políticos, 21 abr. 14

Lefort: Democracia y advenimiento de un lugar vacío

Con la llegada de la sociedad democrática moderna se pasa de un forma social en la que el poder se fundamenta en el príncipe monarca, a una forma social en la que el poder no tiene fundamento último y se encuentra más bien desincorporado. Ante esto, Lefort propone a la democracia como un lugar vacío, en donde el poder no le pertenece a nada ni a nadie, un lugar que siempre será ocupado solo de manera efímera y por una cantidad diversa y cambiante de significados. En última instancia lo que propone este autor es revelar, mediante la óptica del psicoanálisis, que aún con esta forma social democrática un nuevo tipo de despotismo amenaza la organización política.

A partir de reflexionar el juego político bajo la óptica psicoanalítica, el autor trata de pensar un orden simbólico con el cual se diluciden las articulaciones empíricamente observables del mismo. Uno se hará la pregunta de en qué se puede relacionar los fenómenos socio-políticos modernos con el psicoanálisis; la respuesta inicia en que en ambos se hace presente la disolución de indicadores de certezas.

Por un lado el psicoanálisis remite contra los absolutos, las totalidades y los ideales que influyen en la conformación de la noción de sujeto, por el otro, la “revolución democrática” (que bien describe Tocqueville) socavó los fundamentos de la distinción entre los hombres de una sociedad, lo cual es provocado por una mutación en el orden simbólico.

En términos psicoanalíticos esta mutación se da en cuanto se pasa de una idea de totalidad al descubrimiento de la fragmentación, instaurándose el complejo de castración con el todo. En términos políticos el poder monárquico que se incorporaba en la figura del príncipe llevando en sí mismo el principio de la generación y el orden del reino, se hizo garante y representante del Uno. Dado esto, en consecuencia, la nación se vio figurada como un cuerpo y una totalidad orgánica; el poder daba cuerpo a la sociedad. Sin embargo, la democracia trastoca en cuanto instaura la noción del lugar de poder como un lugar vacío, con el cual los gobernantes no pueden apropiarse del poder ni incorporarlo, institucionalizando así el conflicto, haciendo expresa la tendencia del poder a dividir.

Esta noción de una estancia puramente simbólica, en el sentido de que ya no se localiza en lo real , constituye para la sociedad una pérdida de fundamento. La sociedad relacionada consigo misma se vuelve paradójica en cuanto representa a un pueblo homogéneo con un heterogeneidad de intereses. Y así, aunque se piense que con la democracia se constituye un nuevo polo de la identidad social manifestándose como el pueblo soberano (el cual expresa

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