Desarrollo de nuestras naciones
JuanJose201417 de Agosto de 2014
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En la actualidad, cada vez que se entablan discusiones acerca del grado de desarrollo de nuestras naciones, en comparación con los del “primer mundo”, es común la utilización de palabras estereotipadas, de uso común como moderno, mundo desarrollado, mundo avanzado, retraso. Sin tomar en cuenta que traen consigo ocultas pero fuertes cargas ideológicas, en donde la noción básica es la exportación de modelos capitalistas hacia las naciones más pobres. Por ende, no es causa de asombro cuando de temas de desarrollo y crecimiento se trata, que se elaboren modelos en donde la dominación y la explotación sean los principios básicos de las mismas. Hay que aclarar que, exceptuando a ciertos círculos liberales, en el ámbito de la teoría social es reconocida la diferencia conceptual entre las nociones de desarrollo y crecimiento. El desarrollo se refiere a algo cualitativo, (lo social, lo político, lo demográfico), y el crecimiento a lo cuantitativo (lo económico o lo monetario), es decir, que por ejemplo, el aumento de la riqueza macroeconómica de un país, expresa sí un proceso de crecimiento, pero no implica, necesariamente, uno de desarrollo. Desde aquí, entonces es que el subdesarrollo, el retraso o la pobreza, se consideran como una de las etapas de un proceso evolutivo que todo país debe llevar hacia el mundo moderno, hacia la modernidad.
En este corto ensayo se presentará primero una brevísima reseña sobre las teorías del desarrollo que se han venido implementando a lo largo de la historia, para dar paso a un criterio personal, no con miras a la destrucción de las anteriores teorías, sino más bien a la elaboración de una propia dejando de lado los modelos universales que nos han presionado durante tanto tiempo.
Durante el siglo XX, un período que se caracteriza por la lucha entre los grandes imperios coloniales, los teóricos y todas sus ideas estaban dirigidos a ofrecer una “contribución” al desarrollo con miras al fortalecimiento del Estado. Estas teorías desarrollistas (de exportar el modelo americano al resto del mundo) alcanzaron un gran auge tras la Primera Guerra Mundial. En la década de los 50, en plena guerra fría y también vale recalcar en pleno proceso de descolonización, las teorías del desarrollo fueron reinventadas para ajustarse a las nuevas finalidades, dando paso a la ideología de la modernización como parte también de la política occidental para “atraer” a los países de nueva independencia, y así evitar las orientaciones de estos hacia la Unión Soviética. Rostow entonces entra aquí con su reseña que según la teoría de la modernidad, todos los países del mundo que marchaban junto con la ayuda de los países ya modernos y desarrollados se podrían beneficiar más tempranamente de los privilegios del mundo moderno. Por lo tanto los planes de la industrialización y las inversiones de capital extranjero se pusieron en marcha en América Latina. Creo que no hace falta explicar las trágicas consecuencias de la implementación de políticas como estas durante todo el siglo XX, bajo la fuerte promoción del FMI y del Banco Mundial y que cuyas consecuencias se evidencian en la crisis que atraviesan las naciones no solo de América Latina sino también del África.
Como se aprecia hasta el momento, a lo largo de más de siglo y medio, han sido inventadas numerosas teorías para seguir respaldando una visión de mundo dividido. Creo, que con el tiempo los pueblos del Oriente o del Sur han perdido muchas de sus peculiaridades, por el mismo hecho de encontrar una modernidad. Creo que no se trata de rechazar todo lo que llega de Occidente o de querer un proceso estático o de clausura. La respuesta a esto no puede basarse en un tribalismo enloquecido. Es cuestión de elegir un camino, seguirlo y mejorarlo, evitando relaciones y comparaciones con modelos universales. Se podrían así evaluar con cautela determinados fenómenos de la contemporaneidad
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