Dignidad de la Persona Humana. ¿Por qué la dignidad debe dirigirse a toda persona?
Joselyn FloresEnsayo19 de Enero de 2017
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Pontificia Universidad Católica De Puerto Rico
Colegio De Estudios Graduados
Escuela Graduada Recursos Humanos
Gladymir Pujols Bonilla
A00074493
Ensayo Analítico
Curso: THEO 633 / Dignidad de la Persona Humana
Dr. Gerardo Cabán Cáceres
Diciembre 2016
¿Por qué la dignidad debe dirigirse a toda persona? ¿Cómo se puede trabajar la dignidad en un ambiente heterogéneo, donde hay y no cristianos?
Partimos de la premisa que cuando nos referimos a la dignidad, por esta entendemos que es el hecho de que es un atributo del ser humano el cual va a descansar en su racionalidad, como a su vez el hecho de que las personas pueden modelar y mejorar sus vidas mediante la toma de decisiones y el ejercicio de su libertad. En este preámbulo entendemos que no es más que un potencial de emancipación respecto a las necesidades personales y sociales, la cual va a estar dirigida a todos los seres humanos sin importar que sean hombres, mujeres, niños, ateos, etc. Por otra parte, señalamos que no solo toda persona goza de dignidad, sino que es un derecho divino, obsequiado por Dios y por el cual hasta las leyes de nuestras sociedades buscan proteger la misma. Es decir, que desde tiempos antiguos cada ser humano se debe tratar con dignidad, la misma no se debe ver lacerada por terceros puesto que es algo individual.
Según el catecismo de la iglesia católica en su artículo #1700 y citamos: “La dignidad de la persona humana está enraizada en su creación a imagen y semejanza de Dios, se realiza en su vocación a la bienaventuranza divina. Corresponde al ser humano llegar libremente a esta realización. Por sus actos deliberados, la persona humana se conforma, o no se conforma, al bien prometido por Dios y atestiguado por la conciencia moral.” (Catolica). En el lenguaje de los derechos, entendemos que los derechos humanos son otra cosa que los derechos fundamentales por los que el hombre goza y posee por su condición de ser humano, su propia naturaleza y dignidad en sus diferentes manifestaciones individuales como lo son el pensamiento, conciencia, religión, opinión, expresión, movimiento, políticos entre otros.
Sin embargo, es de suma importancia mantener la postura de que la dignidad humana es un valor y un derecho inviolable e intangible de la persona. Es decir, que, ejecutando este ejercicio, se va a respetar la dignidad hacia nosotros y los demás, la cual se basa en el respeto y la estima que una persona tiene de sí misma, a su prójimo y es merecedora de ese respeto por parte de otros, ya que todos merecemos respeto sin importar cómo somos. No obstante, señalamos, que cuando reconocemos las diferencias de cada persona y somos capaces de tolerar cada una de ellas, la persona puede llegar a sentirse digna, con honor y libre. Por otra parte, observamos que otro de los puntos importantes es que, sin la existencia del respeto, la convivencia se puede ver quebrantada, y si se logra mantener el mismo la convivencia se torna fluida, amable, feliz, importante, y con manifestaciones positivas en cuanto al creciente desarrollo en la cultura, en los valores y en las cualidades morales de la personalidad.
No obstante, en un ambiente donde el factor de la diversidad religiosa, la cual no está presente en la totalidad de las personas vemos que la dignidad no se adquiere por lo que se hace, sino en tan sólo la existencia. Es por esta razón que se debe trabajar la dignidad en un ambiente totalmente heterogéneo, ya que el mismo se puede llevar a cabo bajo el ejercicio de que el mismo valor de todos los hombres proviene de la propia igualdad, y a esto nos referimos al sentido de que en una democracia todas las personas pueden disfrutar de la misma libertad, derechos y oportunidades o por lo menos así lo establece la ley moral, divina y social. Por otra parte, según palabras de Immanuel Kant señala que la dignidad sólo puede preservarse en el roce diario entre las personas siempre y cuando nos veamos unos a otros y nos tratemos como personas equivalentes. Debemos tomar las necesidades, los sentimientos y las opiniones de los demás tan en serio como los propios como expresión de la igualdad del valor. No debemos nunca instrumentalizar a las otras personas ni utilizarlas como medios para alcanzar fines propios. (Kant, 2016).
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